¿Cómo afecta el Efecto Dunning-Kruger a la divulgación del autismo? Una crítica a la sobreexposición de voces sin formación en redes sociales.
Pero, ¿qué es el Efecto Dunning-Kruger?
El Efecto Dunning-Kruger, identificado por los psicólogos David Dunning y Justin Kruger en 1999, es un sesgo cognitivo que lleva a las personas con escaso conocimiento en un área a sobreestimar sus competencias y hacerles creer que son expertos. Curiosamente, también puede hacer que expertos reales duden de sí mismos. En el mundo del autismo, esta distorsión resulta especialmente peligrosa.
¿Qué tiene que ver el Efecto Dunning-Kruger con el autismo?
En realidad, no es solo con el autismo, se aplica a cualquier campo del conocimiento. Pero en el autismo es especialmente peligroso.
Vemos como muchos supuestos especialistas en autismo lanzan consignas en redes sociales sobre el autismo. Normalmente están simplificadas al extremo y cargadas de sesgos, lo que genera una tremenda distorsión de la realidad, y por tanto impacta en aquellas personas que creen que lo que estos presuntos especialistas afirman.
Crean modelos de pensamiento basados en falsas premisas. Y esto es altamente peligroso.
Los sabios del autismo
Desde hace muchos años veo como personas, a veces incluso con buena intención, lanzan mensajes que pretenden explicar las dificultades del autismo. Pero lo hacen de forma resumida, tipo: «Las 10 claves para entender el autismo». O lanzan una arenga sobre porqué las conductas son así o asá. O nos crean 5 fotos (Hechas con una IA) en plan carrusel para explicar esto o aquello.
En redes sociales proliferan figuras que, sin formación sólida, simplifican el autismo en carruseles visuales, frases virales o listas de “claves infalibles”. Su confianza contrasta con su desconocimiento, lo cual, a ojos de una audiencia desesperada o desinformada, puede resultar muy convincente. Pero una afirmación popular no es necesariamente cierta.
Nada hay más peligroso que uno de estos sabios. Y es que como dice el refrán, el tuerto en el país de los ciegos es el rey. Porque no nos engañemos, sus seguidores saben aun menos que ellos. Y lo que reciben es una información engañosa. Que, en ocasiones, al igual que un reloj parado, aciertan, pero por pura casualidad.
Normalmente estas personas, afectadas por el Efecto Dunning-Kruger cumplen los siguientes requisitos:
- Sobreestiman sus conocimientos, pensando que son poco más que el Oráculo de Delfos en esa materia.
- No son capaces de reconocer cuando tienen ante sí a alguien que sí sabe.
- No son capaces de reconocer sus propios errores e incompetencia.
- Si los desenmascaran suelen victimizarse.
Cuando dicen lo que quiero oír
Cuando una familia está desesperada porque las conductas de su hijo les superan, o porque no come, o porque no habla, o por lo que sea, aparecen estos sabios y en solo 4 minutos les descubren todos sus problemas.
Y algunos hasta se atreven a dar soluciones. Spoiler, esas soluciones no funcionan. Y el resultado es siempre malo, muy malo. Esta información sesgada no solo desvía la atención de intervenciones útiles, sino que puede abrir la puerta a propuestas peligrosas o directamente fraudulentas. Algunas familias, decepcionadas por la falta de resultados, terminan recurriendo a pseudoterapias o tratamientos no validados, con consecuencias económicas, emocionales y hasta clínicas.
El elevado peligro de las redes sociales y el Efecto Dunning-Kruger
Vivimos en un momento donde la gente desea respuestas breves y soluciones rápidas. Ahora hasta hacen series con episodios de 25 minutos. Y a la hora de ver una serie sobre fantasía, pues no le veo demasiado problema, pero cuando eso afecta a la vida de una persona, la cosa cambia.
Transmitir mensajes sesgados, parciales, incompletos y de manera generalista, es un error. Además de un peligro. Porque el receptor del mensaje va a dar por bueno el mensaje, entendiendo que esos sabios saben de qué hablan. Cosa que no es así, como es obvio.
Y les van a creer a pies juntillas. Igual que cuando vas a la consulta del médico y te crees todo lo que te dice, incluso aunque parezca absurdo. Por cierto, en EE.UU. las tres causas más comunes de muerte son las enfermedades cardíacas, el cáncer y los errores médicos. Los cuales se estima que producen entre 250.000 a 400.000 muertos anuales. Así que tampoco crean a su médico a pies juntillas, sean críticos, y si tienen dudas, pidan segundas o terceras opiniones.
Y si los médicos se equivocan, que se pasan media vida estudiando, imaginen a la típica persona que va lanzando por redes sociales consejos y recomendaciones sobre autismo. En serio, es triste que en la era de la información, ustedes prefieran resolver sus dudas con los cuatro influencers de turno (incluso los que tienen título) que con gente profesional y seria.
En plataformas diseñadas para captar atención más que para educar, es comprensible que se imponga lo breve y emocional sobre lo complejo y fundamentado. Pero cuando hablamos de autismo, confiar exclusivamente en ese tipo de fuentes puede ser contraproducente.
Los influencers y el Efecto Dunning-Kruger
Aunque hay excepciones, en promedio un influencer es un ignorante con un smartphone que se cree que es importante y sabio y que le dice a gente aún más ignorante lo que deben hacer, pensar o comprar. Y esto a la hora de comprarte el último aceite hidratante, o un tipo de pantalón, o visitar determinado lugar, pues no tiene mayor importancia. El problema viene cuando te explican el autismo.
Ahora se ha puesto muy de moda que los influencers del autismo afirmen ser ellos mismos “autistas” o tener no sé cuantos títulos de vaya a saber usted qué. Y hablan con mucha confianza, y tienen un discurso bien elaborado. Y la verdad, si no tienes ni idea y los escuchas, parece que saben. El problema es que cuando sí sabes y los escuchas te horrorizas. Y luego ves como no sé cuántos cientos de personas han creído a pies juntillas lo que estos gurúes les dicen.
Ignorantes en la era de la información
Hace 20 años (o más) la información sobre autismo era bien escasa, y además traía muchos sesgos y prejuicios. Quienes vivimos esos tiempos lo tuvimos complicado para informarnos de forma adecuada. Por cierto, ya había timadores, y la gente caía como moscas en un tarro de miel.
Hoy existe una barbaridad de información, la verdad es que la mayoría es basura. Generada por vendedores de algo. Es decir, es información interesada. Pero también hay muy buena información. Y además el acceso a la ciencia es más fácil que nunca. Y, muy importante, los traductores automáticos hoy son bastante buenos, con lo cual podemos acceder a conocimiento en otros idiomas.
Y, sin embargo, quien triunfa hoy no es la web de PUBMED, sino plataformas como Instagram, TikTok o Facebook. Espacios pensados para el entretenimiento, que muchas veces priorizan lo viral sobre lo veraz, y en los que el conocimiento especializado se ve desplazado por discursos emocionales o simplificados. Y por eso, quienes llevan la bandera del Efecto Dunning-Kruger triunfan en el apartado de transmisión de “conocimiento”.
En un entorno saturado de información, aprender a filtrar es tan importante como acceder a los datos. Consultar fuentes revisadas, contrastar afirmaciones, y pedir referencias no debería ser opcional. Porque, como decía Carl Sagan: “Afirmaciones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias”.
La relevancia de las fuentes
Una de las formas de filtrar información de forma rápida son las fuentes de información. Si su “influencer” de turno no le ofrece fuentes fiables basadas en estudios científicos, mejor no le crea demasiado.
Las frases sueltas son solo eso, frases sueltas, no generan base de conocimiento. Y obviamente no es lo mismo una opinión que una afirmación. Yo puedo opinar que beber agua no hidrata, pero no lo puedo afirmar, ya que para afirmarlo he de dar las fuentes en las que me baso para decir eso. Y claro, como no hay fuentes serias científicas que digan que el agua no hidrata, pues mi opinión no deja de ser algo anecdótico y equivocado.
Pidan siempre el origen de las informaciones. Están -lamentablemente- obligados a contrastar ustedes la información.
Cuando David Dunning y Justin Kruger, los creadores del Efecto Dunning-Kruger, definieron y bautizaron este sesgo cognitivo, creo que no eran conscientes de la relevancia que este iba a adquirir con el tiempo.
Conclusión
Hoy más que nunca, la responsabilidad del conocimiento recae también en quien lo recibe. Formarse, preguntar, dudar y contrastar no solo es recomendable: es imprescindible. Porque cuando se trata de autismo, las consecuencias de una mala información no son abstractas: afectan vidas reales.
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