Camino al 2013

libertad
Foto: Sachin Ghodke

Este año que acaba ha sido un claro ejemplo de más de lo mismo elevado al cuadrado. Modelos que se perpetúan y mejoran para potenciar las políticas dirigidas a la protección del poderoso y la perpetuación de la exclusión social de la ciudadanía a todos los niveles. Durante el 2012 en España se ha llevado a cabo una acción general para la supresión de la identidad ciudadana, para restringir más si cabe la capacidad de ejercer los derechos del individuo. Y esto no solo afecta a las personas con diversidad funcional, nos afecta a todos.

Hoy podemos ver desde diferentes prismas cómo la calidad de vida está dirigida y modulada en función de criterios sectarios y supra-económicos que nos dirigen. Juan José Maraña lo describe de forma magistral en su escrito la “Teoría de incapaces” (Les recomiendo efusivamente su lectura), “Existe un cordel que anuda la vida de una persona con diversidad funcional con la de otra a lo largo del laberinto de la Historia. Es el cordel de la opresión. Un cordel trenzado con el hilo del castigo divino, el de la oscuridad del pecado, el del estigma, el de la medicalización de los cuerpos, el de la culpa y el de la organización social del trabajo, y su escrutinio uniformador de la vida”(sic). En esta sociedad donde se impone el “Vale más desechar, que tener que remendar“, proclamado por Aldous Huxley en su obra “Un mundo feliz”, advertimos como se ha conseguido que a base de repetir y repetir la misma mentira, ésta se ha convertido no solo en realidad, sino en un dogma social.

En Enero de este año hablaba sobre el programa Aktion T4 y su aplicación actualizada en España, no me quedé corto, hemos visto con estupor cómo un grupo reducido de personas deciden sobre la vida de millones sin que les tiemble el pulso, y todo esto llevado a cabo con el mayor de los dolos. Destruir la vida a sabiendas es un acto criminal, un crimen de lesa humanidad. Y eso se hace cada día con la complicidad de todos los ciudadanos. Porque no nos engañemos, somos complices de lo que nos pasa. Somos culpables de apretar el gatillo.

Don Miguel de Unamuno, en una trifulca verbal con el General Millán Astray acuñó una máxima “Venceréis, pero no convenceréis“. El problema final no radica solo en quien vence, sino en la validez del convencimiento. Nos vencieron con el convencimiento de que esto es lo que hay. Pero tampoco podemos incurrir en el modelo de: me ganaron, me sometieron, pero eso sí, no me convencieron. Es como ir a buscar culpables en una cárcel ¡Todos son inocentes! Y están convencidos de ello, pero a pesar de todo, siguen en la cárcel. Ni tampoco en el del sometimiento del crítico con el sistema. En ambos casos se consigue los mismo, es decir, nada.

Y esto sucede porque el pueblo llano no es consciente de su capacidad y poder, y no lo es porque ha sido convenientemente adoctrinado durante toda su vida. Hoy en día genera más crispación social un mal arbitraje en un partido de fútbol que la eliminación de los derechos humanos. Así somos, en esto nos hemos convertido, en vulgares peones de un juego que construimos cada día. Vivimos inmersos en una indefensión aprendida de la que no parece que queramos salir. A veces pienso que nos conformamos con lo que nos ha tocado vivir por una cuestión de mal karma y no nos damos cuenta de que el futuro se debe escribir cada día por parte de todos. Mientras no seamos conscientes de nuestra capacidad de escribir nuestro propio futuro continuaremos siendo extras en esta película en la cual nos han obligado a participar.

Debemos poder desembarazarnos del egoísmo social al que nos hemos visto abocados, nadie quiere hacer nada por nadie. Y lo más curioso es que cuando haces algo por otra persona, esa acción posee un efecto multiplicador que te acabará regresando de forma aumentada. Es el modelo de la acción basada en la bondad, en el amor por el otro, en el deseo solidario de un mundo mejor. Sin ese deseo poco vamos a conseguir. La visión de “necesito resolver el problema de mi hijo” es muy habitual. Incluso hay muchas asociaciones que tienen como fin oculto el resolver el problema de “el hijo de”, obviando a los demás hijos. Ese egoísmo social nos ha llevado al fracaso y por eso estamos como estamos, porque somos como somos. No me canso de decir (incluso desde el egoísmo) que para dar un futuro mejor a mi hijo, necesito que TODOS tengan un futuro mejor. Si no trabajo en esa línea deberé ponerme a pensar en qué tipo de espacio acotado y vallado será el hogar de mi hijo cuando yo falte. Deberé emplearme en crear guetos para poder proteger a mi hijo. De esa forma conseguiré algo horroroso, que es trabajar para eliminar la capacidad de auto-determinación de mi propio hijo. ¿Acaso no es esto lo que se ha venido haciendo durante mucho tiempo?

“Vivimos en un tiempo que se siente fabulosamente capaz para realizar, pero no sabe qué realizar. Domina todas las cosas, pero no es dueño de sí mismo. Se siente perdido en su propia abundancia. Con más medios, más saber, más técnicas que nunca, resulta que el mundo actual va como el más desdichado que haya habido: puramente a la deriva” Ortega y Gasset del libro La rebelión de las masas

Es el momento de tomar conciencia de una realidad evidente, y es que indistintamente del país, TODOS tenemos el mismo problema: En España nos roban en la cara y no pasa nada, dentro de poco implantarán de nuevo el derecho de pernada, y tampoco pasará nada; En México más vale que seas millonario y vivas en otro país, de lo contrario tu hijo lo tiene muy mal. El acceso a una intervención adecuada existe, pero acaba siendo muy difícil (por no decir casi imposible) pagar; En América Central el reto es de mera supervivencia para un chico o chica con autismo; En Venezuela, por muy bolibariano que seas, el panorama puede llegar a ser desolador; Colombia es para los Colombianos, lástima que a las personas con autismo no las consideren colombianas, y así andan las cosas, mal; Chile es increíble, mejor que no existan, así ni nos molestan; Me comenta un amigo desde Argentina, que tener un hijo con autismo es como ponerle una raya más al lomo del tigre; Uruguay es como Paraguay, Ecuador, Perú, Puerto Rico o Bolivia, allí el autismo no es un problema, sencillamente no existe. Y así sumas y siguen. Lo curioso es que da igual el país, al final el problema se resumen en lo mismo, la capacidad de respuesta social ante la injusticia.

“Las personas con Trastornos del Espectro del Autismo deben enfrentarse a una sociedad que no entienden”, esta sentencia la he oído innumerables veces. Ahora bien, ¿entendemos los demás la sociedad en la que vivimos? Porque yo no la entiendo. Pero tampoco entiendo porque nos comportamos así. Existe un miedo social tremendo, implantado, la conciencia de que no podemos hacer nada, y como no podemos hacer nada, pues sencillamente no lo hacemos. Pero entonces tampoco tenemos derecho a quejarnos. Otro de los grandes problemas está relacionado con lo que debemos hacer. Por ejemplo, en España a consecuencia de los recortes más de 90.000 personas salieron a la calle a defender los derechos de las personas con diversidad funcional. Bien, y esta es mi opinión personal y por supuesto cuestionable, el resultado de tales manifestaciones populares no sirve para nada, salvo para esa especie de salud emocional temporal, el ir a desfogarse y poco más. Ya que, como es obvio, nada de lo que se está haciendo tiene el más mínimo efecto real, habrá pues que cambiar de estrategia. Estamos dirigidos (lo de gobernados me parece un insulto a la palabra gobierno) por una panda de seres malignos, que hacen el mal a sabiendas y disfrutan de ello. Y hacen el mal porque debe ser parte de su esencia. Son seres dañinos, parásitos indeseables que se dedican a absorber la vida de sus huéspedes, a cambio, les rendimos pleitesía. Y así nos luce el pelo.

Y esto es la realidad, nos guste o no. Somos vulgares cómplices de nuestra desgracia, pero ¿seguiremos quejándonos por las esquinas?, y por eso yo me planteo, ¿realmente somos tan tontos?, creo que no. Quizá en estos momentos empecemos a ser conscientes de la prisión en la que hemos estado viviendo todo este tiempo, quizá sea éste el momento de escapar, de romper las cadenas que nos atan, de tirar la televisión por la ventana, de iniciar acciones con efecto real, de dejar claro que tiraron tanto de la cuerda que la han roto. Este es el momento de la auto-determinación, de dejar claro que nuestra voz cuenta. Es el momento de la acción real, de la acción efectiva. Este año que empieza van a cambiar las cosas, sí o sí. Este año debemos demostrarnos a nosotros mismos de lo que somos capaces. Solo pedí un regalo de Navidad, mi regalo son las personas que este año van a caminar junto a nosotros para hacer que éste sea un mundo mejor.


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2 comentarios en «Camino al 2013»

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