¿Y me lo dices ahora?

¿Cómo saber quién soy realmente después de toda una vida huyendo de mí misma? ¿Cómo aceptarme tal y como soy a sabiendas de que eso implica aceptar como mías todas esas dificultades que he intentado negar?

Un elefante que se creía pájaro, que se esforzaba por ser un pájaro como los demás y que por más que se esforzase, no lo conseguía. Un elefante que se esforzaba hasta la extenuación tratando de hacer piruetas que los demás pájaros hacían de forma totalmente espontánea y natural. Y un elefante que ya estaba cansado, muy cansado y ya no quería seguir intentando ser pájaro nunca más.

¿Como recuperar mi verdadera identidad si la he machacado, insultado, renegado de ella y enviado a un rincón tan oscuro y profundo que no se dónde buscarla? ¿Realmente queda algo de mí misma escondido dentro de este personaje secundario y anodino que me he visto obligada a crear para sobrevivir en sociedad? Y la respuesta es sí.

Había una persona cuya mirada siempre proyectó aceptación y amor hacia mi. Alguien que, a pesar de conocer a mi personaje, quiso saber qué se escondía tras de él. Y fui desnudando mi alma, liberándome de tantos prejuicios, sintiéndome cada vez más libre hasta que me armé de valor, para mostrarme sin filtros.

Por suerte, la esencia de mi yo más profundo no había sido destruida por completo. Estaba presa,  reducida en un pequeño frasco pero, al menos, seguía estando y eso la hacía recuperable.

Soy yo cuando mi hipersensibilidad sensorial me lleva al colapso y a padecer migrañas insufribles, pero también soy yo cuando disfruto de esta hipersensibilidad y me quedo un ratito más en la cama con mis pequeños sintiendo su olor y el tacto de su piel, único e inconfundible para mi e imperceptible para el resto.

Soy yo cuando hablo en mi lengua nativa, el lenguaje escrito. He aprendido el lenguaje oral para poder sobrevivir y porque es el que hablan personas a las que quiero, pero sobretodo soy yo cuando me permites expresarme por escrito, en mi lengua nativa, sin juzgarme por ello.

Soy yo cuando no cumplo las normas sociales establecidas sobre felicitaciones de cumpleaños y demás fiestas, pero también soy yo cuando a pesar de eso, cojo el teléfono y haciendo una excepción, te felicito porque se que es importante para ti y yo te quiero.

Soy yo cuando la ansiedad se apodera de mi al sentir que pierdo el control, que el resultado no es el que esperaba o que no puedo predecir lo que va a pasar para poder anticiparme. Pero también soy yo cuando me tomo el tiempo necesario, aprieto los puños con fuerza, respiro profundo, miro a mis hijos y salgo afuera a comerme el mundo.

Soy yo cuando me bloqueo socialmente y no puedo emitir una sola palabra lúcida y también soy yo cuando me sumerjo en esas conversaciones maravillosas, en la intimidad de mi hogar y de mi familia.

Soy yo cuando difícilmente consigo llegar a casa con todas las pertenencias con las que salí de ella sin haber perdido alguna. Pero también soy yo cuando de forma tan cuidada y minuciosa preparo y organizo alguna de las actividades que tanto me apasionan.

Soy yo cuando me pierdo en una calle paralela a la de mi casa, pero también soy yo cuando GPS en mano, o incluso haciendo un sobreesfuerzo por preguntar a un desconocido, finalmente siempre consigo llegar a mi destino.

Soy yo cuando hago un chequeo propio de un escáner tipo láser en dos segundos en busca de cualquier tipo de imperfección imperceptible a cualquier ojo humano, pero también soy yo cuando a pesar de la lista de imperfecciones, sonrío con mirada de aprobación porque se que hay cosas maravillosas en su perfecta imperfección.

Soy yo cuando me aferro a mis rituales y rutinas oponiéndome a cualquier tipo de pequeña variación, pero también soy yo cuando lanzo al cubo de basura más cercano sin titubear cualquier costumbre, tradición o enseñanza irracional o carente de funcionalidad.

Soy yo cuando trazo esa línea invisible a mi alrededor que no me gusta que los demás sobrepasen, pero también soy yo cuando me fundo en esos abrazos que no solo abrazan la piel, sino el alma, y que, sin querer, me hacen cerrar los ojos.

Soy yo cuando me resulta difícil ponerme en el lugar del otro para entender su visión de las cosas, pero también soy yo cuando hiperempatizo con el sufrimiento de otras madres, ante la impasibidad de otros.

Casi siempre de extremos, a menudo blanco o negro, todo o nada, llena de fortalezas y de dificultades ¿Pero, sabes una cosa? Cuanto más me acerco a la que soy en realidad, más me gusta lo que veo.
No ha sido fácil llegar a los 33 años desconociendo que estoy dentro del espectro del autismo. Intentando entrar en un molde en el que para encajar, he tenido que retorcer brazos y piernas hasta el punto de no reconocerme. Pero, sobre todo, sabiendo que por mucho que me esfuerce, mi mente no es ni será nunca neurotipica, y odiarme por ello.

Probablemente con un diagnóstico más temprano, mi autoestima no se hubiera visto machacada de esta forma, sin embargo, una cosa si tengo clara, aunque tarde, al menos ha llegado. El diagnóstico me ha traído calma y serenidad. Me ha traído la pieza que faltaba para poder hacer encajar el puzle de mi vida y como no, también ha traído respuesta a millones de preguntas que bombardeaban mi cabeza desde niña.

Este es el motivo del silencio que llevo guardando varios meses y de la necesidad que he sentido de vivirlo hacia dentro, asimilarlo e interiorizarlo para poder seguir, ahora sí, queriéndome por lo que soy.

A veces para poder seguir, hay que empezar desde cero. Hay relatos que al leerlos actúan como bálsamo para las heridas del corazón. Escribir es el bálsamo que cura las mías.

Sobre la autora:

Marta Morito Aguilarhttps://atravesdetusojos.wordpress.comhttps://www.facebook.com/atravesdetusojos0/


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5 comentarios en «¿Y me lo dices ahora?»

  1. Dios mío, me estremecieron tus palabras. Me siento plenamente identificado, aunque a mi historia hay que agregarle traumas inefables. Pero es exactamente lo que he vivido, toda una vida dormido, ciego, estrellándome con la realidad, y de repente me asalta el despertar, que ha sido en mi caso un desgarramiento abrupto y al mismo tiempo un proceso donde todos los días voy recogiendo una pieza de quién soy realmente; es muy doloroso.
    Cómo es posible vivir décadas de tanta ceguera si se supone que somos muy inteligentes; la respuesta es que una parte cerebral de mi está gobernada por la estupidez. Descubrí hace pocos días que toda mi vida desde niño he sido autista, cada día miro mi pasado y descubro una nueva conducta autista que para mí eran insignificantes. Es como si el mundo me cayera encima y como si estuviera naciendo de nuevo. No hay palabras para explicar este darse cuenta. Me entristece no haberme dado cuenta más joven para aprovechar mi juventud, pero creo que por mi vida traumática, no tenía las herramientas emocionales para soportarlo y quizá no estaría vivo. Ahora me angustia si seré capaz de enfrentar el futuro con esta nueva conciencia. Y son tantos deseos que tengo pendiente por hacer, todos de alta complejidad, que no sé por dónde empezar y tengo miedo de colapsar por el desespero de hacer en 2 meses lo que no hice en los últimos 18 años. Además estuve esos 18 años esclavo de una adicción y tampoco nunca me di cuenta. Este despertar ha sido escandaloso, dos rayos me han atravesado sin anestesia, por un milimetro me salvé de perderme en el abismo para siempre. Apenas estoy procesando, asimilando toda esta locura, estoy vivo para contarlo gracias a Dios, a mi familia y a mis amigas del alma. Y gracias a la escritura, al poder de la palabra. Ahora me toca a mí dar mis primeros pasos en esta nueva vida que deseo construirme.

    Ya tengo 36, ahora sé quien soy, siento que es tarde pero tengo la esperanza de poder rehacer mi vida siguiendo los verdaderos deseos de mi corazón.

    Gracias por tus hermosas palabras.

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  2. Me has hecho saltar las lagrimas Marta, la verdad que tambien ando mas sensible si cabe de lo normal, porque me acaban de diagnosticar con 42 años, asperger grado 2, e intentando averiguar mas o menos eso del grado he dado con esta pagina que me tiene superenganchado. No sabes lo identificado que me siento con todo lo que has escrito, hasta me hace gracia la comparacion del elefante y el pajaro porque yo antes de saber nada de esto ya me decia, si es que parezco una sirenita encerrada en un cuerpo de oso, hago las cosas con mucha delicadeza y resulta que voy dando zarpazos por donde paso…., maldito perfeccionismo. He terminado viviendo aislado en un pueblecito en lo mas recondito de la Bretaña francesa donde todo el mucho esta curioso por saber que coño he ido a hacer alli, ahora ya lo entiendo mas, antes solo sabia que alli podia salir a la calle sin encontrarme con nadie casi nunca, que podia de una vez ser yo mismo sin tener que hacer el agotador teatro de la sociedad. Cuando me enteré que la mayoria de la población hace eso de forma innata se me saltaban las lágrimas, con la energia que me consume la mas minima relacion social, hasta con mis padres; antes, durante y despues, porque : entre pensar como debo actuar, ver como lo estoy haciendo y hacer un balance posterior de como ha salido todo se me pasan las horas y se me van las fuerzas… Hasta ahora me decia el psicologo que mirase la parte positiva, pero si se me iba toda la atencion en controlar la situacion que parte positiva ni que nada… Dicen que el que quiere, puede. Sinceramente vengo de 42 años queriendo e intentandolo y el nivel de frustraccion y agotamiento ha superado ya todo los limites sin hablar del autocastigo inflingido y la culpabilidad consecuente; asi que para mi el diagnostico ha sido muy liberador. Ya puedo volver a mi soledad donde disfruto siendo yo: haciendo los mismos paseos a las mismas horas todos los dias, donde nunca encuentro conocidos que me lo alteren, donde puede tirarme horas acariciando un petalo de una flor o mirando como sube la marea sin que nadie al lado me rompa el momento porque se aburre… Yo soy feliz asi y finalmente he encontrado mi lugar y se que la gente no lo entiende, yo tampoco entiendo que encuentran de agradable a meterse en el ruido infernal y el tumulto de un feria por ejemplo y toda esa gente va alli voluntariamente, vamos que no la pagan por hacerlo, algo encontraran que yo, claramente, no veo.

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  3. Querer es poder, me lo e repetido siempre, la fuerza interior hace que uno haga realidad todas tus esperanzas y en ti lo vuelvo a revalorizar, Paolo es mi hijo y es o tiene Autismo y con tu razonamiento que es muy similar al mio pude sacarlo de un inminente encierro.
    Sigue asi resulta, haslo con mas ainco te llevara lejos donde nadie cree que tu puedas llegar te lo aseguro.

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  4. Muchas gracias por compartir tus experiencias. Seguro que durante mi vida me he cruzado con personas que tienen las mismas sensaciones que tu y no me he dado cuenta. No me parece justo que no podáis ser vosotros mismos precisamente porque los demás no tengamos la capacidad de darnos cuenta de que hay otras maneras de ser, sentir y vivir. Intentemos cambiarlo ,una buena manera es difundirlo comos has hecho en este artículo.

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