Hay dos problemas muy visibles en el autismo: El desarrollo del lenguaje verbal y los desórdenes de alimentación. Y en ambos casos hay un factor común (que no único), los déficits oromotores, es decir, los problemas de motricidad relativos a la producción del habla, masticación, deglución y expresividad facial. Estos déficits afectan a las estructuras de la zona orofaríngea y orofacial y a la movilidad facial.
Este tipo de déficits oromotores impactan en la alimentación, en el desarrollo del lenguaje y en la expresividad facial.
Aunque es un problema conocido, es poco atendido, como suele ser tristemente habitual en el autismo. Pero dada la relevancia que tiene este factor vamos a intentar definir sus impactos y saber qué nos dice la ciencia sobre este particular.
Este es un tema algo complejo, pero la idea es intentar explicarlo de la forma más simple posible, para que pueda ser entendido por todo el mundo.
¿Son los déficits oromotores comunes en el autismo?
Son comunes, pero no exclusivos, ya en 2014 se publicó un estudio donde se comparaba a niños con autismo, con trastorno específico del lenguaje (TEL) y a niños de desarrollo típico1. Los resultados del estudio reflejaron que tanto los niños con autismo como con TEL presentaban un riesgo de déficits motores clínicamente significativos en la zona orofacial y orofaríngea.
La severidad del impacto sensorial y motriz es variable, porque sí, también hay un componente sensorial. Se darán casos de alto impacto y otros muchos más leves. Pero de una forma u otra existirán compromisos en los aspectos sensoriomotrices.
El impacto en el lenguaje
Hace ya varios años (2014) publicamos un artículo sobre como los aspectos sensoriomotrices estaban ligados al desarrollo del lenguaje, es decir, esto no es algo nuevo.
Es común observar bajo tono muscular o hipotonía. Esta hipotonía orofacial también es muy común en el Síndrome de Down, aunque en este caso también es frecuente encontrar problemas físicos, mientras en el autismo, aunque estos problemas físicos puedan darse, su causa más habitual está ligada al déficit oromotor.
Este bajo tono muscular suele también estar asociado a problemas de propiocepción e interocepción. Es decir, el niño no percibe ni gestiona adecuadamente su musculatura, de forma que tiene un nivel bajo de actividad, y este bajo nivel no desarrolla la musculatura. Y si sumamos un bajo tono muscular, y una baja percepción obtenemos una gestión deficitaria.
El tener un bajo control impacta directamente en la producción de sonidos, ya que al no controlar adecuadamente ni el flujo del aire, ni la lengua, ni la posición bucal, la modulación será baja. Y por tanto se dificultará la producción de sonidos controlados, y por tanto del habla.
Es decir, no hay un control adecuado que permita al producción de sonidos que se ajusten a patrones verbales. Y si a esto le añadimos dispraxia oral (Que en el TEL es bastante frecuente) 2 pues la cosa se complica aún más. No está claro si la aparición de la dispraxia es causa, efecto, o ambos, en los déficits oromotores en el autismo.
Este cuadro va a generar un retraso en el desarrollo del lenguaje, que no en la producción de sonidos. Veremos en casos muy severos como la imposibilidad de gestionar el lenguaje verbal será sustituido por gritos, sonidos guturales y la aparición de conductas problemáticas.
El impacto en la alimentación
De la misma forma que en el lenguaje, la falta de gestión y planificación motora, dificulta la verbalización, a la hora de comer vamos a encontrar problemas similares.
Vemos como niños que mastican mal, con mordida débil, con problemas para generar el bolo, con una baja motilidad lingual, con problemas de deglución, e incluso, en muchos casos disfagia. Es importante destacar que hay muchos niños con autismo que presentan muchas infecciones de las vías respiratorias, bronquitis, neumonías, …, y es muy habitual que estas tengan su origen en una mala deglución. Es decir, partes del alimento acaban en las vías respiratorias y provocan estas infecciones. Y nuevamente, a pocos se les ocurre pensar que esas infecciones recurrentes puedan tener un origen en una disfagia o problemas de deglución.
Es decir, vemos como estos problemas oromotores generan también problemas a la hora del momento de comer. Incluso, generan conductas de evitación, entre los problemas sensoriales y motores el niño acaba traumado en muchas ocasiones, y si a eso le sumamos la rigidez, veremos a niños que desarrollan hiperselectividad alimenticia. Y no, nada de todo esto se resuelve con técnicas de modificación de conducta.
Es curioso como cuando los niños se someten a procesos de trabajo para resolver sus problemas de alimentación, mejoran mucho su producción verbal. Ya que el trabajo de regulación sensoriomotriz mejora, precisamente, el control de su gestión muscular, propioceptiva e interoceptiva. Y esta mejora también impacta en un mejor control bucal a la hora de la producción del habla.
¿Todos los niños con autismo presentan déficits oromotores?
Bien, este aspecto de tanta relevancia sigue con poco nivel de investigación de calidad. Según un estudio reciente que llevó a cabo una revisión sistemática relativa a las deficiencias motoras en el autismo3 encontró que entre el 50 % y el 88 % de los niños con TEA presentaban deficiencias motoras significativas. Es decir, deficiencias motoras generales.
Otro estudio de revisión, también muy reciente y de libre acceso, se enfocó concretamente en los déficits oromotores en el autismo4 . De todos los estudios revisados se encontró que la gran mayoría (81 %) de los estudios incluidos informaron de déficits oromotores significativos relacionados con la producción del habla, las habilidades oromotoras no relacionadas con el habla o la alimentación. Para algunas características menos estudiadas, como la coarticulación/coordinación, el 100 % de los estudios informó de déficits. Este hecho parece estar infradiagnosticado, ya que en muy pocos casos se abordan estas dificultades de manera directa.
En esta revisión se hace hincapié precisamente en los problemas asociados al habla y la alimentación ligados a problemas oromotores, y por supuesto, a su poca atención desde la práctica profesional. Pero también vemos como problemas ligados a la anticipación motriz están afectados, la torpeza, los factores ligados a la resonancia motora que ya describimos en 2014, o a la dispraxia.
El estudio es altamente recomendable si es usted profesional y desea profundizar más.
¿Y quién y cómo debe intervenir?
Los perfiles profesionales que trabajarán esta área son en primer lugar logopedas, ya que es el perfil profesional de mayor relevancia para este aspecto; también el terapeuta ocupacional será de apoyo para la evaluación sensorial; y el psicomotricista.
Obviamente lo primero es realizar la evaluación completa, ver si en algún caso hay que derivar al otorrinolaringólogo, y a partir de esa evaluación planificar el plan de trabajo, que estará centrado en cada niño. Es decir, no hay modelos generales, ni trucos, ni 5 pasos para resolverlo, ni podrán hacer intervención remota ni ninguna otra fruslería moderna. La intervención se realizará en persona, en sesiones con el niño. O no tan niño, porque muchos de estos problemas pueden persistir a lo largo de la vida.
Es decir, que incluso en adolescencia, juventud o vida adulta se pueden abordar estos déficits.
Conclusiones
En primer lugar, es evidente que falta investigación al respecto. Pero sobre todo falta concienciación e información, no solo a nivel familiar, si no a nivel profesional. Ya que pocas veces ves que la terapeuta de turno solicite una evaluación oromotórica del niño, salvo que sus problemas sean tremendamente obvios y visibles.
Nuevamente volvemos a intentar dar las causas de algunas de las dificultades que rodean al autismo, y nuevamente vemos que no son conductuales. Es muy importante entender que los problemas de conducta son la manifestación de un “algo” que impacta negativamente en el niño.
Es decir, la conducta es el síntoma, no el problema. Por ese motivo vengo diciendo desde hace mucho tiempo que el autismo NO ES UN PROBLEMA DE CONDUCTA, la conducta es la parte visible del iceberg, pero es la parte invisible la que de verdad hunde los barcos.
Obviamente ante este tipo de situaciones, ningún especialista en conducta nos va a aportar ninguna solución, ya que el enfoque adecuado de la intervención obvia la manifestación -la conducta- para centrarse en el problema -el déficit oromotor-, que es como deberíamos trabajar en autismo.
De hecho, la profesional que trabaje con el niño o niña dará pautas a la familia para que sigan trabajando esos déficits en casa.
BIBLIOGRAFÍA
- 1.McPhillips M, Finlay J, Bejerot S, Hanley M. Motor Deficits in Children With Autism Spectrum Disorder: A Cross-Syndrome Study. Autism Res. Published online September 24, 2014:664-676. doi:10.1002/aur.1408
- 2.Ygual Fernández A, Cervera Mérida JF. Dispraxia verbal: características clínicas y tratamiento logopédico. RevNeurol. Published online 2005:S121. doi:10.33588/rn.40s01.2005083
- 3.Kangarani-Farahani M, Malik MA, Zwicker JG. Motor Impairments in Children with Autism Spectrum Disorder: A Systematic Review and Meta-analysis. J Autism Dev Disord. Published online March 22, 2023. doi:10.1007/s10803-023-05948-1
- 4.Maffei MF, Chenausky KV, Gill SV, Tager‐Flusberg H, Green JR. Oromotor skills in autism spectrum disorder: A scoping review. Autism Research. Published online April 3, 2023. doi:10.1002/aur.2923
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