ActualizaciĆ³n para manuales de estilo en medios de comunicaciĆ³n

Uno de los compromisos de los medios de comunicación hacia la sociedad es la difusión de información veraz y contrastada. Siempre desde el rigor periodístico y con la mayor objetividad. Huir de los sensacionalismos y de la información sectaria. A su vez, los medios juegan un importante papel en la toma de postura y concienciación de la sociedad.

Hoy en día se acusa a los medios de comunicación de incumplir de forma sostenida esta especie de principio ideológico, de vulnerar el código deontológico del periodismo. Presenciamos, ciertamente, un exceso de sensacionalismo, de subjetividad extrema e incluso de manipulación de la información, en muchos casos con el ánimo evidente de influir en la postura del conjunto social al que estos medios se dirigen.

Y, lamentablemente, esta acusación ha calado en la propia sociedad, que ha puesto en el punto de mira a los propios medios. La labor del periodismo, de la investigación y en suma de el conjunto de la profesión, poniéndose en duda la calidad y capacidad de este grupo profesional.

Quizás sea el momento de reflexionar sobre estos hechos. Pero ahora no pretendemos entrar en este debate. Nuestro propósito es mucho más sencillo y humilde. El próximo día dos de Abril es “El día mundial del autismo” Este trastorno afecta a unos 68 millones de personas en el mundo, unas 350.000 de ellas viven en España. Por tanto …

Hablemos de diversidad funcional y su tratamiento

En los últimos años hemos ido viendo de modo regular cómo el término autista se ha ido utilizando en los medios de comunicación como un calificativo peyorativo. “Políticas autistas”, “comportamientos autistas”, símiles con “autistas”, no son expresiones raras en nuestros medios, siendo usada la palabra autista desde un punto de vista despectivo, como un adjetivo descalificativo.

Autista se identifica con alejado de la realidad, encerrado en sí mismo. Como titular o cuerpo de un artículo de opinión o incluso de una noticia, este tipo de referencias en la prensa es -lamentablemente- abundante. Y ello a pesar de que muchas familias de personas con autismo, en su mayor parte coordinadas a través de internet, han expresado vivamente su queja ante varios medios de comunicación. Hay que reconocer que en muchos casos estas quejas han surtido un efecto inicial. Pero la memoria es corta, y al cabo de poco la queja se olvida y el término vuelve a ser utilizado en el mismo sentido que el inicial.

Posiblemente la mayoría de los profesionales de la comunicación que lo utilizan no son conscientes de que supone un agravio a una gran cantidad de personas y por extensión a sus familias. Un prejuicio convertido en perjuicio. Porque aún cuando no sea utilizado en el contexto descrito, en la mayor parte de las informaciones no es inusual que los periodistas se refieran a estas personas como autistas. Esta sola palabra, autista, engloba de un plumazo la vida, esencia presente, pasado y futuro de un individuo, con connotaciones que todos los que viven de cerca el autismo perciben como tremendamente negativas. Porque se refieren a ellos como autistas, y no como a personas con autismo.

El autismo es algo extremadamente complejo, en la actualidad se estima que afecta a 1 de cada 150 niños nacidos en España. Y no hay dos personas con autismo que sean iguales.

Las personas con autismo no son una especie de “retrasados mentales” con una increíble disposición para saltar la banca del Casino, tal y como nos mostraron en la película Rainman, Que, por cierto, la película se basa en un personaje real de nombre Kim Peek y no tenía autismo. Un estudio de 2008 demostró que sufría el Síndrome FG, una rara enfermedad genética que causa anomalías físicas y retrasos del desarrollo.

Las personas con autismo no son retrasadas mentales, no son personas sin capacidad de amar o reír. Las personas con autismo no son seres no verbales que se expresan con gruñidos. No. Son personas que tienen un Trastorno (y no una enfermedad) que les genera ciertas dificultades, en la relaciones sociales, en la empatía, en su forma de comunicarse o en la forma de percibir las sensaciones. Es un trastorno neurológico que a día de hoy no tiene una “cura” pero sí tratamiento.

Para expresarlo de un modo muy gráfico y actual, a ningún medio de comunicación se le ocurriría calificar a Esperanza Aguirre como cancerosa tras su declaración de padecer cáncer. Como si el cáncer la definiese en su totalidad. Y, aprovechando el símil, tenemos también que manifestar que la utilización de la palabra cáncer como adjetivo descalificativo es cuando menos desacertado y ofensivo para los millones de personas que tienen esta enfermedad.

Por alguna razón a las personas con autismo se las iguala con retrasados mentales, lo que nos lleva al siguiente punto a comentar. Todos conocerán que desde el año 2004, y a raíz de los juegos Paralímpicos celebrados ese mismo año, surgió un movimiento internacional para desechar el término “Retraso Mental” o la definición de “Retrasado Mental” por inadecuado, peyorativo e irrespetuoso hacia quienes están afectados por esa discapacidad. Y por ello no nos referiremos a las personas como retrasadas mentales, sino a personas con discapacidad intelectual.

En Octubre del 2010, el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, el Sr. Barack Obama, convirtió en ley federal lo que se denominó como “la ley de Rosa”, con la intención de eliminar completamente el uso del término retraso mental en las comunicaciones públicas y privadas generadas por cualquier organismo del gobierno del citado país. Así se reescribieron las leyes o disposiciones que contemplaban el citado término, sustituyéndolo por discapacidad intelectual.

En los últimos años ya se ha conseguido desterrar términos como subnormal o mongólico para referirse a personas con Síndrome de Down; o el de minusválido para referirse a personas con diversidad funcional.

Ahora pedimos un paso más, el de desterrar las acepciones peyorativas del término autista, desde nuestra responsabilidad como personas y como una forma visible de entregar a las próximas generaciones un testigo de respeto a la diversidad.

Corolario

Todos sabemos que el castellano es un idioma extraordinariamente rico, que nos ofrece múltiples posibilidades y calificativos.

Por ello nuestra petición es la de incluir y/o modificar los apartados necesarios de los manuales de Estilo de los medios de comunicación en España, para recoger al menos los siguientes puntos:

  1. Prohibición del uso de palabras y/o términos asociados a diversidad funcional y/o enfermedad como adjetivo descalificativo, o con un uso inadecuado al contexto. Verbigracia: Comportamiento autista, políticas autistas, cáncer social, retrasados.
  2. Eliminación de la palabra autista para referirse a personas con autismo. Usar en su lugar, niños con autismo, jóvenes con autismo o personas con autismo.
  3. Eliminación del término retraso mental o retrasado mental, en su lugar usar discapacidad o persona con discapacidad intelectual.
  4. Promover el uso de la denominación “diversidad funcional” como modo genérico

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