A veces uno tiene la sensación de que en ocasiones las Administraciones Públicas no se dan cuenta de la realidad social que les rodea. Viven en una especie de burbuja de instancias, trámites burocráticos, ventanillas, reglamentos y leyes. Y no se enteran de lo que de verdad pasa al otro lado de la puerta, en el mundo real.
Y para ser más concretos, lo que la Administración Educativa de Málaga hace es eso, no veo, no oigo, no hablo. Intento que el ciudadano siga los dictados que marco, tanto si les gusta como si no, tanto si está bien como si está mal ¡A pasar por el aro! Un modelo opresivo y coercitivo. Intentando pervivir una situación de ordeno y mando, ese modelo que durante mucho tiempo les ha funcionado, mientras el ciudadano estaba calladito y quieto.
Y es que lo que tampoco se dan cuenta los responsables de Educación de Málaga, y por extensión los de Sevilla, es que tienen en las manos una patata caliente, pero con mecha. Y les va a explotar en las manos mientras se la pasan de uno a otro, intentando marear la perdiz. Hay un caso del que ya hablamos en su día relativo a una niña del Rincón de la Victoria, y que tras un año no se ha solucionado, es más, a pesar de un juzgado está investigando los modos de Educación, a pesar de que se les empiezan a acumular denuncias de familias sobre la forma despótica de actuar de la Administración Educativa, esta administración no aprende ¿Paradójico verdad?
Y es que no se les ocurre otra cosa que dedicarse a echar pulsos contra quienes les dan de comer, osea, los ciudadanos. Parecen no darse cuenta de que los administradores públicos trabajan para nosotros, que el ciudadano es su jefe y no su súbdito. Prefieren pensar que los ciudadanos díscolos son sencillamente papás y mamás histéricos que no atienden a sus hijos tal y como ellos han decidido -unilateralmente- que hay que hacerlo. Así que se dedican a seguir apretando la soga, a ver si los ahorcan.
Pero no se han dado cuenta que ni tienen tanta soga ni tienen razón. Se han olvidado de que están actuando de forma injusta, no se dan cuenta de que ni la ley les ampara, porque las leyes deben ser justas en su forma y en su fondo. Y si nos dedicamos a usarlas con el único propósito de aleccionar al ciudadano nos convertimos pues, no en defensores de la ley, sino en déspotas tiránicos, quienes usan la ley a su conveniencia para amedrentar al ciudadano.
Durante mucho tiempo en Andalucía (Y en el resto de España también) los que mandan han actuado a sus anchas, haciendo de su capa un sayo, olvidando que la capa no es suya, que la capa es la ciudadanía. Y han actuado bajo el halo de la impunidad que ejercían mediante la desidia del ciudadano, a quien durante mucho tiempo las innumerables tropelías de los Administradores de lo público no parecían preocuparles. Pero no hay mal que cien años dure, así que ahora no son capaces de darse cuenta que no pueden actuar como les de la real gana, que no pueden seguir sometiendo voluntades, que el tiempo del tirano se acabó. Ahora, o cambian ustedes su mentalidad, o habrá que hacer que la cambien en sede judicial. Se les acabó el chollo, así que es una buena idea que empiecen a trabajar haciendo honor a su verdadero mandato, el de trabajar por y para los ciudadanos.
Cuando no tienes nada que perder, descubres que hasta el miedo perdiste.
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