A mi compañero neurotípico

Como uno de esos maravillosos paisajes donde mar y montaña están tan cerca que resulta difícil establecer dónde está el límite entre ambos. Tan diversos, tan opuestos, tan diferentes… ¿O tal vez no?

Ambos hermosos al ser observados como espacios individuales. Belleza que se ve multiplicada cuando levantas la vista y tienes el privilegio de observar la grandeza que juntos componen. Y cuando descubres estos paisajes, la idea preconcebida que tenías sobre la necesidad de elegir entre “playa o montaña” se desvanece. No existía tal necesidad.

Mientras muchos dedican su tiempo a poner límites, a marcar diferencias y a encasillar, la naturaleza nos demuestra que formamos parte de un todo. Todo es gradual, los límites no existen. Los límites los dibujamos nosotros para tratar de entender, clasificar y ordenar un mundo tan complejo y diverso que en tantas ocasiones se escapa a nuestro entendimiento.

La gota de lluvia que cae sobre la cumbre se desliza dejándose llevar por la ladera de la montaña. A ella se unen más gotas que finalmente desembocan en el mar y poco después, el agua se evapora y de nuevo se condensa para dar paso a la lluvia. ¿Acaso esta gota se detiene a marcar el límite entre un estado y otro? Se deja llevar, forma parte de un ciclo, de un todo. Es lluvia, es río, es mar y es nube, no puede ser encasillada.

Mar y montaña formando parte de un mismo paisaje. A veces la escalada hasta la cima de la montaña se puede alargar incluso varios días, haciéndote creer que has abandonado la playa. Pero entonces pisas la cima y al asomarte para contemplar esa maravilla de la naturaleza, te das cuenta de que aunque tus pies se apoyen sobre la montaña, sigues estando en el mar.

Tú y yo, playa y montaña. Imagino ambas mitades del paisaje como nuestros tipos de mente. Tú, habitante de esa preciosa cala y yo, autóctona de la montaña.

Obligados a entendernos porque un día 29 de octubre de hace ya 10 años, decidimos embarcarnos en esta gran aventura y romper lo preestablecido. Dos extremos de un mismo todo unidos por amor.

Me gusta tu forma de comunicarte, sencilla, tranquila y serena. En ella no hay dobles interpretaciones ni confusión. A ti, mi vida, sí puedo entenderte. En tu mente no hay desniveles ni cambios bruscos. Eres esa preciosa cala, ese lugar donde puedo ir siempre que me apetece y ser yo misma.

A tu lado no tengo que fingir por miedo a no ser aceptada, tú sabes quién soy, siempre lo has sabido.

A tu lado no hay estrés ni ansiedad. Eres esa brisa fresca que me devuelve el aliento cuando estoy al borde del colapso.

A tu lado mis cualidades se hacen más fuertes mientras mis dificultades se difuminan. Eres capaz de sacar lo mejor de mí misma y esto es lo que te ofrezco, lo mejor de mí.

No hace falta que te lo recuerde, sabes que nunca me he sentido cómoda en la arena. Pero tú, acomodas el espacio como nunca nadie lo había conseguido. No tengo que pisar la arena, has construido una plataforma de madera para que pueda transitar cómodamente. A veces tu cala se llena de turistas y hago un esfuerzo para seguir contigo. Me das la mano, te hablo y te miro. Solo te veo a ti, ellos desaparecen.

Me gusta la forma en la que me acoges cuando la altitud de la montaña me provoca fuertes migrañas. Tu apoyo es todo lo que necesito para recuperarme.

No suelo dejar a nadie curiosear por mi montaña pero para ti no hay barreras. Sé que no te sientes demasiado cómodo caminando sobre montes escarpados, pero te he comprado unas buenas botas y un arnés, no te dejaré caer. El alpinismo es deporte de riesgo y a veces, puede jugar malas pasadas a los poco iniciados.

Cuando estamos juntos en la montaña, disfruto mostrándote escondites que nunca hubieras imaginado, lugares que no pensabas que pudiesen existir. Lugares a los que nadie ha tenido acceso, salvo tú. Esto es lo que te engancha, lo que te hacer querer continuar esta aventura llena de diversidad, amor y reaprendizajes.

Así es mi mundo, siempre lleno de contradicciones, de sentimientos difíciles de interpretar y de dificultades, pero a la vez lleno de esa belleza de la que no puedo negar que disfruto y que tanto me gusta mostrarte.

Y así discurre nuestra vida, entre playa y montaña.

A veces llevamos nuestros bañadores para ir a la montaña y otras, acampamos en la playa con nuestros enseres de montaña. No existen los límites, caminamos libremente de un lado a otro casi sin ser conscientes de ello.

Pero hace tiempo que dejamos de ser dos en este paisaje y pasamos a ser 3, y después 4. Martina nació en la montaña y Guille en el mar.

No es fácil, no siempre nos resulta posible mantener una actitud conciliadora y flexible. A veces nos obcecamos en hacer prevalecer nuestra visión de la realidad por encima de la del otro y entramos en un bucle sin salida. Que si yo digo que es un seis… que si tú dices que es un nueve… Y la realidad es que ambos estamos en lo cierto. Puede ser ambas cosas dependiendo del lugar desde el que observemos.

Después del diagnóstico de Martina, llegó el mío, pero para ti nada cambió. Nunca olvidaré tus palabras: “Siempre he sabido cómo eres, no me importa como quieras llamarlo. El diagnóstico no cambia nada de ti, me gustas tal y como eres”. Ojalá todas las personas que nos encontramos dentro del espectro del autismo tuviéramos la suerte de contar con alguien como tú en nuestras vidas.

Eres mi conexión con el resto del mundo.

Eres el que me traduce el lenguaje de los demás cuando no puedo entenderlos.

Eres la persona que más cree en mí y en todas mis capacidades.

Eres esa mano que siempre puedo apretar cuando la situación me empieza a superar.

Eres ese hombre capaz de verme como la mujer más hermosa del mundo independientemente de mi aspecto físico.

Eres el mejor padre que nuestros hijos podrían tener.

Eres el gran pilar que sostiene nuestra familia y nuestra forma de crianza.

Eres todo lo que necesitamos para llenar nuestra vida de instantes de felicidad.

¿Quién dijo alguna vez que las personas que nos encontramos dentro del espectro del autismo no podemos amar? ¿Mirar a los ojos? ¿Ser madres entregadas? ¿Llevar una vida plena? ¿Encontrar nuestro lugar en la sociedad? ¿Sentirse incluidos?

A todos los que creyéndose poseedores de la verdad dijeron esto alguna vez, les invito a conocer nuestra familia. Con todo el cariño y la neurodiversidad que nos envuelve les mostraremos lo equivocados que estaban.

Acerca de la autora:

Marta Morito Aguilar  – https://atravesdetusojos.wordpress.comhttps://www.facebook.com/atravesdetusojos0/


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5 comentarios en «A mi compañero neurotípico»

  1. me gustaria compartir con Uds una reflexión sobre un abordaje a niños con TGD, x favor enviar correo electrónico para el mismo. gracias desde SALTA RCA ARGENTINA

    Responder
  2. Esta historia es una maravilla y un referente importante para quienes empezamos a transitar por estos caminos, los felicito, y ello es una muestra de la grandeza de los seres humanos y de dios. aunque tengo muchas preguntas, por que creo que mi esposa, mi suegra y uno de mis dos hijos tienen algunas de esas características, por ahora me gustaría saber que música especializada le gusta o cae bien a un asperger. gracias.

    Responder
    • Mi experiencia es que como muchas personas escuchan diferentes tipos de música creo que lo fundamental es el volumen,Jorge lo que no soporta es el sonido de las bocinas con bajos y lo escucha aunque lo emitan muy lejos

      Responder

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