Tener un hijo con autismo

No voy a ser objetivo, lo siento. He leído este libro dos veces, soy un privilegiado porque lo he leído antes de que sea llevado a imprenta. Y no voy a ser objetivo porque me es imposible, este libro aborda un tema complejo de una forma simple. Y posiblemente te interesa este libro porque, de una forma u otra, el autismo es algo que te interesa.

Este no es un libro mágico, aunque quizá sí pueda hacer magia, sobre todo con tu mente.

Melisa ha escrito, no un libro, sino muchas historias vitales interrelacionadas; historias reales, y simples, que nos llevan a través de diversos procesos mentales, algunos muy dolorosos, otros no tanto. Este es un libro de vida.

A través de las historias de su propia vida, la autora, nos hace entender que el autismo te sacude como la coz de una mula terca, te deja KO, pero también te despierta algo tremendo “el miedo”, y ese miedo va a ser tu gran enemigo. Algunos lo llaman «proceso del duelo», que no es más que un proceso de gran sufrimiento, del que aprendemos poco. Es como en la genial película de Bayonas “Un monstruo viene a verme”, un proceso doloroso, donde amor y miedo luchan uno contra otro. Pero no es el fin del mundo, hay formas de enfrentar y vencer a ese “monstruo” que, en realidad, solo está en nuestra mente.

Melisa nos habla de cómo nuestros miedos nos llevan a la vergüenza social, al aislamiento, a la crisis del amor. Pero también nos da luz para ver que «descubrir la felicidad» es más simple de lo que pensamos, a veces es tan sencillo como columpiarse bajo el sol del otoño.

Su hijo Jaime le enseñó a enamorarse de la vida, a diferenciar entre bebés-perro y bebés-gato y apreciar que ambos son muy interesantes y que pueden llenar tu vida de forma fantástica. También aprendió a ver que -a veces- la persona más tóxica podemos ser nosotros mismos. Descubrió que cuando juzgamos a los demás, realmente es un juicio hacia nosotros mismos, los juicios suelen tener la capacidad de ser un espejo. Jaime le descubrió que nunca debes dar nada por sentado, que un diagnóstico nunca es un pronóstico. Aprendió que la vida se compone de muchísimos pequeños instantes que, si aprendemos a detectarlos, nos van a llenar de gozo. Aprendió que la adversidad te enseña, siempre y cuando la afrontes desde la serenidad, porque incluso en los momentos más complejos y duros, la calma os ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva.

Jaime le enseñó a no compararlo con nadie que no fuera él mismo. A que, sin desviarse de la realidad, se puede aterrizar en la vida con sensatez, calma y criterio. Esto te evita caer en manos de gente sin escrúpulos que están siempre prestos a vaciar tus bolsillos a costa de tus esperanzas. Y también te enseña a alejarte de fanáticos que creen en milagros, o incluso, a marcar distancia con personas tóxicas, que no solo no aportan nada, son como agujeros negros que te absorben la energía.

Este libro nos habla de cómo abordar un proceso vital de forma útil. No vas a sentir compasión, ni pena, ni lástima por la autora, este libro -afortunadamente- no da pena en ningún momento, ni tampoco lo pretende. Pero sí nos explica -de forma productiva- una realidad difícil.

Tener un hijo con autismo puede ser muy complejo, difícil, duro, extenuante, …, pero no debe -bajo ningún concepto- significar el fin del mundo. Debemos abordar la crianza desde un modelo de paternidad/maternidad consciente, obviando muchas de las cosas que la sociedad quiso inculcarnos, nos obliga a cambiar nuestro «programa» mental y cambiarlo por un modelo más humano de entender la vida.

Alejarse del victimismo es fundamental. Si somos, o vamos de víctimas, no buscaremos resolver nada, solo buscaremos que nos den la razón, que estén de acuerdo con nosotros, que nos “alaben” por nuestra capacidad de sufrimiento, y a más entremos en ese modelo, más nos costará salir, es como una droga, que te destruye a ti y a quienes te rodean. Caer en ese modelo es el principio del fin, nos llevará por un camino nada bueno.

Pero también nos advierte de que determinados estados de nuestra mente pueden perjudicar seriamente nuestra calidad de vida y la de quienes nos rodena. Ese modelo de “mamá/papá guerrera/o” tiene cosas buenas, pero también cosas malas. Salir al mundo con una espada y un escudo a pelearse con todos y por todo, nos hace no darnos cuenta que, quizá, el escudo sea nuestro propio hijo. Sin embargo, no significa que no debamos luchar por los derechos de todo niño, pero nunca desde la ira, la furia, el rencor, o la desesperación.

Dije que no iba a ser objetivo, y me es imposible, porque yo también soy padre de un adolescente con autismo. Mi historia es muy diferente a la de Melisa, sencillamente porque mi hijo es muy diferente a Jaime, sin embargo, de alguna forma nuestras vidas se hallan enlazadas por una especie de cordón mágico, uno que muy pocos podemos ver, pero que sentimos de forma intensa.

Cuando miras a una mamá o un papá que están en ese cordón mágico, a veces solo necesitas una corta mirada para entender mucho. Hay cierta sintonía. Pero también, cuando dejaste atrás la desesperación (Y recuerden, la desesperación siempre hace “malos negocios”) y descubres que la vida te cambió y que nada es tan terrible como pensabas, también puedes ver en esos “compañeros de viaje” que, en su mirada, sigue existiendo un velo que no les deja ver con claridad. Lo reconoces perfectamente, tú mismo lo tuviste. Retirar ese velo, dejar pasar la luz con toda su intensidad y claridad es uno de los propósitos de este libro.

A quienes descubrieron que tener un hijo con autismo no es el fin del mundo, este libro les va a gustar, recordarán muchos de los momentos por los que pasaron en su vida, esos que te dejaron cierto regusto a: ¡Cómo pude ser tan tonto y estar tan ciego! Claro que a toro pasado todo es más fácil ¿verdad?

A aquellas personas que siguen intentando “no sé qué” para que su hijo “hable, se porte bien, aprenda al mismo ritmo que los «otros» en la escuela, …, se cure, …, o lo que sea que busquen”, realmente necesitan leer este libro. En algunas cosas se verán totalmente identificados, en otras parcialmente, y quizá en algunas otras nada identificados. Pero si son capaces de leer con calma, verán que les están hablando de su vida, de cómo cambiar la percepción del mundo. Y si pueden, léanlo un par de veces.

Si, por el contrario, no tienes nadie cercano con autismo, léelo también, aprenderás mucho sobre el afrontamiento de situaciones complejas de la vida. Nada es tan terrible ni dura eternamente.

Sólo imagina que hoy fuese tu último día de vida, ¿realmente querrías estar tus últimas horas de vida lamentándote? ¡Vivid la vida de forma intensa! ¡Descubrid que también el sol del otoño es felicidad!

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1 comentario en «Tener un hijo con autismo»

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