El corazón más grande del mundo

Este artículo me lo debía a mí mismo desde hace tiempo. Y se lo debía a él aunque, sinceramente, un rincón del periódico no sea suficiente. Tampoco lo sería dedicar todas las sábanas de esta centenaria cabecera porque no sería justo y me seguiría quedando a años luz en agradecimiento. Si no me conocen personalmente como me conoce él, les diré que en ocasiones no exteriorizo lo que siento y a veces tengo una salida borde cuándo no toca. Soy así, espero que con el tiempo lo entiendan. Me pasa lo contrario que a él.

Él, que me conoce y al que estaré siempre más que agradecido, es mi hermano Miguel. Es el hermano guapo, fuerte y simpático. En realidad no tengo más hermanos y, créanme, no harían falta. Él lo es todo. Mi hermano Miguel es autista, quizás esto no lo sepan. Quizás a su mente hayan llegado en tromba ciento un prejuicios y leyendas sobre los autistas. Quizás piensen que nuestra infancia pudo ser diferente. Lo fue. ¿Se imaginan que su hermano les demuestre continuamente que les quiere? ¿Se imaginan qué satisfacción se puede obtener de cada gesto de cariño? ¿Saben el esfuerzo infinito que hace cada día por dar lo mejor de sí mismo?

Se harán una idea, más lejana o más cercana. Aún queda mucho por hacer, pero se está haciendo y es más que ilusionante tener un padre que se vuelca de esa manera con una asociación joven pero de futuro como es Autismo Segovia.

A menudo resulta chocante que se diga que estos chavales no exteriorizan sus sentimientos, cuando nadie me ha querido tanto como él, o cómo, ahora fuera de casa, todavía espera unos minutos antes de demostrarme que me echaba de menos, para demostrármelo de verdad. Choca que se les tache de antisociales cuando es la sociedad la que les pone muros, cuando somos nosotros, perfectos calcos sociales, los que miramos raro a todo aquel que demuestra su aprecio en público. Cuando preferimos poner a caldo a alguien antes que felicitar al que lo merece.

Mi hermano vive ajeno a todo esto. También vivirá ajeno a este artículo. O no, porque quizás alguna mente, después de leerlo, abra un poco su cabeza y un mucho su corazón cuando vea a estos chavales camino del cole o de la piscina. Porque todas las páginas del Adelantado no servirían de mucho, pero entiendan que es lo mínimo. Por él. Y por mí.

Y para acabar, dos cositas. La primera, que si les interesa, no está de más que sigan el blog de la Asociación de Autismo Segovia, su Twitter o por Facebook. Nunca está de más entender realmente el por qué de las cosas.

Y lo segundo es que el sábado 12 es mi cumpleaños, buena oportunidad para todos aquellos que en navidad se les pasó aquello del café 😉

Fuente: Barcelovia

Sobre el autor por Silvia M. de Autismo Segovia a la cual queremos agradecerle que nos haya dejado publicarla.

Nacho Barrio, periodista y hermano de una persona con Autismo ha dedicado está semana un maravilloso artículo  a su hermano Miguel. Todos los que lo conocemos sabemos lo grande que es este chico no sólo por sus artículos, los cuales recomiendo seguir, sino por su gran corazón y su amor por su hermano, del cual he sido testigo en múltiples ocasiones.


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1 comentario en «El corazón más grande del mundo»

  1. Gracias por este maravilloso articulo no se podria explicar mejor el amor
    que se recibe de nuestros hijos, hermanos, sobrinos, etc., por eso yo
    muchas veces lo pienso como pueden decir que no son cariñosos? por que
    no los concen, sino seria imposible, gracias Nacho me has emocionado, con el amor
    que tienes por tu hermano

    Responder

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