Personas con autismo: De paciente a alumno

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Foto: Kevin Connors

Desde hace ya algún tiempo vengo tratando con diversos profesionales el cambiar la denominación de paciente a alumno. Y es que en muchos casos se sigue denominando a la persona con autismo como paciente, que quizá en la consulta del neurólogo sea correcto, pero quizá en la del profesional de la intervención no tanto, sea esta llevada a cabo por un psicólogo, neuropsicólogo, logopeda, fisioterapeuta, psicomotricista, terapeuta ocupacional, psicopedagogo,…, ya que no existe tanto una intervención destinada a curar una dolencia, sino más bien enfocada a aspectos educacionales, a enseñar a la persona con autismo una serie de habilidades que le serán útiles en su día a día y que sobre todo están encaminadas a mejorar su calidad de vida.

Según la RAE en su punto 4 de la definición de paciente dice: Del lat. patiens, -entis, part. act. de pati ‘padecer, sufrir’. m. y f. Persona que padece física y corporalmente, y especialmente quien se halla bajo atención médica. Y aunque ciertamente la definición de alumno dice: Del lat. alumnus, der. de alĕre ‘alimentar’. Persona que recibe enseñanza, respecto de un profesor o de la escuela, colegio o universidad donde estudia. Vemos que paciente tiene una connotación más afín a aspectos de atención médica, y realmente, y aunque los profesionales de la atención del autismo no son propiamente dicho maestros (Si salvamos que la atención en los colegios sí es llevada a cabo por maestros, pero éstos les definen directamente como alumnos, y no como pacientes, y por tanto no requieren de esta consideración), sí podemos entender que lo que se lleva a cabo es un proceso de aprendizaje y no de atención médica. Por supuesto los aspectos de psicología o logopedia (por citar a dos) se hayan dentro del modelo de atención socio-sanitaria, pero el modelo de atención quizá sea más propio de lo educativo que del concepto socialmente aceptado de lo sanitario.

Llegados a este punto, quizá esta consideración lingüística pueda parecer irrelevante, o incluso con el ánimo de rizar el rizo. Pero desde un sentido estricto sí deberíamos tomar en consideración esta corrección. Pero desde un sentido más social, quizá debamos tomar aun en mayor consideración esta diferenciación. El seguir denominando pacientes a las personas con autismo, quizá perpetúe cierta enfermización del propio autismo, y todos sabemos que la salud física de las personas con autismo la tratará por lógica un médico, pero la salud “educativa” y “emocional” no. Y es que los aspectos educativos y emocionales partirán de una premisa diferente en la concepción del abordaje, sea este trans-inter-multi disciplinar (disculpen el exceso de prefijos, pero cada uno prefiere usar uno distinto, así que los pongo todos y que cada cual use el que más le agrade) o puramente social.

Aunque si bien es cierto que las consecuencias médicas de una carencia o mala calidad del abordaje educativo de la persona con autismo, sí puede acabar totalmente medicalizado. Aspectos como depresión, ansiedad, fobias, obsesiones, agresiones, …., acaban siendo tratados desde el modelo farmacológico, y por tanto médico. Aquí podemos poner en consideración el hecho de que el uso de fármacos significa el fracaso del proceso educativo, o incluso, la inexistencia de este proceso educativo. Entendiendo el término educativo como el proceso atencional específico del autismo, y no únicamente el aspectos escolar. Quizá podamos extender a muchos más ámbitos de la vida el término educar, y es que aunque la escuela es un icono del aspecto de la educación, no debe ser el único lugar donde se de la educación.

Es tan solo una propuesta, una reflexión, una vuelta de tuerca al uso del lenguaje, pero quizá, no lo sea tanto, y quizá cambiar el término “paciente” por el de “alumno”, haga que se suavice socialmente la visión de la persona con autismo, que salvo en la escuela, allá donde vaya es un paciente, y extendemos una visión de autismo = paciente = enfermo que no se corresponde a la realidad. Mientras que si lo convertimos en alumno, mutamos la visión de enfermo a persona que requiere atención educativa.


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