Educación Especial: Crónica de una muerte anunciada

  • Finalmente España parece dar un paso adelante en la eliminación de la educación especial en la educación pública.
  • La pregunta es: ¿Cómo pretenden hacerlo?

El Consejo Escolar del Estado ha dado el primer paso para la eliminación de la educación especial, en el ámbito de la educación subvencionada por el Estado Español, con el propósito de lograr un modelo universal de educación inclusiva.

Este movimiento responde a una reclamación sostenida por una gran parte del colectivo de discapacidad español, aunque una gran parte no significa la totalidad del colectivo. Pero, veamos las claves de este asunto para poder entenderlo mejor.

El concepto de Educación Especial como educación segregadora

Los centros de educación especial son centros específicos donde todo su alumnado tiene algún tipo de discapacidad reconocida. Los hay genéricos (Con atención a pluridiscapacidad) y específicos (Que solo trabajan con un tipo de discapacidad, por ejemplo, autismo).

Al trabajar solo con alumnos con discapacidad, estos no comparten de forma habitual el espacio escolar con el resto de alumnos, de forma que se evita la convivencia del alumno con discapacidad en un ambiente natural. Esto, obviamente vulnera los derechos reconocidos por Naciones Unidas, al generar una segregación por motivo de discapacidad.

Diferente es que luego ese centro específico haga una labor excelente, normal, regular o mala, no se trata de la calidad atencional o educativa, sino de un aspecto relacionado con los derechos del alumno con discapacidad, y por supuesto, del alumno sin discapacidad, que también tiene derecho a conocer y vivir de forma natural la diversidad social.

Desde el ámbito internacional este modelo viene siendo denostado desde hace tiempo desde prácticamente todos los foros, tanto educativos, como de derechos fundamentales.

El concepto de una sola escuela para todos

El modelo que se propone es un modelo único, donde las escuelas sean capaces de adaptarse a las necesidades educativas de todo el alumnado, tenga o no discapacidad, de forma que podamos hablar de convivencia educativa más que de inclusión educativa.

La propia existencia del concepto inclusión educativa implica que existe una exclusión, algo que es real. Eso no quita que muchos centros específicos hagan esfuerzos por incluir lo máximo posible a sus alumnos en actividades sociales. Pero este modelo de escuela implica a su vez adecuaciones y adaptaciones que no siempre se dan. Y no, el uso de maestra sombra no es la solución que conduce a la inclusión.

Los peligros de la “inclusión”

Técnicamente hablando, el modelo inclusivo es muy bueno, ya que permite esa convivencia y esa naturalización de la vida escolar. Ahora bien, el gran peligro de este cambio es que en vez de incluir al alumno, se le incruste, que no es lo mismo. Incluir implica dotar a los centros educativos de los medios necesarios, esos de los que carecen para atender las necesidades del alumnado “neurotípico”. Sobre esto ya hablamos AQUÍ.

España sigue teniendo un grave problema de fracaso escolar, de muchos alumnos que a pesar de tener necesidades educativas especiales no están siendo atendidos por la carencia de medios en la educación pública. Los medios son materiales, pero también humanos, y es que en muchos casos, aun y a pesar de existir los profesionales, estos o no tienen la formación adecuada, o si la tienen, sencillamente están desbordados.

Por tanto, una mala adecuación del sistema va a generar todavía más problemas de los que ya hay en la actualidad. Y este hecho también ha llevado a muchas familias a una especie de peregrinación de escuela en escuela intentando buscar una que contienda con las necesidades de su hijo o hija, o de que a cada cambio de curso, pasen por proceso de reeducación del nuevo equipo docente, que al ser diferente cada año implica explicar cada año lo mismo..

Por ejemplo, muchos centros de educación especial ya están totalmente desbordados, ya que en vez de ser centros educativos, acaban convirtiéndose en centros terapéuticos. Es decir, muchos de los alumnos de educación especial no van a recibir una educación adaptada a sus necesidades, sino a recibir una atención que debería estar bajo un modelo médico y no educativo. Esto es una de las consecuencias de no disponer de una red de atención temprana de calidad, de forma que lo que no se invierte en edades tempranas, hay que invertirlo posteriormente y con mucho mayor esfuerzo económico en el ámbito educativo. Esto es básicamente una transferencia oculta de competencias de la sanidad a la educación.

Por tanto, muchos alumnos llegan al sistema escolar sin estar suficientemente preparados para la aventura escolar, con el consiguiente fracaso. Es tristemente habitual ver alumnos con discapacidad que inician su andadura académica en escuela ordinaria o regular y acaban en educación especial ¿Es culpa del alumno? Obviamente no, es culpa de un sistema que no los incluyó, los incrusto.

¿Entonces, la centros de educación especial son buenos o malos?

Desde el punto de vista del derecho del alumno, son malos, dado que lo segregan. Desde el punto de vista atencional, a veces son la única opción que tiene el niño de recibir algo de atención de calidad.

Es decir, si los centros escolares tuvieran los medios necesarios, los centros de educación especial sería un anacronismo absoluto.

El problema viene cuando el centro “inclusivo” es tan solo un centro de incrustación educativa, y ahí perjudicamos al alumno. Y ese es, principalmente, el miedo de las familias que usan los servicios de la educación especial. Que sus hijos acaben recibiendo una atención inadecuada, que por lo general (Aunque obviamente hay excepciones y no se puede generalizar) ya reciben una atención inadecuada, ya que si un alumno con autismo – por ejemplo – requiere de un trabajo de terapia ocupacional con integración sensorial, pues ya va a ser raro encontrar eso en un centro de educación especial, que es una de las necesidades primordiales de ese alumno. Es decir, la realidad dice que la educación especial se ha convertido en un parche amable a las carencias de atención sanitaria del alumno con discapacidad, y al final, en muchos casos son centros de educación espacial, más que especial, ya que el alumno sencillamente transita por el centro y con suerte adquiere alguna que otra habilidad o capacidad.

Por supuesto, no podemos generalizar, pero al final la familia necesita tener la sensación de que su hijo está debidamente atendido, y obviamente en la escuela regular u ordinaria, esto no se va a dar.

Pero, ¡pongamos un ejemplo! Imaginemos un alumno con parálisis cerebral y daño cerebral, que requiere de atención permanente, debido a esa condición compleja no se centraran tanto en el aspecto educativo, sino más bien en mejorar su calidad de vida, algo que por cierto, también es un derecho, y el derecho a la salud está por encima del derecho a la educación (Si estás enfermo, lo que buscas es curarte, no saber la lista de los reyes Godos).

Si este alumno con esta circunstancia específica es llevado a un centro escolar “normal”, se deberá dotar previamente al centro de TODOS los medios técnicos y humanos para atender adecuadamente a ese alumno, medios que están mucho más en el ámbito sanitario que en el educativo, pero obviamente, hay una aspecto emocional que sí va a poder ser llevado a cabo de forma excelente en un colegio convencional.

Es decir, que debemos ser cuidadosos con este aspecto, ya que muchas veces se obvia. La atención al alumno con ese tipo de necesidades debe ser plena, sea donde sea. Y debemos ser también muy cuidadosos con los ajustes razonables que se ofrecen en la educación regular.

Por otro lado está el alumno que puede tener Síndrome de Down, Discapacidad Intelectual, Autismo, u otras alteraciones del neurodesarrollo, que en mayor o menor medida van a afectar a su desarrollo académico. Claro está, que es su derecho, deben poder asistir libremente a cualquier colegio, siendo responsabilidad de la Administración Educativa el dotar de medios a ese colegio, de forma que se cumplan las necesidades de atención especializada, académicas y sobre todo sociales de ese alumno.

La escuela como agente social

Existe una creencia extendida de que la escuela es un lugar donde el niño debe asistir para aprender aspectos académicos puramente curriculares: Matemáticas, lengua, historia, geografía, …, pero no hay que olvidar que hay un aspecto básico de la escuela, y es el aprendizaje social, ya que este va a ser básico para que el alumno pueda tener una calidad de vida adecuada en su vida adulta.

Relativo al aprendizaje académico, por ejemplo, ¿cuántos nos acordamos de cómo se resuelve una raíz cuadrada?, probablemente muy pocos, es decir, es indispensable académicamente hacer raíces cuadras aunque luego nadie se acuerde de como se resuelven (Ni que decir tiene de cual es la capital de Vietnam), pero de lo que si te acuerdas es de tu aprendizaje social, el cual luego usarás a diario en tu vida adulta.

Es aprendizaje social no se puede dar en un centro de educación especial, dado que es un aprendizaje orgánico y global. Pero es que además, es un aprendizaje para todos los alumnos. Aquellos alumnos de hoy son los directores generales de mañana, que si han crecido viendo a diario la diversidad, la verán como algo natural, y por tanto su visión social será distinta. Es decir, no es solo para que el alumno con discapacidad aprenda situaciones sociales útiles en su vida adulta, es que es para que el alumno SIN discapacidad aprenda también. Y es que es un derecho que también tiene el alumno de desarrollo típico, conocer la diversidad.

Transformando la educación

No se trata de eliminar la educación especial y ya está, se trata de transformar el modelo educativo en general. Por ejemplo, muchos alumnos con autismo y altas capacidades se enfrentan a un modelo educativo inadecuado, esto ya sucede en la educación primaria, pero es que en secundaria el problema es aún más grave.

A su vez, la Administración no ha dado la capacitación necesaria al profesorado, que es su responsabilidad. Y si el docente no entiende las necesidades del alumno, por muy bueno que sea, no podrá satisfacer esas necesidades.

Por eso es básico transformar la escuela, no cerrar centros para cumplir con la ley y que sea lo que Dios quiera. Y esto debe hacerse desde la primaria a la secundaria. Ya que, paradójicamente, a mejor hacemos el trabajo en la infancia, más medios deberemos dotar a educación secundaria, ya que obviamente más alumnos con discapacidad podrán acceder a la misma.

Claro, que quizá aquí la pregunta sería: ¿Quién asesora a los gobiernos en educación?, sobre todo para que cambien de asesores, a ser posible por unos que sepan más y cobren menos.

Es por tanto fundamental que no hablemos de eliminación de la educación especial, sino de la transformación completa del modelo educativo.

Otras experiencias

En España, en la provincia de Guipúzcoa ya se llevó a cabo un proceso similar hace algún tiempo, de hecho se transformó la estructura de la escuela pública para adaptarla al modelo que hoy debate el Consejo Escolar, y no pasó nada.

Canadá empleó cinco años para evaluar la situación general de su modelo público para diseñar un modelo de transición y cambiar todo su sistema educativo, haciendo desaparecer el concepto de educación especial, pero integrando todos los medios, recursos y experiencia en al escuela regular.

Otros países, pues lo hicieron de forma brusca, y el resultado ha sido desastroso. Incuso hay países que no disponen del concepto de educación especial, claro que tampoco dan alternativas.

Lo que sí sabemos es que si se hace bien, es un modelo mucho mejor que el actual. Es decir, que a la vista de los resultados, cuando las cosas se hacen bien, la desaparición del concepto de centro de educación especial es algo bueno, por tanto, deja en mal lugar al centro específico.

Aspectos económicos

Aunque parezca mentira, hacerlo bien, y transformar la educación en su conjunto, reduce el costo total. Es decir, hacen más con menos. Pero claro, eso choca de frente contra los intereses creados de los centros de educación especial concertados, es decir, si soy el dueño de un centro privado de educación especial, que cobra mensualmente un buen dinero de las arcas públicas por cada alumno que atiendo, no voy a ver con buenos ojos este cambio de modelo.

Ya saben, poderoso caballero es Don Dinero …

Y las familias qué

Son un factor determinante en todo esto. Por tanto hay que saber ponerse en su piel. Hay dos grandes bandos claramente diferenciados, aquellos que abogan por la eliminación de la educación especial y los centros específicos, y los que los defienden. Increíblemente, ambos bandos tienen razón.

Los que están a favor del centro específico esgrimen aspectos de calidad atencional, ya no tanto educativa, en muchas ocasiones son familias que tienen hijos con altas o muy altas necesidades de apoyo, y son absolutamente conscientes de que llevar a sus hijos a centros ordinarios que no están dotados, va a ser altamente perjudicial para sus hijos. Y tienen razón. Es más, tal y como se reseñaba anteriormente, muchas de estas familias iniciaron el proceso educativo de sus hijos en educación ordinaria, y acabaron llevando a sus hijos a educación especial, lugar donde al final, sus hijos encontraron, en mayor o menor medida, la respuesta a su necesidades, o al menos, mejoró su calidad de vida.

Es por tanto fundamental asegurar que la calidad de atención va a ser como poco la misma o mejor, de ninguna otra forma podrán satisfacer a esas familias.

Los que están en contra del centro específico lo tienen muy claro, es una clara vulneración de los derechos de sus hijos, de hecho no paran de ganar juicios contra las administraciones públicas. Es sabido que España viola de forma sistemática el derecho a la educación inclusiva de los alumnos con discapacidad.

Los peligros de la transformación educativa

Quizá suene a obviedad, pero ese cambio, tan necesario por una parte, es muy peligroso por otra ¿Por qué? Porque lo harán mal. Y quizá esto suene a excesivamente catastrófico, pero es que ni somos Canadá, ni Finlandia. La manera en la que se está enfocando es desde una visión puramente política, y no técnica, es como la adecuación de la legislación española a la convención de Naciones Unidas sobre discapacidad, fue un apaño que ni siquiera se cumple.

Y esto es un gran peligro, si ya la educación ordinaria o regular anda carente de medios, ¿cómo pretenden llevar a cabo ese proceso?, más aún en un país con 17 legislaciones diferentes para lo mismo, donde además, no se cumple la ley salvo que la familia demande a la Administración Púbica para que esta cumpla la ley.

Conclusión

Personalmente creo que se debe llevar a cabo esa transformación, realizar ese paso para mejorar la educación en general, donde debemos pensar que el mayor reto del alumno con discapacidad no debe ser sacar un 10 en historia, su mayor éxito debe ser poder hacer amigos reales, poder ser preparado para la vida, y da igual si sabe o no hacer raíces cuadradas, pero sí debe aprender a vivir en una sociedad compleja.

El propósito de la escuela no debe ser crear ciudadanos útiles al sistema, sino ciudadanos libres y con valores sociales.

La escuela no es un lugar, no podemos encerar la educación entre cuatro paredes, la escuela es un motor social, es la base del futuro de un país, el propósito de la escuela debe ser aprender a vivir en armonía, y no solo aprender a multiplicar.


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