Un haz de fibras nerviosas grueso podría indicar autismo en la infancia

El artículo original en inglés está disponible Aquí

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Haz grande: Una parte del cuerpo calloso que se encuentra cerca de la zona frontal del cerebro es más gruesa (rojo) en los niños con autismo que en los testigos.

El haz de nervios que conecta los dos hemisferios del cerebro es inusualmente grueso en los bebés a quienes luego se les diagnostica autismo, de acuerdo con un estudio publicado el 3 de mayo en Brain1. Cuanto más grueso sea el haz, más acentuadas serán las conductas repetitivas del niño a los dos años de edad.

Este estudio se suma a la creciente evidencia que asocia el cuerpo calloso con el autismo. Aproximadamente una de cada tres personas nacidas sin cuerpo calloso reúnen los criterios del autismo.

Los estudios han hallado generalmente que el cuerpo calloso es inusualmente pequeño en niños en edad escolar y adultos con autismo. El nuevo estudio es el primero en considerar, antes del diagnóstico de autismo, los cambios en el cuerpo calloso de bebés y niños en edad de aprender a caminar, y halló el patrón opuesto.

«Creo que nos lleva a comprender realmente lo importante que es considerar cuánto cambia el cerebro a lo largo de la vida», comenta el investigador principal Jason Wolff, ayudante de cátedra de psicopedagogía de la Universidad de Minnesota en Minneapolis.

Los resultados coinciden en parte con un estudio de 2014 que informaba que el cuerpo calloso es inusualmente grande en niños con autismo, pero luego disminuye con la edad. En el estudio nuevo, el cuerpo calloso parece disminuir a lo normal para los dos años de edad. Wolff cree, sin embargo, que si pudieran analizar a los bebés por más tiempo, podría observar que la estructura se vuelve inusualmente delgada con la edad en los que tienen autismo.

No hay solapamiento de edades entre los dos estudios. «Entonces, es como intentar unir dos piezas totalmente distintas de un rompecabezas», sostiene Brittany Travers, ayudante de cátedra de kinesiología de la Universidad de Wisconsin-Madison. «Pero parece que podrían unirse». Travers fue miembro del equipo de investigación de 2014, pero no participó en el nuevo estudio.

El tamaño importa:

Wolff y sus colegas utilizaron resonancia magnética nuclear (RMN) para examinar los cerebros de 378 bebés, 270 de los cuales tienen un hermano mayor con autismo. Estos llamados «hermanos bebés» tienen riesgo de tener autismo 20 veces mayor que el promedio.

Los investigadores midieron el cuerpo calloso a los 6, 12 y 24 meses de vida. Luego, evaluaron a los niños a los dos años de edad y consideraron comportamientos repetitivos, deficiencias en las habilidades sociales, dificultades en la comunicación y otros síntomas del autismo. A esa edad, a 57 de los hermanos bebés les correspondía un diagnóstico de autismo.

Tras controlar las diferencias en cuanto a volumen total del cerebro, los investigadores hallaron que el cuerpo calloso de los hermanos bebés con autismo es alrededor del 15 por ciento más grueso que el de los bebés que no padecían autismo, sin importar los antecedentes familiares. La estructura es más ancha en la porción localizada cerca de la parte frontal del cerebro que integra la información sensorial y del movimiento.

Esta diferencia de espesor continúa a los 12 meses, pero desaparece casi por completo para los 24 meses. Es incierto si este adelgazamiento relativo es el resultado de un engrosamiento acelerado del haz en bebés que no están afectados, un crecimento más lento en niños con autismo o ambos.

Los hallazgos concuerdan con los de un estudio publicado en abril que sugiere que, en relación con los testigos, el cuerpo calloso en niños con autismo pierde integridad estructural con el tiempo.

Aunque el nuevo estudio sugiere que el conjunto de bebés con autismo tiene un cuerpo calloso engrosado, es posible que esto sea verdad solo en ciertos subtipos genéticos del desorden, dice Elliott Sherr, profesor de neurología y pediatría de la Universidad de California, San Francisco, quien no estuvo involucrado en el estudio. Asegura que su equipo tiene evidencia sin publicar de que el cuerpo calloso es inusualmente grande en personas que carecen de una copia de la región cromosómica asociada al autismo 16p11.2 e inusualmente pequeño en personas que poseen una copia extra de la misma región.

Wolff comenta que él no cree que exista un subgrupo evidente entre los niños con autismo que pueda provocar todas las diferencias del grupo que él encontró. Aún así, su equipo está recolectando muestras de ADN de todos los bebés del estudio y los miembros inmediatos de sus familias. Planean analizar las muestras para obtener pistas genéticas de las causas del desarrollo alterado del cuerpo calloso.

Todavía es incierto si las alteraciones del cuerpo calloso son una causa o una consecuencia del autismo. «Todo lo que podemos decir es que esto está presente probablemente antes de que el diagnóstico es posible», dice Wolff.

Wolff y sus colegas también hallaron que los niños que tenían el cuerpo calloso más grueso cuando eran bebés solían tener los comportamientos repetitivos más intensos cuando aprendían a caminar. No observaron una relación entre el tamaño del haz nervioso y otros síntomas similares a los del autismo.

«Los investigadores deberían considerar si las discrepacias en el tamaño del cuerpo calloso rastrean tipos particulares de comportamientos repetitivos», sugiere Thomas Frazier, director del Centro para Autismo de la Clínica Cleveland de Ohio, quien no estuvo involucrado en el trabajo nuevo. «Para nosotros, es importante que estas cosas salgan a la luz para comprender en detalle qué regiones del cerebro y qué anomalías en el desarrollo de él provocan ciertos aspectos del autismo».

Referencia:

  1. Wolff J.J. et al. Brain Publicación electrónica antes de su impresión (2015) PubMed


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