Antidepresivos y autismo

El autismo es considerado el trastorno del desarrollo con una base genética más clara. Una de las evidencias más contundentes son los  rangos de concordancia (que si lo tiene un hermano lo tenga el otro) entre gemelos monozigóticos y dizigóticos, lo que llamamos vulgarmente entre gemelos y mellizos. El zigoto es la célula inicial, el resultado de la fusión del espermatozoide y el óvulo. Esta célula inicial se divide en dos, luego en cuatro, luego en ocho… Si en esa bola de células se separa alguna, surgen dos embriones que son genéticamente idénticos, los gemelos. Si la mujer ha producido dos óvulos simultáneamente, se producen dos embarazos al mismo tiempo, los mellizos. Es decir, si los dos hermanos provienen del mismo zigoto, gemelos monozigóticos, son genéticamente idénticos, se parecen mucho físicamente. Si provienen de dos zigotos distintos (como resultado, por ejemplo, de que la madre produjo ese mes esos dos óvulos) es como dos hermanos que nacieran el mismo día y pueden ser incluso de sexos diferentes.

Un ejemplo serían Arnold Schwarzenegger y Danny DeVito en la película “Los gemelos golpean dos veces” cuyo título original era solo “Twins” (gemelos) pero en este país no perdemos nunca una oportunidad de poner un título idiota. Y además, sería mellizos y no gemelos.

Los estudios de gemelos monozigóticos y dizigóticos nos permiten sopesar la influencia relativa de la herencia (los genes) y el ambiente. Si el peso de la genética es dominante, si un gemelo monozigótico tiene un rasgo, el otro gemelo también, mientras que la concordancia será mucho menor en los mellizos. Si la influencia es ambiental, entonces gemelos y mellizos tendrán el mismo nivel de concordancia, porque la influencia del ambiente en sus vidas será muy similar.

Sabemos cada vez más sobre la base genética del autismo. Sabemos que no hay un gen del autismo pero que existen diferencias, en muchos casos como variantes en el número de copias de un gen, que son más abundantes en las personas que posteriormente desarrollan un autismo. Es decir, en ese libro de instrucciones que es el genoma, el conjunto del ADN, hay muchos genes de los que tenemos más de una copia. Pues bien, esas variaciones en el número de copias (tener 15 copias o tener 30 copias) pueden provocar algunos cambios en los niños y una de ellas sería el autismo. Y también sabemos que no todo es genética y que personas con una propensión genética similar, uno desarrolla autismo y otro no.

Conocemos también que tiene que existir también algo no genético, lo que se llama una influencia ambiental, un disparador externo, algo que implique que en un caso se desarrolle el trastorno y en otro no (por ejemplo, que un gemelo tenga autismo y el otro no). En los últimos meses hemos aprendido más sobre ese tema de “nature versus nurture”, es decir naturaleza frente a crianza o en palabras más claras, la influencia de factores genéticos frente a los factores ambientales en la aparición del autismo.

El método más sencillo teóricamente para comparar estos aspectos es trabajar con gemelos monovitelinos y divitelinos. Aunque no es fácil encontrar muchas parejas de gemelos donde haya al menos un caso de autismo, Joachim Hallmayer y su equipo de la Universidad de Stanford han podido hacerlo, encontrando que un 55% de la variación en el riesgo de autismo se debía a factores ambientales mientras que el peso de la genética era del 37%. La concordancia para autismo clásico era de 0,58 para niños monozigóticos (40 parejas, intervalo de confianza 95%, rango 0,42-0,74) y 0,21 para niños dizigóticos (31 parejas, 95%, 0,09-0,43). Para niñas monozigóticas fue de 0,60 (7 parejas, 95%, 0,28-0,90) y para niñas dizigóticas de 0,27 (10 parejas, 95%, 0,09-0,69). Esto indica la base genética parcial (la concordancia es mayor para monozigóticos que para dizigóticos y que no es la única explicación: la concordancia sería 1,0 (100%) si la coincidencia fuese total. Si en vez de autismo clásico, se mira el conjunto de los TEA, la concordancia para niños monozigóticos fue del 0,77% (45 parejas, 95%, 0,65-0,86) y de los dizigóticos de 0,31 (45 parejas, 95%, 0,16-0,46) mientras que para niñas monozigóticas (9 parejas, 95%, 0,16-0,84) la concordancia fue de 0,5 y de las dizigóticas de 0,36 (13 parejas, 95%, 0,11-0,60). Esto indica que es  más común compartir un TEA entre los dos hermanos que un autismo puro.

El siguiente problema es identificar cuáles pueden ser esos factores ambientales. Es de suponer que la lista sea larga y Lisa Croen y su equipo de la División de Investigación de Kaiser (un gran grupo sanitario norteamericano) en Oakland, California ha encontrado uno de ellos. Estudiar 298 niños con TEA y 1507 niños que fueron usados como control. Las madres que toman antidepresivos en los 12 meses previos antes de dar a la luz tienen el doble de riesgo de que el niño tenga autismo que en el resto de la población. El riesgo más alto era en las madres que habían tomado antidepresivos del tipo de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (Prozac y similares) durante el primer trimestre de embarazo. Aunque doblarlo parezca mucho, el riesgo de que el niño tenga autismo sigue siendo bajo. No hay que olvidar, sin embargo, y así lo recuerdan los autores del estudio, que tanto la madre como el niño pueden estar sometidos a un riesgo mayor si ese trastorno depresivo queda sin tratar. Por tanto, una pareja que tenga intención de ser papás, y que la mujer esté pasando por un período de depresión pueden valorar esperar un poco hasta que el episodio depresivo haya sido superado o consultar con su médico sobre sus pautas de medicación. Creo que la Ciencia nos dirá de forma inmediata si todos los medicamentos usados contra la depresión tienen ese efecto secundario desconocido hasta hoy o hay algunos que sean de eficacia parecida y no tengan este problema añadido. Por último, es otro dato para hacer reflexionar cuando hablamos del aumento de casos de autismo y pensamos en el incremento espectacular en las dos últimas décadas del uso de antidepresivos.

Para leer más:

  • Croen LA, Grether JK, Yoshida CK, Odouli R, Hendrick V. (2011) Antidepressant use during pregnancy and childhood autism spectrum disorders. Arch Gen Psychiatry. 68(11):1104-1112.
  • Hallmayer J, Cleveland S, Torres A, Phillips J, Cohen B, Torigoe T, Miller J, Fedele A, Collins J, Smith K, Lotspeich L, Croen LA, Ozonoff S, Lajonchere C, Grether JK, Risch N. (2011) Genetic heritability and shared environmental factors among twin pairs with autism. Arch Gen Psychiatry. 68(11):1095-1102.

Esta y otras más informaciones de gran interés podéis leerlas en mi blog personal UniDiversidad. Observaciones y pensamientos.

3 comentarios en «Antidepresivos y autismo»

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