Investigadores de la Universidad de Yale (EE.UU.) han identificado una región específica del cerebro asociada con la sintomatología social del autismo usando una tecnología nueva e innovadora.
Una característica común del trastorno del espectro del autismo (TEA), es un menor contacto visual con los demás en condiciones naturales. Aunque el contacto visual es una parte críticamente importante de las interacciones cotidianas, los científicos se han visto limitados en el estudio de la base neurológica de la interacción social en vivo relacionada con el contacto visual en el autismo. Ello era debido a la incapacidad de obtener imágenes del cerebro de dos personas simultáneamente.
Sin embargo, utilizando una tecnología innovadora que permite obtener imágenes de dos personas en condiciones naturales y en vivo, los investigadores de Yale han identificado áreas cerebrales específicas en la región parietal dorsal del cerebro asociadas con la sintomatología social del autismo. El estudio, publicado el 9 de noviembre en la revista PLOS ONE 1 , encuentra que estas respuestas neuronales al contacto directo con la cara y los ojos pueden proporcionar un índice biológico relevante para el diagnóstico y clasificación clínica y la evaluación del autismo.
“Nuestros cerebros están hambrientos de información sobre otras personas, y necesitamos comprender cómo funcionan estos mecanismos sociales en el contexto de un mundo real e interactivo tanto en individuos de desarrollo típico como en individuos con autismo”, dijeron Joy Hirsch, Elizabeth Mears y House Jameson, profesor de psiquiatría, medicina comparada y neurociencia en Yale, y coautor del estudio.
El equipo de Yale, dirigido por Hirsch y James McPartland, profesor en el “Centro de estudios infantiles de Yale”, analizó la actividad cerebral durante breves interacciones sociales entre parejas de adultos, siendo un participante una persona de desarrollo típico y otra con autismo. Para ello utilizaron espectroscopia funcional de infrarrojo cercano, un método de neuroimagen óptica no invasivo. A ambos participantes se les colocaron gorras llenas de sensores que emitían luz en el cerebro y también registraron cambios en las señales de luz con información sobre la actividad cerebral durante la mirada a la cara y el contacto visual.
Los investigadores encontraron que, durante el contacto visual, los participantes con autismo tenían una actividad significativamente reducida en una región del cerebro llamada corteza parietal dorsal en comparación con los participantes de desarrollo típico. Además, las características sociales del Autismo, medidas por las puntuaciones ADOS (Autism Diagnostic Observation Schedule, 2nd Edition), se asociaron con la actividad en esta región del cerebro. La actividad neuronal en estas regiones fue sincrónica entre los participantes de desarrollo típico durante el contacto visual real, pero no durante la mirada a una cara de un video. Este aumento esperado en el acoplamiento neuronal no se observó en el autismo y es consistente con las diferencias en las interacciones sociales.
“Ahora no solo tenemos una mejor comprensión de la neurobiología del autismo y las diferencias sociales, sino también de los mecanismos neuronales subyacentes que impulsan las conexiones sociales típicas”, dijo Hirsch.
Nota de prensa provista por la Universidad de Yale. Original en inglés escrito por Bill Hathaway.
Nota del editor: Algunos contenidos han sido levemente modificados para adaptarlos a la traducción en Español.
Bibliografía
- 1.Hirsch J, Zhang X, Noah JA, et al. Neural correlates of eye contact and social function in autism spectrum disorder. Carels V, ed. PLoS ONE. Published online November 9, 2022:e0265798. doi:10.1371/journal.pone.0265798
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