La verdad es que yo he visto este tipo de salas ya en varios lugares, y me parece una idea estupenda. Son lugares que se establecen en zonas de gran afluencia de público para que exista una zona de relax sensorial y/o emocional. Es decir, una sala tranquila, con pocos estímulos. Destinada a que cualquier persona pueda acceder durante un tiempo determinado para reducir su carga o sobre estímulo sensorial o emocional.
Espacios “autism friendly” por doquier
Creo que es una buena idea impulsar estos espacios, ya sea para personas con autismo u otras discapacidades. Incluso para gente que no tiene ningún tipo de discapacidad pero que también puede llegar a una situación de sobreestimulación.
Nelson Mandela
«No se debe juzgar a una nación por cómo trata a sus ciudadanos más destacados, sino a los más desfavorecidos»
Nelson Mandela
Y es que el hecho de que la población con discapacidad sea una minoría, no significa que no deban tener el apoyo que requieran.
Crear este tipo de espacios no es algo costoso, no requiere de grandes inversiones, no hay que inventar nada nuevo, y solo necesita de un poco de ganas para llevarlo a cabo.
¿Es posible un mundo “autism friendly”?
Pues me gustaría decir que sí, pero la realidad es que no. No es posible, al menos hoy en día. En un futuro, quién sabe. Si realizar adaptaciones arquitectónicas para la discapacidad motriz costó décadas, y con los anillos, aros o bucles magnéticos para problemas de audición apenas estamos empezando. Y estamos hablando de cosas muy concretas. Ojo a la señalización para déficits cognitivos, por ejemplo, que ese es otro caballo de batalla.
Es decir, que para cosas muy concretas, específicas y conocidas estamos empezando, para algo que en realidad puede abarcar cualquier cosa, pues mejor nos vamos haciendo a la idea de que va a ser tremendamente difícil.
La filosofía de “autism friendly” aplicada a entornos me parece genial, pero a pesar de las campañas realizadas y del esfuerzo la realidad nos dice que de momento se ha conseguido poco. Y al final es cuestión de cifras, sí, todo se reduce a dinero.
Por ejemplo, imaginen un restaurante que decide tener una política “autism friendly” y otro que no. Partiendo de la premisa de que ambos tienen características muy similares ¿Mejorará sus cifras de negocio el que apoya la campaña? Pues igual al principio, por aquello de la novedad, pero a la larga, no. Esa es de momento la experiencia que se tiene en ese sector. Incluso algunos tuvieron que recular porque -paradójicamente- sus cifras de ventas se vieron afectadas negativamente.
Sin embargo, en un aeropuerto te puede resolver un problema inmenso, o en un gran centro comercial, o en algunos lugares concretos. Y en esos lugares no generan nunca impacto negativo. Este tipo de cosas o las haces obligatorias, que es lo que sucede con las barreras arquitectónicas, o va a ser muy difícil que se generalicen. Y además de obligatorias debes hacerlas cumplir obviamente, porque cualquier persona que vaya en silla de ruedas podría hablar por horas sobre la inmensa cantidad de barreras arquitectónicas que se encuentran en el día a día.
¿Y entonces?
La realidad es bastante tozuda, y aunque nos empeñemos en no querer verla no va a desaparecer.
Creo que hay que seguir trabajando para que poco a poco se vayan consiguiendo cosas que ayuden, que poco a poco vayamos generando más espacios “autism friendly”. Por ejemplo, en España se está llevando a cabo un proyecto genial llamado VenTEA, que, aunque se inició con el cine hoy se ha extendido en temática y área geográfica.
Si vives en España y no conoces VenTEA ya estás corriendo para visitar su web y enterarte de un montón de cosas super interesantes.
Pero, y aquí llega la parte de los peros, también hay que tener en cuenta una serie de cosillas de cierta relevancia.
La mayoría -que no todas- de las sobrecargas en autismo suelen estar ligadas a temas sensoriales. Y sabemos que hay buenas metodología para trabajar precisamente estos problemas. En algunos casos se resolverán totalmente, en otros parcialmente, pero todos van a mejorar. Y a más mejoras, menos sobrecargas y más posibilidades tienes de participar en lugares que no sean “autism friendly”.
También tenemos sobre cargas emocionales, que son más complejas y es altamente probable que sean multifactoriales. Pero, también sabemos que, con la ayuda adecuada, muchas de esas problemáticas: En algunos casos se resolverán totalmente, en otros parcialmente, pero todos van a mejorar. Y a más mejoras, menos sobrecargas y más posibilidades tienes de participar en lugares que no sean “autism friendly”.
Puedo seguir poniendo problemas y acabando igual, pero a esto pongan el resto de las problemáticas ligadas al autismo que empeoran la calidad de vida.
Es decir, que podemos trabajar para que la persona no tenga que depender de esas zonas. Generamos una mayor autodeterminación y autonomía en la persona para que reduzcamos la dependencia de esos apoyos, que es algo que quien va en silla de ruedas no puede resolver, salvo que inventemos sillas voladoras.
La paradoja del “autism friendly”
La discapacidad solo existe cuando la compartes. Que dicho así pues es bastante cierto, si yo pierdo mis gafas necesito que alguien lea por mí, la visibilidad de mi discapacidad la marcan mis gafas. También reflexioné sobre esto en el artículo sobre autismo y discapacidad social.
Y en el autismo es igual. El problema es cuando requiero de tantas y tantas modificaciones del mundo en general y de las sociedades que lo habitan para no “compartir” mi discapacidad que se torna cuasi imposible.
Ahora bien, si sabemos que, en muchos casos, con las intervenciones y profesionales adecuados podemos reducir esos efectos indeseables, ¿no es mejor pedir apoyos para la intervención en vez de espacios amigables con las consecuencias de esos efectos?
Obviamente lo ideal serían ambas cosas, pero por orden de importancia entiendo que resolver problemas de forma permanente es mejor que poner parches. Y ojo, que reducen la libertad de movimiento del colectivo, ya que si solo te atreves a moverte por zonas donde existan esas áreas “autism friendly”, pues estás tremendamente limitado.
Y esta especie de situación paradójica quizá requiera de darle un par de vueltas, para que no solicitemos solo esas zonas como algo prioritario. Que sea también el poder acceder a los servicios profesionales que permitan resolver -total o parcialmente- esas dificultades.