Sueño y autismo: ¿existe relación?

¿QUÉ ES EL SUEÑO?

Como un ejercicio preliminar, es decir antes de adentrarnos en el tema, valdría la pena plantearnos algunas preguntas: ¿qué es el sueño?, ¿cómo duerme y cómo ha dormido mi hijo con autismo?, ¿qué costumbres o rutinas de casa no son favorables al buen dormir? y ¿qué hemos hecho para cambiar esas costumbres no favorables al buen dormir?

En la historia de muchos niños con TEA existen datos relacionados con problemas del sueño.  De hecho algunos de los signos “muy tempranos” y “tempranos” de los Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) se relacionan con alteraciones en el patrón de sueño hasta el punto de recomendar que en cualquier consulta por alteraciones en los hábitos o patrón de sueño en lactantes e infantes se plantee la necesidad de valorar trastornos del neurodesarrollo aunque no necesariamente se tenga que recibir este diagnóstico dado que la mayoría de ellos corresponden a Trastornos del Sueño por Hábitos Incorrectos.

El sueño no es una etapa de cese de actividad, todo lo contrario: es una etapa muy activa en nuestra vida solamente que con una actividad diferente a la que tenemos en vigilia (cuando estamos despiertos).  El sueño, en adolescentes mayores y en la vida adulta, se caracteriza por la sucesión de dos etapas en varios ciclos que ocurren a lo largo de la noche (cuatro o cinco).

  • Etapa de sueño lento, superficial y luego profundo; etapa No-REM
  • Etapa de sueño paradójico o REM (Rapid Eyes Movement)

En la primera mitad del tiempo nocturno de sueño predomina el sueño lento-profundo y en la segunda mitad el sueño paradójico (Mazzola ME, 2007).

No nos adentraremos en los aspectos neurofisiológicos y bioquímicos relacionados con el sueño, solamente comentaremos que neurotransmisores con muchas implicaciones en las conductas relacionadas con los TEA también lo están con el sueño: GABA, serotonina y melatonina, por ejemplo.

¿CÓMO EVOLUCIONA EL SUEÑO EN LA NIÑEZ?

     El sueño experimenta muchas variaciones a lo largo de los primeros años de vida. Esos cambios se resumen de mejor forma en el cuadro que aparece a continuación basado en una revisión de Judith Owens:

ETAPA DE LA VIDA PATRONES DE SUEÑO
Recién nacidos Alternan períodos de 1 a 4 horas de sueño con períodos de vigilia de 1 a 2 horas.  En total suelen dormir alrededor de 16 a 20 horas diarias.

No hay diferencia entre el tiempo de sueño durante el día y el tiempo de sueño durante la noche.

En ellos se distinguen tres patrones de sueño y no dos como en los niños mayores y adultos:

a)     Sueño activo (parecido al sueño REM) que abarca 50% del tiempo de sueño

b)     Sueño tranquilo (parecido al no-REM)

c)     Estado de sueño indeterminado.

Infantes

De 1 a 12 meses

Duermen alrededor de 13 a 14 horas al día hacia los seis meses.

Entre los 6 y 12 meses suelen tener dos períodos de siesta al día.

Se distinguen dos hitos importantes del desarrollo en esta etapa:

a)     La consolidación del sueño, es decir la capacidad de dormir por un tiempo continuo que se concentra principalmente en la noche

b)     La regulación del sueño.  Esto se refiere a la capacidad del niño para controlar su estado de alerta y los despertares que pueden ocurrir durante el sueño siendo capaz de volver a dormirse sin requerir la intervención de los padres.

Niños

De 12 a 36 meses

Duermen alrededor de 12 horas en el día.

Las siestas se reducen a una al día alrededor de los 18 meses.

Comienzan a afectar al sueño influencias externas-ambientales así como internas (desarrollo de la imaginación hacia el final de este período)

Los padres experimentan el inicio de la resistencia para ir a la cama, episodios de levantarse durante la noche o el sueño, etc.  Ocurren problemas del sueño en 25 a 30% de los niños de esta edad.

Pre-escolares

3 a 5 años

Duermen de 11 a 12 horas por día.

Hacia los cinco años la mayoría dejan de hacer siesta.

Los episodios de resistencia para ir a la cama se incrementan.

A esta edad comienzan a reclamar dentro de la rutina de sueño la incorporación del relato de historias (cuentos)

Escolares

6 a 12 años

Duermen alrededor de 10 horas por día.

Un niño adormitado a esta edad es clara indicación de problemas del sueño, sueño poco reparador o insuficiente.

Es la edad indicada para el desarrollo de buenos hábitos de sueño pero la frecuencia de problemas de sueño puede alcanzar hasta el 40% de los niños de esta edad.

Adolescencia

12 años a 18 años

Necesitan dormir alrededor de 9 horas por noche pero suelen dormir 7 o menos.  Acumulan grandes deudas de sueño lo cual impacta de manera importante su desempeño general en los aspectos académicos y conductuales.  Intentan compensar con sobre-sueño los fines de semana pero es un intento infructuoso.

 

¿QUÉ IMPORTANCIA TIENE EL SUEÑO?

La importancia del sueño se comprende inmediatamente en cuanto vemos la cantidad de tiempo que pasamos durmiendo a lo largo de la vida y en las distintas etapas de la misma.

Los niños con patrones alterados de sueño y deudas de sueño (el tiempo que dejan de dormir cada día de acuerdo a lo que normalmente se esperaba que hiciera, deuda que es imposible de pagar) manifiestan diversidad de problemas de salud, conducta y aprendizaje.  Los niños con este tipo de problemas pueden manifestar:

  • Disfunción atencional
  • Conducta hiperactiva e impulsiva
  • Problemas en la memoria y aprendizaje
  • Sobrepeso
  • Alteración en el crecimiento
  • Desánimo, cansancio, poca iniciativa y tendencia al sedentarismo
  • Infecciones más frecuentes
  • Alteraciones en la alimentación

En etapas críticas de la vida, es decir en aquellas en las que el cerebro está experimentando cambios muy drásticos y acelerados, es cuando se requiere dormir más: primeros dos años de vida y adolescencia.  El sueño cumple en el cerebro dos mecanismos fundamentales que nos permiten ver su complejidad e importancia:

  1. Participa en los procesos de plasticidad cerebral
  2. Indispensable en los procesos de neuroreparación

Impacto general de la falta de sueño o

Sueño de mala calidad en el funcionamiento general

Alteraciones cognitivas Alteraciones conductuales Problemas de salud general Problemas en su entorno
Impacto en el aprendizaje y consolidación de la memoria.

 

Disfunción ejecutiva: atención, planificación, control de respuestas impulsivas, memoria de trabajo, flexibilidad cognitiva, etc.

 

Disminución de la capacidad de razonamiento abstracto.

 

Menor vigilancia.

 

Alteraciones en la memoria.

Mayor irritabilidad.

 

Incremento de las conductas de externalización: impulsividad, agresividad, hiperactividad, inestabilidad del humor, etc. (Smedje H, 2001)

Incremento de peso.

 

Aumento del riesgo de problemas cardiovasculares.

 

Alteraciones en el metabolismo de la glucosa y otras alteraciones endócrinas.

 

Disminución de la función inmune.

 

Mayor riesgo de accidentes.

Menor productividad en los padres, especialmente en la madre.

 

Incremento de los problemas afecivo-emocionales en los padres, especialmente en la madre en quienes se incrementa el riesgo de depresión (Mindell JA, 1993)

 

EL SUEÑO EN LOS TRASTORNOS DEL ESPECTRO DEL AUTISMO

Los problemas del sueño pueden afectar de 50 a 80% de los niños con TEA, esto es mucho más frecuente que en la población general de niños típicos de las mismas edades en quienes la prevalencia de problemas del sueño puede oscilar entre 9 y 50% (Reynolds AM, 2011).   En el apartado anterior hemos visto el impacto que los problemas y trastornos del sueño pueden tener en la conducta, aprendizaje, salud general y vida familiar, en el caso de los niños con TEA esto puede enfatizarse aún más considerando que es una población que ya trabaja con condiciones familiares complejas y de mayor exigencia, con problemas en la conducta y aprendizaje, etc.   Es decir que el funcionamiento general puede verse muy afectado en niños con TEA y problemas relacionados con el sueño, esto independientemente del nivel intelectual-cognitivo algo que difiere de otros trastornos del desarrollo en quienes los niños con deficiencias intelectuales-cognitivas tienen más problemas con el sueño.

  • Incrementa las dificultades en la familia al no tener los padres tiempo de sueño reparador. Son familias que ya enfrentan exigencias particulares y sobre estas se suman las que las dificultades con el sueño provocan.
  • La conducta se afecta al igual que el aprendizaje.
  • Pueden aparecer más movimientos estereotipados.
  • El déficit social pueden acentuarse más.
  • En general afecta de manera más significativa la calidad de vida.

Diversos trastornos y problemas del sueño pueden observarse en niños con TEA:

  • La frecuencia de Apnea Obstructiva del Sueño parece ser similar en la población general que en los niños con TEA. Especial riesgo para los niños con TEA representa el uso de antipsicóticos uno de cuyos efectos adversos es el incremento de peso, esto puede predisponer a presentar Apnea Obstructiva del Sueño.
  • Los episodios de insomnio de conciliación y de mantenimiento son mayores en la población con TEA que en la población general. Los retardos en el inicio del sueño parecen ser frecuentes en la población con TEA.  En estos casos existe espacio para el uso de melatonina.
  • Las parasomnias (sonambulismo, terrores nocturnos, despertares con confusión, etc.) son difíciles de diferencias. Muchos niños con TEA expresan diversidad de patrones conductuales durante la noche y resulta difícil distinguir si corresponden a parasomnias.  En algunos casos pueden hacer sospechar actividad convulsiva requiriendo la realización de monitorizaciones de video-electroencefalograma para poder hacer una distinción precisa.
  • No conocemos la frecuencia con la que ocurran cuadros como el síndrome de piernas inquietas. La deficiencia de hierro puede correlacionar con la frecuencia de este tipo de episodios, los niños con dietas muy restringidas (porque ellos mismos las restringen o porque se ven sometidos a dietas de restricción sin control médico) quedan muy propensos a presentar deficiencia de hierro con todos los efectos neurocognitivos que se asocian a la misma, incluyendo este tipo de trastornos del sueño.
  • El uso de inhibidores de la recaptación de serotonina también puede asociarse a movimientos periódicos de los miembros con el potencial riesgo de fragmentar el sueño y hacerlo menos eficiente.
  • Actividad epiléptica puede ser responsable de la ruptura de la arquitectura normal del sueño en niños con TEA.
  • Y otros.

PRIMER PASO: COMENTARLO CON NUESTRO MÉDICO PEDIATRA

Hemos visto la importancia del sueño en la salud general, de manera que ante una alteración o trastorno del mismo no podemos permanecer sin consultarlo con nuestro pediatra inicialmente, ya decidirá la necesidad de interconsulta con el neuropediatra.

La patología del sueño es muy compleja e incluye diversidad de trastornos y condiciones que requieren de la experiencia profesional para su diagnóstico y abordaje.  Por esta razón el primer paso en el proceso de abordar los problemas de sueño en nuestros hijos con TEA (y sin TEA), es informarle a su médico tratante.

SEGUNDO PASO: HACER UN INVENTARIO DEL SUEÑO

Esto es fácil de hacer respondiendo algunas preguntas básicas.

  1. ¿A qué hora se acuesta?
  2. ¿A qué hora se levanta?
  3. ¿Cuántas horas al día está durmiendo?
  4. ¿Hace siesta? ¿Cuánto tiempo dura la siesta?
  5. ¿Ronca o tiene respiración ruidosa cuando duerme?
  6. ¿Tiene dificultad para quedarse dormido?
  7. ¿Se despierta durante la noche?
  8. ¿Se mueve mucho al inicio del sueño? ¿Se mueve mucho durante toda la noche?
  9. ¿Se levanta cansado/a o descansado/a?
  10. ¿Se mantiene de mal humor durante el día, presenta respuestas inapropiadas o dificultades conductuales?

TERCER PASO: REALIZAR ACOMODACIONES GENERALES Y CAMBIOS DE RUTINAS

Toda la familia debe participar en la rutina del sueño.  No es necesario que todos se acuesten, pero si es necesario que en casa se pueda crear un ambiente favorable al sueño:

  • Apagar luces
  • Disminuir el ruido
  • Bajar la voz

La rutina de sueño implica un conjunto de actividades que se hacen cada día y todos los días.  Es necesario ser consistentes aunque es conveniente comprender que rutina no implica una prisión de la cual no se pueda salir, es sencillamente orden y posibilidad de predecir las situaciones minimizando el impacto de imprevistos.

Dos horas antes de ir a la cama disminuya el nivel de actividad y también evite actividades que estimulen mucho al niño.  Es conveniente no ver televisión o utilizar dispositivos electrónicos dentro de este período de preparación, las televisiones y otros aparatos electrónicos en la habitación tampoco son convenientes.

Pueden ser muy sensibles a diferentes estímulos.  Verifique que la habitación esté agradable en temperatura, con luces apagadas y sin ruidos (relojes, por ejemplo).

Algunos niños se sienten más cómodos y concilian mejor el sueño en habitaciones pequeñas y utilizando sábanas adecuadas a la temperatura pero un poco pesadas y sin dibujos.  Si el clima es muy caluroso adecúe la ropa de cama y el pijama a la temperatura.

Acostúmbrese a utilizar la cama solamente para dormir.  La cama no debe ser un lugar para jugar, hacer tareas o para ir a cumplir un castigo (time out, por ejemplo).

Durante el día debe mantenerse rutinas de ejercicio con la mayor frecuencia semanal posible, algunos niños con problemas en el sueño se mejoran con la implementación de programas de terapia de integración sensorial.  También es importante vigilar si no se presentan algunos problemas de salud general que pueden afectar el sueño: dolor (dental, oídos o articulaciones, principalmente), estreñimiento, reflujo gastroesofágico, etc., por ello es tan importante la evaluación del médico pediatra como paso inicial.

CONCLUSIONES

Los patrones no apropiados de sueño necesitan ser valorados profesionalmente dado que pueden ser indicadores de trastornos o problemas del neurodesarrollo, así como de otras condiciones médicas que requieren ser abordadas considerando la importancia del sueño en la niñez y adolescencia (y a lo largo de toda la vida).

Dormir bien ayuda a funcionar mejor, dispone al aprendizaje más efectivo y favorece la salud general.

BIBLIOGRAFÍA

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  • Mazzola ME, Podestá C, Encabo H. Sueño del recién nacido, del lactante y del niño y sus perturbaciones más frecuentes.  En Neurología Pediátrica de Fejerman y Fernández Álvarez, capítulo 101, III edición.  Editorial Médica Panamericana, Buenos Aires, 2007.
  • Mindell Ja, Durant VM. Treatment of childhood sleep disorders.  Journal of Pediatric Psychology 1993; 18: 731-750.
  • Owens JA, Sleep and sleep disorders in children.  Encounters with children, II edition.
  • Smedje H, Broman JE, Hetta J. Association between disturbed sleep and behavioural difficulties in 635 children aged sit to eight years.  European Journal of Child and Adolescents Psychiatry 2001; 10: 1-9

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