Cada día más investigaciones centradas en la microbiota refieren cómo esta puede impactar directamente en el autismo, y no solo en lo referido a problemas conductuales, también en aspectos como el sistema inmune y otros factores de salud, tanto física como psicológica.
Pero antes de entrar en profundidad en el tema, veamos cómo los problemas de alimentación pueden impactar incluso en la inteligencia. Ya saben, …
Somos lo que comemos
Ludwig Andreas Feuerbach (Landshut, Alemania, 28 de julio de 1804–Rechenberg, Alemania, 13 de septiembre de 1872) fue un filósofo alemán, antropólogo, biólogo y crítico de la religión. Y dentro de su postura crítica contra la religión, se quejaba de que el buen cristiana solo requería de pan y agua, y que lo importante era alimentar el alma. O al menos eso era lo que, al parecer, decían en la Alemania del siglo XIX.
Pero Feuerbach era un firme defensor de las clases menos favorecidas, y por tanto con una peor calidad de alimentación. Y precisamente en su libro “Enseñanza de la alimentación” de mediados del siglo XIX escribió lo siguiente: «Si se quiere mejorar al pueblo, en vez de discursos contra los pecados denle mejores alimentos. El hombre es lo que come».
Y aquí entra algo llamado “El efecto Flynn” 1. Se denomina así al aumento sostenido del cociente intelectual de la población. Aunque al parecer ese aumento sostenido empezó a tomar el camino inverso en la década de los 90 del pasado siglo 2–5. Es decir, que en vez de seguir aumentando la inteligencia, ahora la estamos perdiendo. Hablando de forma sencilla, al parecer cada vez somos más tontos ¿Será que la comida basura nos afecta?
Enfermedades infecciosas y problemas en el desarrollo cognitivo
Un estudio de 2010 se centró la hipótesis de que la distribución mundial de la capacidad cognitiva está determinada en parte por la variación en la intensidad de las enfermedades infecciosas.
Desde un punto de vista energético, un ser humano en desarrollo tendrá dificultades para construir un cerebro y combatir enfermedades infecciosas al mismo tiempo, ya que ambas son tareas metabólicamente muy costosas 6.
Pero si a todo esto se suma un problema de déficit nutricional, el tema empieza a tener sentido. A menos recursos pueda dedicar el organismo al cerebro, mayor será el impacto en el desarrollo cognitivo. Si nuestro organismo no recibe nutrientes adecuados, y el esfuerzo para mantener un sistema inmune adecuado es intenso, es energía que no irá destinada al cerebro.
La microbiota de los niños con autismo de Australia
En Australia se llevó a cabo un muy interesante trabajo de investigación enfocado en la microbiota de niños con autismo 7. El estudio pretendía arrojar luz sobre la relación entre el autismo y las alteraciones de la microbiota.
Curiosamente, la mayor evidencia que encontró el estudio está ligada a un desorden de alimentación que no al autismo propiamente dicho. Obviamente estamos hablando de las conductas de alimentación restringida que se dan en el autismo. Y este hecho provoca que la calidad de la ingesta sea menor.
“En conclusión, encontramos asociaciones directas insignificantes entre autismo y el microbioma intestinal en contraste con asociaciones fuertes con otros fenotipos como la edad, las variables dietéticas y la consistencia de las heces. En cambio, encontramos evidencia de que la diversidad dietética restringida y la calidad más pobre, que se asocia con características específicas del autismo, como comportamientos repetitivos restrictivos, es un mediador significativo de la diversidad taxonómica y, a su vez, de la consistencia de las heces. Nuestros resultados son consistentes con un papel previo de los comportamientos relacionados con el autismo y las preferencias dietéticas en el microbioma intestinal y son contrarios a las afirmaciones de que el microbioma tiene un papel importante (o causal) en el autismo”. (Sic. Yap et al 2021)
Es decir, las alteraciones en la microbiota en el autismo no son causa, son consecuencia según los autores del estudio. Y esta alteración está ligada a una alimentación de baja calidad. Por tanto, es la conducta lo que influye en el microbioma, y no al revés, tal y como afirman también otros estudios posteriores 8.
El estudio es realmente interesante y está en libre acceso. Aunque quizá se requieran otros estudios que amplíen, por ejemplo, el rango de edades. La media de edad de los participantes del estudio fue de 8,7 años. Aunque el rango de edad era de 2 a 17 años, solo había de ocho niños menores de 3 años en cada grupo y solo un niño menor de 2 años. Tampoco se pudo estudiar en profundidad el efecto farmacológico de algunos de los participantes.
La microbiota de los niños con TDAH y autismo de Dinamarca
Un estudio publicado el 18 de mayo de 2023 comparó a niños con autismo y TDAH 9. La idea era verificar si había relación entre ambos grupos en lo relativo a la microbiota intestinal.
Y sí, los resultados confirmaron que comparten una firma en la microbiota intestinal ambos grupos, autismo y TDAH. Los motivos de esta coincidencia apuntan también a aspectos puramente conductuales. Es decir, estas alteraciones son consecuencia, no causa. El estudio es de libre acceso.
¿Es útil el dar prebióticos y probióticos?
Este es un tema que, a día de hoy, sigue sin tener una evidencia sólida 10, ya que, aunque en algunos problemas de salud mental si se han reportado ciertos beneficios, en el caso de autismo y TDAH esto no parece ser a día de hoy algo consistente y se requiere más investigación 11.
El viroma de los niños con autismo en China
El viroma humano es la colección total de virus en y sobre el cuerpo humano. Y estos también se encuentran en el aparato digestivo.
Cuando los investigadores decidieron analizar el viroma del ADN intestinal para intentar ver si existían diferencias entre niños con autismo y sin autismo 12 descubrieron que apenas existían diferencias.
En lo único que apreciaron pequeñas desviaciones de datos fue al observar diferencias intergrupales en la abundancia viral de Skunavirus entre niños con autismo y niños sin autismo. El Skunavirus pertenece a la familia Caudovirales y generalmente está presente en la leche cruda de vaca y no puede ser eliminado por pasteurización. Tal vez la mayor cantidad de Skunavirus en la leche o los productos lácteos consumidos durante la primera infancia haya causado una mayor abundancia de Skunavirus en el intestino en comparación con los niños sin autismo.
Conclusiones
Este es un tema realmente complejo, y hay algunos abordajes que se están llevando a cabo, con resultados algo dispares, pero que hemos abordado en el artículo de Trasplante de microbiota fecal.
Hay algo que hoy nadie discute, y es el impacto en la calidad de vida que los problemas intestinales generan. Y en autismo estos problemas son comunes, muy comunes. Lo que parece ser cada día más obvio es cómo estos problemas están ligados a un problema más conductual, y este a su vez a un origen sensoriomotriz, en este caso la alimentación restrictiva. Aunque nunca se deben rechazar otros posibles impactos a nivel biológico.
Si tenemos a niños con alimentación restringida estos van a presentar una microbiota inesperada. Y esas alteraciones inciden directamente a varios niveles. Hemos visto como, incluso a nivel del desarrollo cerebral la alimentación juega un rol importantísimo.
Científicos demostraron que la suplementación con Lacticaseibacillus rhamnosus puede modificar la expresión del receptor GABA en las regiones corticales, el hipocampo y la amígdala, con la consiguiente reducción de los comportamientos relacionados con la ansiedad y la depresión y los niveles de corticosterona inducidos por el estrés, lo que sugiere la participación del eje neuroendocrino 13.
También sabemos que, por ejemplo, Bifidobacterium spp. y Lactobacillus spp. son productores de ácido γ-aminobutírico (GABA) 14–16; Candida spp., Escherichia spp., Enterococcus spp. y Streptococcus spp. son productores de serotonina; Escherichia spp. y Saccharomyces spp. generan norepinefrina; Lactobacillus spp. es un productor de acetilcolina; y Bacillus spp. y Serratia spp. son productores de dopamina 17. Y todos esos compuestos son fundamentales para un equilibrio cerebral.
Es decir, que si nuestra microbiota está alterada, muchas funciones superiores se verán afectadas. Incluso nuestro sistema inmune. Existen algunas teorías que relacionan algunas enfermedades autoinmunes con alteraciones en la microbiota.
Por tanto, la regulación del niño desde edades tempranas es básica. Los efectos de la microbiota están íntimamente ligados a una alimentación adecuada. Y eso en el autismo sabemos que está alterado. Pero además vivimos en un momento donde la calidad alimenticia general está fuertemente alterada. Los problemas de sobrepeso y obesidad son una epidemia. Los alimentos ultra procesados se consumen como si no hubiera un mañana. Así que nuestros propios hábitos alimentarios son malos, y nuestra microbiota también está alterada. Y esto hace que sea difícil que seamos conscientes de nuestros propios problemas alimenticios, así que de mala manera veremos los de los niños con autismo.
Es básico poder afrontar los desórdenes de alimentación en el autismo de manera temprana. Lo difícil es encontrar a profesionales que de verdad sepan, pero ese, es otro problema.
BIBLIOGRAFÍA:
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