Hay muchas conjeturas sobre el posible papel que juegan el uso de edulcorantes artificiales, también denominados edulcorantes no nutritivos o sustitutos del azúcar, como un posible factor de riesgo para el autismo. Estas conjeturas surgen principalmente de aquellos blogs en Internet que sostienen el papel de una sobrecarga “tóxica” como un factor incitante para el autismo. Los padres se preguntan si el consumo de estos compuestos durante el embarazo o la lactancia pueden haber causado problemas en sus hijos. Ellos atribuyen el aumento de la prevalencia del autismo a la epidemia de obesidad actualmente en curso y los intentos de frenar la misma con sustitutos no calóricos para el azúcar. Por tanto, no es sorprendente que la probable asociación entre edulcorantes artificiales y el autismo sea una pregunta que escucho cada pocas semanas proveniente de padres preocupados.
Que yo sepa, ningún estudio científico ha evaluado el problema o apoyado la reclamación de una probable asociación entre el autismo y los edulcorantes artificiales. En la actualidad, los edulcorantes artificiales están regulados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos como aditivos alimentarios y en general se consideran seguros si se usan en cantidades limitadas. Aunque de uso médico, en personas obesas que intentan perder peso o personas con diabetes que tratan de controlar su azúcar en la sangre, estos agentes químicos pueden tener efectos perjudiciales. Algunos estudios sugieren el posible papel de los edulcorantes artificiales en problemas de salud que van desde dolores de cabeza a convulsiones y, paradójicamente, como agentes de aumento de peso. En este sentido debemos ser conscientes de los muchos problemas de salud con respecto a estos agentes químicos.
Los sustitutos de azúcar están omnipresentes en la sociedad moderna. Estos sustitutos químicos para la sacarosa (es decir, el azúcar de mesa) son de diferentes tipos. Los edulcorantes artificiales (por ejemplo, aspartamo, sucralosa) son sólo un tipo de sustituto de azúcar que en la actualidad se encuentran en miles de productos alimenticios. Éstos pueden ser sintetizados comercialmente o extraídos de vegetales. Por lo general son muchas veces más dulces que el azúcar, de modo que se necesita una menor cantidad del compuesto para proporcionar el mismo nivel de dulzor. Los estudios en animales utilizando dosis extremadamente elevadas de aspartamo han indicado una posible relación al cáncer, pero varias organizaciones relacionadas a la salud han cuestionado estos resultados. Los estudios de laboratorio muestran que el aspartamo puede matar neuronas del cerebro y algunos investigadores han implicado el mismo en enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson y la enfermedad de Alzheimer. Aunque el cerebro está protegido por una barrera sanguínea, algunas condiciones médicas y etapas durante el desarrollo (es decir, los niños en su desarrollo fetal) pueden carecer de esta barrera. El efecto secundario más común reportado con el aspartamo es la migraña, mientras que otros efectos secundarios incluyen convulsiones, depresión, e incluso el aumento de peso. El aspartamo en su forma seca es 11% metanol. La ingestión de metanol puede proporcionar una acidosis metabólica, alteraciones del ritmo cardíaco, y secuelas neurológicas.
Los alcoholes de azúcar son otro tipo de sustituto para la sacarosa que ocurren naturalmente en algunas frutas y verduras, pero también pueden ser fabricados. Los alcoholes de azúcar pueden contener calorías, pero a un nivel inferior que el azúcar. Por lo general estos compuestos se encuentran en dulces, goma de mascar, helados, galletas y pudín. Muchos de estos productos están etiquetados como “sin azúcar”, aunque contienen alcoholes de azúcar (por ejemplo, glicerol, manitol, sorbitol). En comparación con la sacarosa estos compuestos tienen menos energía como azúcares y una respuesta glucémica más baja (es decir, no elevan tanto el nivel de azúcar en la sangre) además de reducir el riesgo de caries dentales. Algunas personas afirman que es probable que tengan un efecto prebiótico induciendo el crecimiento de bacterias y hongos que contribuyen al bienestar de su anfitrión. Cuando se consumen en cantidades excesivas los alcoholes de azúcar pueden causar hinchazón y diarrea.
Casi un tercio del azúcar extra que consumimos proviene de bebidas azucaradas con el jarabe de maíz de fructosa. Algunas personas han sugerido una posible relación entre la introducción de este jarabe hace unos 30 años y nuestra epidemia de obesidad. En efecto, su uso se ha relacionado no sólo con una ganancia significativa de peso, sino también a un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, hipertensión y niveles elevados de colesterol malo.
Un buen artículo sobre edulcorantes artificiales con una introducción histórica fue escrita por el Dr. Mercola y se encuentra en http://articles.mercola.com/sites/articles/archive/2009/10/13/artificial-sweeteners-more-dangerous-than-you-ever-imagined.aspx#
Esta y muchas más informaciones de gran interés podéis leerlas en mi blog personal Cortical Chauvinism
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