La habilidad para leer con soltura es uno de los resultados más importantes de la educación de un niño. El deseo de una mayor inclusión hace que los niños con necesidades educativas especiales sean, siempre que sea posible, educados en aulas generales. La investigación sobre las intervenciones exitosas en los niños con Trastornos del espectro del autismo (TEA) tiende a centrarse en aspectos concretos asociados a los déficits centrales de esta condición: la comunicación y las habilidades sociales. Sin embargo, la independencia como adulto necesita habilidades más allá de estos dos campos y, en concreto, necesita de una lectura fluida. Leer es una habilidad clave que amplía las posibilidades de aprender, de conseguir habilidades para la vida cotidiana, posibilita un futuro empleo y mejora, en general, la calidad de vida.
La infancia temprana es un período importante para el desarrollo de la lectura. Los niños neurotípicos muestran, ya a los dos años de edad, comportamientos prelectores. Estos comportamientos emergentes incluyen darse cuenta del material impreso (las letras y las palabras tienen significado), practicar habilidades del lenguaje oral (recitar rimas y pronunciar letras) y de algunas convenciones sobre el material impreso (conocimiento de la orientación de un libro o del proceso de pasar páginas). El análisis de estos comportamientos previos a la lectura en niños con TEA ha mostrado que tienen un conocimiento del alfabeto comparable al de sus compañeros neurotípicos pero, sin embargo, muestran peores resultados en el concepto de material impreso, en el vocabulario y en el conocimiento fonológico.
Los resultados de estudios previos sobre las habilidades lectoras en niños con TEA han sido heterogéneos. Se piensa que las habilidades lectoras se correlacionan en gran medida con las habilidades lingüísticas y ya que uno de los déficits centrales asociados al diagnóstico del TEA es un retraso en el desarrollo del lenguaje, no es extraño que se hayan encontrado asociaciones entre pobres habilidades de lenguaje y escasas habilidades en la lectura. En conclusión, los niños con TEA deben considerarse como una población en riesgo de sufrir retrasos o dificultades en la lectura.
En general la decodificación y la comprensión de un texto se desarrollan simultáneamente. Sin embargo, esto puede no ser el caso para niños con trastornos del neurodesarrollo. Uno de los perfiles de lectura más comunes en niños con TEA es que muestren una lectura avanzada de palabras o buenas habilidades de descodificación pero poca comprensión lectora. La hiperlexia es la habilidad para reconocer palabras escritas por delante de la edad y el funcionamiento cognitivo y afectaría a parte de estos niños. Se calcula que entre el 5 y el 10% de las personas con TEA son hiperléxicos.
Nally y colabores (2018) han profundizado en las habilidades lectoras de niños con TEA intentando mejorar los estudios previos disponibles por tres caminos. Utilizar una muestra mayor (126 niños). No excluir a una parte en función de su nivel cognitivo lo que hace que tengan una muestra más representativa de la población con TEA (se incluyeron niños con discapacidad intelectual, epilepsia, dislexia, dispraxia, trastorno obsesivo compulsivo, síndrome de Down, trastorno desafiante oposicional, ansiedad, problemas de vista, etc.) y finalmente explorar diversos parámetros incluyendo habilidades de decodificación, exactitud en leer texto conectado, vocabulario y ritmo de lectura. Los investigadores dividieron la muestra en dos grupos de edad (de 3 a 5 años y de 6 a 17 años). Los principales resultados son que los niños de ambos grupos mostraban una alteración en las habilidades de lectura en todos los componentes analizados con la excepción de prerrequisitos de lectura de palabras en el grupo 1 y ritmo de lectura en el grupo 2. Todos los niños en la muestra presentaban al menos una habilidad de lectura gravemente afectada. Muchos participantes puntuaban en el nivel más bajo en los test estandarizados y en particular fallaban en comprensión (82%) y en la percepción de los fonemas (62%). Las habilidades de lectura se valoraron frente a la gravedad de los síntomas de TEA y se encontró que las relaciones más claras eran entre gravedad del autismo y el vocabulario y un análisis de regresión múltiple mostró que la gravedad del autismo permitía predecir las puntuaciones de lenguaje indicando que los niños con los síntomas más graves de TEA mostrarían los mayores déficits en la lectura.
Es necesario hacer una valoración temprana de las dificultades lectoras en los niños con TEA. Estos muchachos presentan déficits en las habilidades lectoras pero también una habilidad similar a la media en algunos componentes de la lectura. Sin embargo esta competencia se reducía con la edad o con los avances en la complejidad de la lectura con lo que, con el tiempo, los niños con TEA se retrasaban más frente a sus compañeros, en particular en la comprensión lectora.
Los resultados ponen de manifiesto los importantes déficits en la lectura que afectan a esta población y la necesidad de diseñar intervenciones personalizadas para que puedan mejorar en la lectura, además del esfuerzo habitual en algo que está mucho más asumido, la necesidad de trabajar en el desarrollo del lenguaje. Una dedicación más intensa a la lectura es especialmente necesaria para aquellos con síntomas graves de autismo. Es el camino para evitar el riesgo, cada vez mayor, de un déficit en lectura en esta población .
Para leer más:
- Nally A, Healy O, Holloway J, Lydon H (2018) An analysis of reading abilities in children with autism spectrum disorders. Research in Autism Spectrum Disorders 47: 14-25.
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