El filósofo griego Aristóteles afirmaba que la esperanza es el sueño del hombre despierto, como una visión utópica de algo en un futuro cercano, pero, sobre todo, de tu capacidad y determinación para alcanzar tus propios sueños e ilusiones. La esperanza es eso que cuando pierdes te quedas sin objetivos de vida y te deja transitando por la vida en dirección a nadie sabe dónde, en vez de ser alguien despierto, eres alguien dormido.
Durante muchos años he tenido una obsesión, el autismo, he afrontado mi obsesión con un alto nivel de pedantería y vehemencia, soy pedante y vehemente, ¡qué le voy a hacer!, me obsesiono e intento ir más allá, intento saber más y más, aprender todo cuanto sea posible para poder ver las cosas desde una visión global. Reconozco que esto tiene sus ventajas e inconvenientes. Pero si lo pongo en la balanza, creo que hasta cierto punto merece la pena. Sobre todo porque te permite poner pasión a lo que haces, a lo que crees, sin pasión no hay sueños imposibles.
Decía Faulkner, “No se puede nadar hacia nuevos horizontes hasta no tener el coraje de perder de vista la costa”, yo perdí la costa hace ya tiempo, y ahora navego en un mar inmenso con la esperanza de ver tierra de nuevo. Perderse en el océano tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes.
Salí a navegar hace mucho, pensaba que sería una muy solitaria navegación, pero la verdad es que no, llega un momento en que empiezas a ver más y más barcos, con navegantes que en su día pensaron lo mismo, y curiosamente, a todos esos navegantes les pasó algo parecido, pensaron que había algo más allá y los juzgaron exactamente igual, ya saben, mal de muchos consuelo de tontos.
Los inconvenientes son muy curiosos, generalmente los ponen otras personas, que dicen que sencillamente estás loco por lanzarte al océano sin saber que hay más allá, te acusan de soberbia y de arrogancia por poner en tela de juicio sus verdades absolutas, sus discursos, sus odios y rencores, dicen que probablemente llegues a un lugar donde el océano se acaba y caigas al vacío, normalmente te desean lo peor, es parte de las servidumbres humanas. Piensan que no estás bien, sobre todo cuando crees que más allá de la línea del horizonte hay algo. Lo que te mueve es la esperanza y la fe en que el mundo no es como te lo cuentan, que la Tierra no es plana.
Descubres que realmente das miedo, y no das miedo por quién eres o lo que haces, das miedo por lo que representas, no someterte al gobierno social, a ir por donde te dicen que tienes que ir, a hacer caso a quienes te dicen ¡haz esto! ¡haz aquello!, a quienes te dicen que sigas su estela, bordeando la costa, sin perder la tierra de vista. Bien, cada cual debe decidir por sí mismo. Hay mucho de libertad condicionada y restringida en el autismo.
Fragmento de la película Easy Rider, donde se reflexiona sobre el peligro de ser libre
El mayor problema es que el miedo es muy contagioso y no te deja pensar, te bloquea, y cuando tienes miedo acabas haciendo caso a quien crees que conoce el camino, y eso te lleva a seguir el camino de otra persona. A veces hay suerte, a veces no, pero dejaste de tomar tu propia iniciativa.
Llevo mucho tiempo diciendo que debemos cuestionarnos todo, no creernos realmente nada ni a nadie, debemos ser críticos con nosotros mismos, reflexionar, usar la información que tenemos a nuestro alcance para evaluarla nosotros, el problema es cuando la información que tenemos dice qué debemos hacer, ahí se fastidió la cosa, porque no es información, son instrucciones. Ya perdiste tu libre albedrío. Cuestiona todo.
El 31 de enero del 2007 publiqué un texto (que realmente no recuerdo de quien era, lo reconozco fue un copia y pega) en Autismo Diario, Necesidades de las personas con autismo, 13 años y 2.308 artículos después, muchas cosas en mi mente han cambiado, han evolucionado, cosas que antes me parecían geniales ahora ya no me lo parecen tanto. Pero la esencia es la misma y Ortega y Gasset lo afirmó sabiamente: Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñas. Porque las verdades de hoy pueden ser las mentiras del mañana, y viceversa.
Absolutamente nadie está en posesión de la verdad absoluta, hay miles de verdades, y cada cual debería tener la suya propia, y si luego esa verdad se convierte en una verdad de grupo, pues fantástico, es una buena verdad hoy, mañana quien sabe.
En el autismo es igual, durante décadas nos hablaron de una verdad absoluta, hoy ya no lo es tanto, hoy tenemos una verdad sustituta, ¿qué pasará mañana? Sinceramente, no lo sé. Pero es con las verdades temporales con lo que funcionamos, pero hay que considerar una cosa, procura que esa verdad temporal sea tuya, que esté acorde con tu realidad, con tu criterio, a lo mejor te equivocas, pero equivocarse no es malo, a mi me tendrían que dar un Doctorado Summa Cum Laude por la Universidad del Universo en equivocaciones, meto la pata de forma sostenida, y supongo lo seguiré haciendo, pero es que yo no quiero ser perfecto, yo quiero equivocarme, porque equivocarse significa que haces cosas, y que te arriesgas, pero sobre todo, que aprendes.
Pero sea la verdad que sea la que ustedes deseen construir sobre el autismo, que nunca pierdan aspectos muy extensos y básicos, que son la humanidad, el respeto a la dignidad de esa persona y, sobre todo, no juzgarlos ni apenarnos por ellos. No les hablen como si fueran bebés eternos, esa forma cantarina de hablarles como si fueran idiotas y tuvieran 8 meses es indigna, no son bebés, no juzguen sus conductas porque es su forma de hablarles, no los presionen, no trasladen a ellos sus expectativas, entiendan las expectativas de la otra persona, no se dejen llevar por las normas sociales, porque nada les va a funcionar, las normas sociales no son lógicas, hablen con cualquier persona con asperger y les explicarán porque es tan difícil entender los condicionamiento sociales.
Ayuden a esa persona a construir su propia verdad, y recuerden, no se crean a nadie, empezando por mi mismo, saquen sus propias conclusiones, critíquense a ustedes mismos, la autocrítica es el paso primero para poder buscar esa costa deseada, para llegar finalmente a tierra.
«Solo sé que no sé nada», con esta sentencia Sócrates manifestaba su ignorancia, a pesar de ser considerado uno de los hombres más sabios de su tiempo. Reconocer nuestros límites es lo que nos empuja a romperlos, nada hay más peligroso que un ignorante que afirma tener la posesión de la verdad y que te empuja a aceptar la suya como la buena. La verdadera sabiduría es la que alcanzas cuando reconoces tu absoluta ignorancia, no es sabio el que más sabe, sino quien más cuestiona su propio conocimiento.
Hoy sigo navegando, sigo sin ver tierra, pero mantengo mi esperanza.
Quién quiera enseñarnos la verdad que no nos la diga.
Que nos sitúe de tal modo que la podamos descubrir nosotros mismos.
José Ortega y Gasset
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Y cómo se aprende a quitar el miedo??? Los padres de hijos con autismo vivimos por y para nuestros hijos, de una manera inimaginable por otros padres. A veces perderse para encontrase, no es lo definitivo.
Siempre útil su enseñanza Sr. Comin. Gracias!
Quizás no fue casualidad, pero así encontré tu artículo mientras elaboraba una práctica de una de mis asignaturas de Psicología, y…, maravilloso artículo.
Su título me despertó mucha curiosidad y con forme iba leyendo, más y más me iba emocionando con tus palabras.
Me ha encantado la metáfora que utilizas de “salir a navegar” y cómo en muchas ocasiones nos paralizamos y no avanzamos por los límites que nos imponen los demás. Yo soy de las que me uno en esa andadura del aprendizaje, del descubrimiento, de la curiosidad, así que seguiré navegando, disfrutando del viaje y encontrándome así, a personas como tú.
Gracias por compartir tus pensamientos.
Saludos Daniel
Este texto me parece que lo van a entender 4, supongo que de los que andan por ahí navegando en ese barco llamado autismo.
Me quedo sobre todo con dos cosas, me parecen extremadamente ciertas:
no das miedo por quién eres o lo que haces, das miedo por lo que representas
equivocarse significa que haces cosas
Es la realidad absoluta, la que nadie desea ver, solo una mente autista era capaz de atizarles a los neurotípicos en la cara, pero dudo que lo entiendan.
Damos miedo porque no aceptamos esos convencionalismos sociales, y sí, hacer cosas, que gran verdad, la gente no hace nada pero juzga al que la hace.
Como siempre, Daniel Comin diciendo la verdad que nadie desea conocer, haciendo amigos.