Que la educación es un derecho humano y universal no tiene discusión. Que la salud es un derecho humano y universal, tampoco tiene discusión. Ahora bien, en lo relativo a derechos ¿el orden de los factores altera el producto? Veámoslo.
Cuando la educación deja de ser un derecho y pasa a ser una obligación
Uno de los grandes caballos de batalla en el autismo es el relativo a la educación. De hecho, es uno de los factores más relacionados al estrés de las familias. El deseo de una escuela adaptada a la diversidad, a la existencia de modelos de educación inclusiva, que la escuela se convierta, en suma, en un factor diferenciador en el desarrollo de los alumnos con autismo. Pero todo esto, lejos de cumplirse, de llevarnos hacia un modelo ideal, quizá nos esté llevando en el sentido contrario. Hacia un modelo agresivo y poco adecuado.
¿Y por qué me atrevo a afirmar que la educación ha dejado de ser un derecho para ser una obligación?
En la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 26 se afirma que toda persona tiene derecho a la educación, pero en su punto 3 afirma: «Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos» (sic). Pero incluso, en la Constitución Española, en el artículo 27 dice: «1 – Todos tienen el derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza». Y en el punto 4 afirma lo siguiente: «La enseñanza básica es obligatoria y gratuita» (sic).
Obviamente la obligatoriedad de la educación está encaminada a asegurarse que ningún niño se quede sin el acceso a una educación por el hecho de que sus padres (por algún extraño motivo) deseen que sus hijos sean analfabetos. Es decir, es una obligación ciudadana asegurarse del cumplimiento de ese derecho. Lo cual me parece perfecto.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando enfrentamos un enfoque educacional diferente? Aquí está el quid de la cuestión. Casi todos los países ofrecen modelos educativos públicos a la infancia, incluso en países muy pobres. Pero también es cierto que hay unos modelos de programas educativos, diseñados por los responsables públicos de educación, y eso genera una regulación y un programa educativo en función de las edades del alumnado.
La educación programada
La educación se basa en un programa educativo estandarizado por el que todo el alumnado ha de pasar, y ese programa se basa en la adquisición de una serie de competencias académicas necesarias para poder cumplir los hitos educativos. A determinada edad hay que tener estas competencias adquiridas para así poder ir al siguiente nivel. Y así, hasta llegar a los estudios universitarios. Y esto es inamovible. Y hay que cumplir esos hitos de forma obligatoria, sí o sí.
Que a priori esto no tiene por qué ser malo, todo lo contrario, es una forma de estandarizar la adquisición de conocimientos acorde a la edad y capacidades del alumnado. Salvo, claro está, que exista una parte del alumnado que no está acorde a este convencionalismo programático. Ya sea por exceso o por defecto o por diversidad. Vemos como alumnos con altas capacidades intelectuales acaban teniendo malos resultados académicos, ya que no son capaces de encajarse en el modelo estándar. Y los alumnos que tengan necesidades educativas especiales, pues lo mismo.
Oficialmente en España hay un 0,47% de alumnos con altas capacidades, aunque se estima que en realidad esta cifra debe alcanzar el 2%. En cuanto a necesidades educativas especiales, nuevamente según cifras oficiales alrededor del 10% del alumnado presenta estas necesidades, aunque, nuevamente podemos afirmar que la cifra es más alta. Por ejemplo, el porcentaje de abandono escolar en España en el año 2021 alcanza la cifra de 16,7% para los hombres y 9,7% para las mujeres (Fuente INE). Según el Gobierno el promedio es del 13,3%.
Bien, pues podemos entender que los alumnos que abandonan la escuela de forma prematura son también alumnos con necesidades educativas que no han sido atendidas. Por tanto, si sumamos el 13,3 + 10 + 2, nos da un total de más del 25% del alumnado en España que no funciona acorde al modelo normativo. Y si sacamos estos datos en otros paises de Hispanoamérica, las cifras no van a ser menores.
En conclusión, el 25% del alumnado no encaja en el sistema estandarizado. Y aquí empiezan los problemas, aquí es donde la obligatoriedad de la educación estandarizada y normativa empieza a eliminar el derecho y a convertirlo en una obligación. No estamos hablando de un problema aislado.
La educación de los clones y el triunfo del lado oscuro
Sin entrar a valorar la calidad de la educación estándar, que eso da para otro extenso artículo, vamos a ver los efectos en el alumnado con autismo.
Recientemente me referí al peligro que tiene la transferencia oculta de competencias de sanidad a educación y los peligros que conlleva. De tal manera que el niño acaba llegando a la escuela sin estar preparado para la misma. Porque seamos claros, el niño debe prepararse para asistir al colegio, si no tiene unas competencias mínimas lo va a pasar francamente mal. Veamos el porqué de esta afirmación.
Me he cansado de repetir, obviamente con ningún éxito, que la atención temprana es básica y fundamental para el desarrollo adecuado de los niños con autismo. A mayor calidad de esta, mayores avances, y da igual el nivel de necesidades de apoyo que tenga el niño, si se trabaja bien, el niño avanzará. Esto significa que cuando el niño llegue al salón de clase estará en disposición de integrarse en la dinámica del aula, y aprovecharse de todas las ventajas de la escuela. Es decir, un niño incluido en una escuela.
El problema llega cuando el niño no es incluido, sino incrustado, o peor aún, empotrado. Porque pasamos del modelo de inclusión educativa al de incrustación educativa. El incrustar a un niño en una escuela implica forzarlo a seguir el modelo estándar que se utiliza para la mayoría de los alumnos, a los que se trata como si de clones se trataran. El problema es que no son clones, y ya hemos visto como un 25% del alumnado se aleja mucho del modelo clon que tanto le gusta al lado oscuro de la educación normativa.
Mamá, ¡no quiero ir a la escuela!
Estoy convencido que un elevado porcentaje de niños con autismo dirían (o incluso dicen) que no quieren ir a la escuela. Obviamente no se puede generalizar y esto no sucederá en el 100% de los casos, pero a medida que pasan los años, el porcentaje aumenta, créanme, sé de qué hablo.
En la educación infantil y primaria, el alumno con autismo acaba en modo supervivencia, sin recursos y en un ambiente altamente hostil. Y es hostil porque no entienden las dinámicas, porque sensorialmente es aversivo, porque la propia escuela no está preparada para atender a la diversidad, porque además los ratios de alumnos por aula son altos, y una larga lista de motivos que hacen que la experiencia del niño con autismo en la escuela sea de todo menos emocionante y enriquecedora.
Y esto sucede porque en derechos el orden de los factores sí altera el producto. Por encima del derecho a la educación está el derecho a la salud. Y se nos olvida dar relevancia a la salud del niño, la cual por cierto también es un derecho. Y si llevamos a la escuela a un niño que no tiene comunicación, que tiene fuertes desórdenes sensoriales, que presenta conductas disruptivas, …, en resumen, un niño con autismo, flaco favor le hacemos. De hecho, el colegio acaba siendo un lugar donde el niño recibe “un maltrato” invisible. El entorno no es adecuado para él, pero ya saben, está obligado a ir a la escuela porque es su derecho, ba bla bla bla. También es su derecho la salud, y en vez de potenciarla, la minamos.
¿Entonces la escuela es mala para los niños con autismo?
Pues depende. Lo lógico es que sea buena, muy buena, y un auténtico trampolín en los avances del niño, siempre y cuando se cumplan una serie de premisas. Un niño listo para la escuela, una escuela con medios materiales y humanos, etc. Si estos requisitos se dan, la asistencia al colegio del niño es totalmente enriquecedora.
El problema viene cuando el niño no recibió la atención temprana necesaria, cuando no fue adecuadamente regulado, cuando lo llevamos a una escuela en modalidad incrustación, que es, desgraciadamente, la mayoría de los casos. En este supuesto, la escuela es cualquier cosa menos buena. El niño va a sufrir. Y ojo, no olvidemos que la practica totalidad de alumnos con autismo antes o después van a sufrir acoso escolar, ya sea por parte de los propios compañeros, o por parte del propio sistema educativo. El acoso escolar o bullying es una lacra que lamentablemente afecta al alumnado con autismo, y más triste es aún que, al final, acaban siendo culpabilizados ellos de lo que les pasa. Que es una forma de culpar a la víctima y de paso eludir responsabilidades, porque esto pasa, y pasa mucho, busquen ustedes mismo en internet, la cantidad de casos es inmensa.
Pero no es solo el acoso escolar, es también el problema del modelo de la educación incrustativa, donde el alumno sufre de forma continuada permanecer en un entorno que es absolutamente aversivo para él, y que sus tiempos de adaptación son más largos y que requieren de una serie de apoyos y ayudas (que no suelen tener). En Hispanoamérica es muy común que las familias paguen una figura denominada maestra sombra, que, a mí, personalmente no me entusiasma en exceso. Al final es como mandar al niño al colegio con guardaespaldas.
Sin salud no hay buena educación
La salud emocional del niño se antepone al deseo de que vaya al colegio, quizá alguien pueda llegar a esta conclusión. En algunos casos puede ser cierta, pero, y en el “pero” esta el quid de la cuestión, pero ¿qué pasa si el niño está obligado a ir a la escuela? Porque si el niño tiene gripe, pues estará unos días sin acudir a clase hasta que se encuentre mejor. Pero salvo aspectos claros de salud visible, los aspectos de la salud no tan visible son obviados, por el motivo que sea. Por tanto, mandamos a la escuela a un niño que en ese momento necesita de otra cosa.
Si no traes a tu hijo al colegio el Estado se hará cargo de él
Imagine que usted tiene todo esto clarísimo. Que su hijo requiere de una serie de atenciones específicas encaminadas, precisamente, a que el niño esté suficientemente regulado y preparado para la enriquecedora experiencia de la escuela. Y es plenamente consciente de que estas atenciones, por el motivo que sea, aun no se le han proporcionado. Y decide que quizá deba esperar un tiempo para que su hijo acuda al colegio. Partiendo de la premisa de preservar la salud del niño y de prepararlo adecuadamente para ir al colegio ¡Ni se te ocurra¡ El Estado mandará a responsables del área de servicios sociales y atención a la infancia a tu casa a obligarte a llevar a tu hijo a la escuela, y de no hacerlo, te quitarán la custodia, porque obviamente estás violando su derecho a la educación.
¿Recuerdan que al inicio dije que la obligatoriedad tenía cierta lógica? Bien, pues en este caso no se aplica esa lógica. Lo normal sería que, el Estado, consciente de las necesidades del niño, pusiera a su disposición esas medidas para que su incorporación a la escuela sea lo más adecuada a las necesidades del niño. Eso sería lo lógico, pensando siempre en el interés máximo del menor. Pero, como en realidad el niño les importa más bien poco, van a entender que es usted una especie de bolchevique anarco reaccionaria con posibles conexiones con Putin, los nazis, la Yihad Educativa Carmesí, grupos de machistas defensores del heteropatriarcado o vaya a saber usted que otra estupidez. Y por tanto la amenaza se convertirá en una realidad.
En resumen, la educación ya no es un derecho, es una obligación. Es más, se pondrá en tela de juicio su capacidad como progenitores y serán tildados de un peligro para la integridad del niño. Cuando lo más curioso es que lo que los progenitores pretenden es, precisamente, velar por la integridad del niño, que además es su hijo.
Y claro, aquí llegan las medidas envenenadas. La escuela a la que obligamos a ir a su hijo dispone de absolutamente todos los medios, un equipo profesional de primer nivel, todos los medios materiales y también tenemos un sistema de aulas especialmente diseñado para contender con las verdaderas necesidades del niño.
Y veamos pues los medios. Imaginen que es verdad, que el colegio es genial y tiene todo eso. Si es así, probablemente ustedes vivan en Narnia, que ahí si tienen de todo. Pero si viven en el mundo real lo que tendrán se parecerá más a esto:
Un aula ordinaria con apoyos externos. Que es sacar al niño a ratos para hacer cosas estupendas, como por ejemplo, que no joda en clase y la maestra no requiera de la ingesta masiva de ansiolíticos. Sacarán al niño para hacer algún rompecabezas de 4 piezas, a veces les dan un rato de audición y lenguaje, o, si tienen suerte, una profesional intentará hacer lo que pueda en unas pocas horas a la semana.
Aula específica TEA en escuela ordinaria o regular. Que no deja de ser un aula de educación especial dentro de una escuela. Algunas incluso hacen muy bien su trabajo, pero suelen tener pocos medios, demasiados niños en el aula, etc, y a rezar a San Judas Tadeo para que la maestra del aula TEA no se enferme jamás, porque si esto sucede, ya se imaginan.
Un aula normal y corriente, donde la maestra tiene superpoderes y va a ser capaz de contender con todas las necesidades de sus alumnos sin despeinarse. El problema es que se acerque Godzilla a la ciudad y la maestra, que es una superheroína, deba acudir a salvar a la ciudad y el aula se quede sin supervisión, ya que el sistema tarda no se cuanto tiempo en poner una maestra suplente. Estas son las aulas habituales en Narnia, pero allí si tienen maestras suplentes que vuelan y ven a través las paredes.
En fin, espero me permitan la licencia humorística, pero es que a veces uno ya no sabe si reír o llorar ¿Recuerdan el punto 3 de los derechos relativos a la educación? «Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos», obviamente ustedes no tienen derecho a escoger nada. Y no pueden escoger nada, ni pueden decidir nada, ni se pueden quejar de nada. Y no pueden porque la educación dejó de ser un derecho, ahora es una obligación.
¿Entonces la culpa es de la escuela?
No, ni de la escuela, ni de las maestras, ni de las familias. No es cuestión de encontrar a un culpable, o peor aún, de victimizarnos e ir llorando por las esquinas, o ir a Twitter a ofendernos y quejarnos. Hay un responsable y es el sistema educativo impuesto por los gobiernos. Que a priori que un gobierno implante un sistema educativo no tiene porqué ser algo malo, el problema es cuando ese sistema educativo no da pie a contender con las necesidades reales del 25% de los alumnos con necesidades educativas especiales, y mucho menos del 1% de alumnos con autismo.
De hecho, yo creo que las propias maestras también son víctimas de todo esto. Mala formación, pocos medios, o medios insuficientes, ninguna motivación, y una comunicación generalmente escasa con las familias por motivos obvios. Y unas familias que, por una parte, tienen poca formación, y por otra un miedo atroz a las consecuencias de sus intentos de escoger un modelo de educación distinto del sistema oficial. Porque ese miedo es real.
Muchas familias pensaron que hacer homeschooling era una buen alternativa. Que en determinadas circunstancias lo es. Pero entonces les dijeron que estaban eliminando la sociabilidad de el niño y bla bla bla, eres mala porque bla bla bla, lo cual dicho sea de paso, NO es cierto. Muchos alumnos que estudian en modalidad de homeschooling (incluyendo niños cuyos padres viajan, con TDAH, Altas Capacidades, Autismo, …) han desarrollado perfectamente lo relativo a la sociabilidad. Pero ese modelo está fuera del control del sistema, y aunque una gran cantidad de países permiten realizar este tipo de educación, en España está prohibido. Por supuesto hay que matizar que no todo el mundo puede hacer este tipo de modalidad educativa, tiene sus particularidades que hacen que no esté al alcance de todo el mundo.
Otra opción, es que seas millonario y puedas llevar a tu hijo a alguna escuela privada que sí disponga de todos los medios, pero claro, te obliga a ser millonario.
Y por supuesto hay otras opciones, pero son todas difíciles o carísimas.
De la educación al dogma
El problema de los modelos rígidos e inflexibles con un propósito instructivo es que van en contra de los alumnos que no son del grupo de los clones. La diversidad es enemiga de los dogmas.
Y este modelo de escuela basada en dogmas, con modelos incrustativos, al final es perjudicial para la salud del alumno.
El niño no va a recibir integración sensorial en la escuela, ni van a trabajar las actividades para la vida diaria, ni van a poder trabajar las primeras instancias de la comunicación y el lenguaje, ni van a abordar la formación de los progenitores, ni van a estar pendientes de los aspectos de atención emocional, y muchas otras cuestiones de relevancia que son necesarias, pero que no son competencia de la escuela, y que tampoco es la escuela quien debe dar esas atenciones. Por tanto, limitamos el derecho a la salud en base a una obligación de asistencia a una escuela que, en muchas ocasiones, no está preparada para el niño, y si a eso le sumamos que el niño tampoco está preparado para la escuela, la combinación puede ser realmente mala.
He visto en innumerables ocasiones a familias que han peleado con todas sus fuerzas para que su hijo no fuera derivado a un centro de educación especial, y pudiera permanecer en escuela ordinaria. Porque es su derecho. Y tras años de peleas permanentes, ven que, al llegar a la educación secundaria, sus hijos acaban en un centro de educación especial. Toda una derrota, la del niño, ya adolescente. He visto muchachos y muchachas que ¡están aprendiendo a leer y a escribir con 18 años! Teniendo en cuenta que los escolarizaron con 3 años, es una barbaridad.
Obviamente habrá excepciones, ya saben, la excepción confirma la regla. Pero cada día tengo más claro que la escuela acaba siendo un lugar donde el alumno con autismo es maltratado. Por unas razones o por otras. Porque hay muchas formas de maltrato. Algunas silenciosas y lentas, pero suceden. Y ya sea con chicos de bajas necesidades de apoyo y que pueden seguir el ritmo académico, o aquellos que cada día que pasa se alejan más del ritmo de la clase, de una forma u otra, en un momento u otro, este tipo de alumnado sufre. Son auténticos supervivientes.
Algunas conclusiones
Este es un tema muy complejo, y que puede levantar muchas ampollas, soy consciente. Y seguro que habrán muchas familias que no se sientan identificadas, ya sea porque han tenido o los medios o la suerte para no tener que contender con esta realidad, o bien porque se niegan a aceptarla. Que se vale negar la mayor, a veces darte de morros con la realidad es muy duro y necesitas tiempo.
Pero desgraciadamente, tras 17 años viendo como los mismos problemas se repite una y otra vez, y que los cambios o son nimios, o insuficientes, o a veces mejor no hubieran cambiado nada, de todo hay, pero bueno, lo que se dice bueno, lo cuentas con los dedos de la mano.
Estoy cansado de ver como aquellos niños de hace 17 años, apenas un diminuto grupo de privilegiados han superado con éxito el proceso educativo. El resto, lo han sufrido, y yo he vivido muchos de esos grandes fracasos, y con dolor ves como esos muchachos y muchachas (porque ya tienen una edad), o han salido del sistema educativo pero que entraron, o han acabado en educación especial, o en centros especializados. Los veo que ya en su juventud no paran de salirles traumas, a causa de un tránsito lamentable.
No escribo esto para deprimir a nadie, ni para que salgamos en hordas a quemar escuelas, escribo esto porque es una realidad de la que nadie habla. Y no quiero que este tipo de situaciones, lamentablemente muy habituales, queden cubiertas por el polvo del silencio. Escribo esto para que tomemos conciencia todos de que hay mucho que cambiar, pero para cambiar algo, lo primero es admitir que funciona mal.
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Pero ĀæQuĆ© hacer entonces?, Āædejamos que los niƱos con autismo no vayan a la escuela?… Y cuando me hago estas preguntas, las hago en el sentido que las escuelas no pueden abandonar el camino a la InclusiĆ³n, que los avances de la misma ha sido muy poco, pero hemos iniciado un camino con las escuelas, unas exigencias y de alguna manera una visualizaciĆ³n de este 25% de la poblaciĆ³n escolar que no se siente integrada. Creo que deben de haber alternativas accesibles para la escula, como por ejemplo 2 horas de clases de “calidad” para con los niƱos/as con TEA, en donde los demas niƱos niƱos sean los que se integren. Maestros de educaciĆ³n fisica preparado con juegos ludicos para los niƱos.
Estoy de acuerdo con que la escuel, muchas veces afecta a los niƱos en vez de mejorar su integraciĆ³n, sin embargo, hay que seguir en ese camino de “exigencia” de las escuelas, y se necesita una mayor formaciĆ³n a los padres de los hijos/as con TEA, para que sean ellos quienes vayan definiendo la mejor opciĆ³n para sus hijo. La FormaciĆ³n de los padres es uno de los grandes vacios escolares y en generarl, ya que se dejan guiar por la escuela estandarizada. Creo que nosotros como pardes de familia, jugamos un papel importante en la exigencia de la calidad educativa. No podemos cambiar el sistema educativo, pero si realizar pequeƱos cambios en el aula. No debemos de abandonar lo poco que hemos caminado en la escuela, aunque somos nosotros como padres los que al final, podemos evaluar el derechos a la salud de nuestrso hijos y tomar la decisiĆ³n que corresponda.
Gracias por tan preciado articulo para la relfexiĆ³n.