La respuesta inmune de la madre mono modifica el cerebro de su infante

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El eslabón perdido: las macaco Rhesus preñadas que fueron infectadas con un virus de prueba tuvieron bebés que tenían comportamientos repetitivos y deficiencias en las habilidades sociales. Foto: Kathmanduphotog/Shutterstock.com
El eslabón perdido: las macaco Rhesus preñadas que fueron infectadas con un virus de prueba tuvieron bebés que tenían comportamientos repetitivos y deficiencias en las habilidades sociales.Foto: Kathmanduphotog/Shutterstock.com

Los monos cuyas madres son infectadas con un virus de prueba durante el embarazo muestran una ramificación anormal de ciertas células cerebrales. Los hallazgos, publicados el 24 de marzo en Brain, Behaviour, and Immunity, explicarían porqué las mujeres que se contagian de infecciones, por ejemplo gripe o rotavirus, durante el embarazo tienen mayor riesgo de dar a luz a niños con autismo. 1

«Estos hallazgos son la primera evidencia de que desafiar el sistema inmune está asociado con cambios en la estructura de las neuronas de un área del cerebro relacionada con las enfermedades neuropsiquiátricas», dice Melissa Bauman, ayudante de cátedra de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de California, Davis, y una de las líderes del estudio.

Los estudios epidemiológicos en personas han hallado que una infección durante el embarazo aumenta el riesgo de tener un niño con autismo al 37 por ciento.2 Los estudios en roedores han explorado las razones potenciales de esto y hallaron que los químicos liberados durante una respuesta inmune a la infección podrían provocar cambios cerebrales y del comportamiento similares a los apreciados en personas con autismo.3 Bauman y sus colegas extendieron ese trabajo a un modelo de primates. En los primeros experimentos descubrieron que los macaco Rhesus expuestos en el útero a la respuesta inmune de la madre mostraban de manera inusual niveles altos de inflamación del cerebro en la pubertad. Los animales también mostraron comportamientos repetitivos y deficiencia en las habilidades sociales, síntomas similares a los de las personas con autismo.4

En el estudio nuevo, Bauman y su equipo inyectaron a cuatro monas Rhesus preñadas con poly I:C (un compuesto que simula una infección viral) y cuatro con solución salina, cerca del final de su primer trimestre.

Los investigadores analizaron los cerebros de los bebés alrededor de cuatro años después, lo que equivale a la adolescencia en las personas. Se concentraron en la corteza prefrontal dorsolateral, una región que cumple funciones en la cognición y el planeamiento motor y es conocida por su escasa actividad en varones con autismo. 5

En los monos expuestos a la infección de prueba, las neuronas excitatorias más grandes llamadas células piramidales tenían una forma atípica: las ramificaciones de estas neuronas que reciben las señales, llamadas dendritas apicales, eran inusualmente estrechas y muy ramificadas. Estas anomalías podrían afectar la manera en que las neuronas se conectan y comunican, según los investigadores.

«Los hallazgos se suman a la creciente evidencia de que las anomalías cerebrales relacionadas con el autismo se originan en el útero y no en otra época de la vida», dice Christopher Coe, director del Centro Harlow para Psicología Biológica de la Universidad de Winsconsin, quien no estuvo involucrado en el estudio. «El hecho de que solo una fracción de mujeres que se enferman durante el embarazo tienen niños con autismo señala factores de riesgo adicionales», comenta Patrick Hof, profesor de Neurociencias en la Facultad de Medicina Icahn de Mount Sinai en Nueva York, quien no estuvo involucrado en el estudio.

Un estudio publicado al principio de este año descubrió que las fallas genéticas, conocidas como variantes del número de copias, en un chico aumentan el riesgo de autismo por infección de la madre, lo que provoca síntomas más graves que la infección sola. «Identificar más de dichas interacciones entre el gen y el medioambiente —sostiene Hof— podría determinar dianas moleculares para posibles terapias».

Referencias:

  1. Weir R.K. et al.Brain Behav. Immun. Publicación electrónica antes de su impresión (2015) PubMed
  2. Lee B.K. et al.Brain Behav. Immun.4, 100-105 (2015) PubMed
  3. Malkova, N.V. et al.Brain Behav. Immun.26, 607-616 (2012) PubMed
  4. Bauman M.D. et al. Biol. Psychiatry75, 332-341 (2014) PubMed
  5. Christakou A. et al. Mol. Psychiatry18, 236-244 (2013) PubMed


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