Los diagnósticos del autismo son altamente estables a partir de los 14 meses

El hallazgo sugiere que, una detección más temprana y efectiva puede dar lugar a un tratamiento más temprano y más efectivo.

Los diagnósticos de trastornos del espectro del autismo (TEA) realizados por profesionales capacitados en niños de tan solo 14 meses, son notablemente estables, lo cual sugiere que es posible realizar una detección precisa y un tratamiento más temprano.

Hay más pruebas que sugieren que el TEA tiene sus propios orígenes en la vida prenatal, probablemente durante el primer o segundo trimestre de embarazo, y los niños comienzan a mostrar síntomas del trastorno desde sus primeros años, como no responder a sus nombres o interactuar directamente con otras personas.

El diagnóstico temprano del TEA, significa una intervención temprana y un mejor beneficio terapéutico. “Entre más pronto se puede tratar los problemas del TEA, mejor será el resultado para el niño,” dice la primera autora del estudio, Karen Pierce con PhD, catedrática de neurociencias y codirectora de UC San Diego Autism Center of Excellence. Ella dirigió el estudio junto al autor principal Eric Courchesne, PhD, quien también es profesor de neurociencias.

Varios estudios, incluyendo la investigación dirigida por Pierce, han encontrado que, las listas de control de los padres realizadas en el primer año de vida del niño, puede detectar los síntomas del TEA. Y sin embargo, la edad promedio de diagnósticos de TEA en Estados Unidos, es “a menudo años después, generalmente entre los tres y cuatro años de edad.”, afirman los investigadores.

El retraso entre los primeros signos de TEA y el diagnóstico representa algo fallido, particularmente teniendo en cuenta el ritmo acelerado del desarrollo cerebral en los primeros años de vida, dijo Pierce.

La densidad sináptica o las conexiones entre las neuronas en la corteza prefrontal y temporal, las regiones cerebrales involucradas en el comportamiento social de orden superior, se duplican entre el nacimiento y de uno a dos años de edad“, dijo Pierce. “Es posible que los resultados para los niños con autismo puedan mejorarse si el tratamiento ocurriera durante este período de rápido crecimiento cerebral, en lugar que después, lo que es más común“.

Para llevar a cabo su estudio, Pierce y sus colegas evaluaron 1.269 niños de la población general (441 niños con TEA y 828 sin TEA) quienes recibieron su primera evaluación diagnostica entre los 12 y 36 meses y al menos una evaluación posterior realizada por psicólogos profesionales. Los diagnósticos variaron desde TEA y sus características, hasta un retraso en el lenguaje y desarrollo así como otros aspectos del desarrollo.

La estabilidad diagnóstica global para el TEA fue de 0.84, más alta que para cualquier otro grupo de diagnóstico. Solo el 2 por ciento de los niños considerados inicialmente con TEA tuvieron una transición a diagnósticos posteriores de desarrollo típico. Dentro del grupo diagnosticado con TEA, la transición más común fue de TEA a características de TEA en un 9 por ciento.

La estabilidad diagnóstica del TEA fue más decaida entre los 12 y 13 meses, es decir solo 0.50, pero aumentó a 0.79 a los 14 meses y a 0.83 a los 16 meses. Veinticuatro por ciento de los niños no fueron diagnosticados como TEA en sus primeras evaluaciones, pero luego si fueron detectados. La transición más común en este grupo fue, una designación inicial de retraso en el desarrollo (25 por ciento) o retraso en el lenguaje (16 por ciento), en transición a un TEA de inicio tardío.

Nuestros hallazgos sugieren que un diagnóstico de TEA llega a ser estable a partir de los 14 meses y, en general, es más estable que otros diagnósticos, como el retraso en el desarrollo o el lenguaje“, dijo Pierce.

Una vez que se diagnostica a un niño con TEA, existe una probabilidad extremadamente baja de que él o ella realice pruebas dentro de los niveles típicos a los tres o cuatro años, por lo que es fundamental que usemos todas las herramientas efectivas lo antes posible para comenzar a tratar a los niños diagnosticados para el beneficio de ellos y de sus familias a largo plazo “.

Los co-autores de este estudio también incluyen a: Vahid Gazestani, Elizabeth Bacon, Cynthia Carter Barnes, Debra Cha, Srinivasa Nalabolu, Linda Lopez, Adrienne Moore, Sunny Pence-Stophaeros, todas en UC San Diego.



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