Hace unos meses, fui a la Universidad de Alcalá de Henares para hablar sobre el Síndrome de Asperger a unos alumnos de Magisterio. Lo primero que me planteé a la hora de preparar la exposición fue dejar de lado tanta teoría y contar como viven ellos su día a día, como se pueden llegar a sentir y como acercándonos y conociendo a la persona podemos ayudar más de lo que nos podemos imaginar. Ese era el objetivo principal, hablar desde las emociones, primero las que siento yo cuando estoy con ellos y segundo, lo que sienten ellos cuando alguien realmente se interesa en conocerlos.
Para ello, era primordial ponerse en el lugar de la otra persona, entrenar la empatía, situarse en una situación concreta que para nosotros no puede llegar a ser muy complicada pero que para ellos puede ser un verdadero reto.
Les planteé la situación en la que una persona con S.A se enfrenta al momento de tener una cita o un acercamiento más allá de la mera amistad, se dieron unas pautas, y a partir de ahí se pusieron a trabajar.
No quiero alargarme más, ya que lo verdaderamente importante de esto son los relatos que han conseguido hacer, no os fijéis si refleja a la perfección las características de las personas con TEA, simplemente dejaos llevar y ser capaces de situaos en el lugar de la otra persona, es posible que si lo hacéis así lleguéis a emocionaros.
Álvaro Girón Martín
Maestro y Licenciado en Psicopedagogía, especializado en Autismo y Asperger.
PRIMER RELATO

Esta historia es ficticia y lo que hemos querido hacer desde la inclusión, es ponernos en el lugar de un chico de 24 años con Asperger, al que le gusta una chica y como fue todo el proceso. Esta reflexión sobre el Asperger la hemos realizado como grupo. Es una reflexión de los Travellers.
Hola, soy Alfredo y soy un chico que tiene el síndrome de Asperger. El otro día tuve una cita y os voy a contar como me fue.
Desde el inicio del curso me fijé en una chica que me hizo sentir algo diferente al resto de las personas que había visto o conocido, no sabía lo que era pero estaba seguro que era una sensación especial.
Si para otras personas estas situaciones son complicadas para mí era un poco más debido a mis dificultades para establecer relaciones sociales y para captar señales no verbales, a mi timidez o a mis problemas para entender chistes o ironía. Para ello, en primer lugar le pedí a un amigo en común que hablara con ella para conseguir saber sus gustos, aficiones y hobbies que ella tenía para poder establecer un pequeño guión para acercarme a ella y saber cómo actuar.
El día que por fin me decidí a presentarme a Nuria, fue un día muy especial a la vez que complicado para mí. Al preguntarle cómo se llamaba (mintiendo un poquito) lo hice con voz monótona, y aunque lo había ensayado en mi casa no me salió cómo esperaba. Nuria se acercó a darme dos besos y mi primera reacción fue de apartarme aunque sabía que era una descortesía.
Comenzamos a hablar del curso y de la universidad en general. Yo estaba un poco incómodo porque no sabía cuándo tenía que contestar y cómo hacerlo, pero de repente me preguntó que cómo venía a la universidad y que ella lo hacía en coche (Ford fiesta rojo del año 2000, tdi, 16 válvulas y llantas de aluminio). Pensé: “Bravo” puedo hablar de mi tema favorito ya que me encanta desde pequeño todo lo relacionado con el mundo del automóvil, y así lo hice. Nuria, por mi repentina interrupción se quedó callada y me escuchó mostrando una mirada que no pude descifrar.
Después de aguantar mi charla y apunto de marcharse, me rozó el brazo y salté asustado debido a mi hipersensibilidad al contacto físico y por suerte reaccioné, pero con torpeza, sin mirarla a la cara y muy nervioso, invitándola a merendar. Ella me contestó que no podía merendar porque tenía que estudiar, a lo que yo le respondí enfadado ¡no quieres quedar conmigo!, Nuria me dijo: ¡anda tonto como no voy a querer quedar contigo!, no digas eso. No entendía ni sus gestos ni la palabra tonto en ese contexto, sólo entendía que me insultaba. Luego pude comprobar que ella solo quería ser amable conmigo.
Yo me marché y a los pocos metros me llamó y me invitó a salir con ella y sus amigos por la noche de fiesta. Pensé: Odio salir de fiesta porque me molesta la gente, el ruido y el humo de las discotecas. Mi ausencia de expresión facial me delató, y ella supo en seguida que no me gustó la idea que me propuso. Al final, quedamos al día siguiente a merendar juntos.
Yo le pregunté muchas veces cual era el sitio y cómo llegar a él. Y también que es lo que haríamos durante toda la tarde pues necesito tener mis rutinas y organizarme.
Después de saberlo todo me preparé para la cita, con todas mis rutinas planificadas. Intenté corregir los fallos cometidos en la cafetería ese día para que en la merienda no los volviera a cometer, y esto es lo que pasó:
Llegué a la cita con un poco de tiempo, pero ella no se presentó hasta pasados diez minutos. Me puse nervioso y pensé en irme porque creía que me había dado plantón. Cuando por fin llegó, y empezamos a merendar conseguí mirarla a la cara, estuve pendiente de su comunicación no verbal y de los gestos que utilizaba (aunque la mayoría de ellos no me los había preparado en mi guión). Tras varios intentos de empatizar con ella, de intentar ser cortes no interrumpiéndola, hablando bajito, despacio y menos monótono que de costumbre me frustré por estar todo el rato actuando, pues no era yo mismo. Fue en ese momento cuando mirándola a la cara le expliqué cómo era realmente, con todas mis limitaciones y a qué se debían. Ella me comprendió y terminamos la cita hablando del asperger, de mis miedos y dificultades sociales y formas para solucionarlo. Ella tuvo mucha empatía conmigo, y ahora nos vamos conociendo cada día más y somos buenos amigos aunque espero que algún día lleguemos a ser algo más pero eso quedará entre mi diario y yo.
AUTORES:
Nuria Alajarín
Jenifer Escriba
Sandra Esteban
Alfredo Fernández
Jesús Galán
SEGUNDO RELATO
Juan trabajaba como camarero en una cafetería del centro de Madrid, el solo tenía 19 años pero no vivía como el resto de chicos de su edad, no le gustaba salir de fiesta, ver el fútbol… él prefería quedarse en casa escuchando música y leyendo libros de astronomía, la astronomía le apasionaba. Cuando Juan tenía 6 años, el médico les dijo a sus padres que tenía algo llamado Asperger y que por eso a los ojos de todos Juan parecía un niño tan “especial”.
La cafetería de Juan estaba al lado de la universidad donde Lucía estudiaba. Lucía era una chica de 18 años que iba todos los días a desayunar a esa misma cafetería.
Juan se fijó en ella desde el primer día, Lucía tenía algo que había llamado su atención, pero cada mañana a lo único que se atrevía era a darla los buenos días y anotar lo que ella le pedía para desayunar. Él sabía que eso no podía seguir así, esa chica le gustaba realmente, así que comenzó a fijarse en los libros que Lucía dejaba siempre sobre la mesa mientras desayunaba, de esta manera podría saber lo que estudiaba y tener un tema de conversación para hablar con ella. Lucía estudiaba derecho, así que Juan comenzó a mirar en internet todo lo que podía encontrar sobre leyes, pero le aburría tanto…teniendo sus libros de astronomía al lado no se podía resistir. Aunque Juan aprendió algo sobre leyes para hablar con ella, no terminaba de armarse de valor… ¿y si ella no estaba a gusto ante sus preguntas, como iba a ser capaz de interpretar su cara si ella estaba incomoda? O ¿y si no conseguía prestarla atención más de 5 minutos?, el derecho era tan aburrido… Así que Juan decidió pedirle ayuda a su amigo Jorge que siempre había sido un “ligón”. Juan y Jorge eran amigos desde los 7 años, así que Jorge había aprendido a comprender a Juan a la perfección.
Jorge le dijo a Juan que empezara por el tema que él se había preparado, el derecho, que no la aburriera contándole todas las leyes que se había aprendido de carrerilla, que simplemente la preguntara que estudiaba, si estaba contenta, si le gustaba, si era su primer año…siempre con una sonrisa en la cara, y que si veía que ella le respondía de la misma forma podría preguntarla su nombre y presentarse él mismo. Por el contrario si notaba que Lucía cortaba la conversación, estaba sería y era fría en sus respuestas, que simplemente se despidiera de forma educada y como se suele decir “a otra cosa mariposa”. Pero cuál fue la sorpresa de Juan cuando Lucía, roja como un tomate y con una sonrisa de oreja a oreja empezó a hablar y hablar sin casi dejarle intervenir, Juan la miraba con los ojos abiertos como “platos” intentando no perder el hilo de la conversación, así que cuando Lucía terminó lo único que Juan supo decir fue “vaya, me has dejado sin palabras”, los dos soltaron una carcajada y siguieron hablando unos minutos más sobre los estudios de Lucía y el trabajo de Juan.
Los días siguientes Juan se sentía tan contento y seguro de sí mismo, que cada día pensaba nuevas preguntas y temas de conversación de los que poder hablar con Lucía, y hablando y hablando se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común, a los dos les encantaba la naturaleza, los animales, y a Lucía le fascinaba todo lo que Juan le contaba sobre astronomía.
Cada día Juan le contaba a Jorge como iban las cosas con Lucía, Jorge al ver a su amigo tan “lanzado” le animó a tener un pequeño detalle con ella, como invitarla a su desayuno favorito, pero Jorge conocía a su amigo y sabía que a veces se podía ofender fácilmente, así que le advirtió que si Lucía no aceptaba el detalle debería de aceptarlo aunque le sentara mal, no debía insistir, ponerse pesado, ni contestarla con malas palabras, simplemente decirla que su intención solo había sido tener un detalle y disculparse por si la había ofendido en algo. Así que al día siguiente antes de que Lucía llegara, Juan ya tenía preparado su desayuno favorito, un café y un croissant, además se había pasado toda la tarde anterior ensayando la frase que le diría, poco original, pero él se sentía muy seguro con esas tres palabras. Por fin llegó Lucía, se dieron los buenos días como hacían todas las mañanas, Lucía se quedó mirando el desayuno preparado encima de la barra y Juan dijo “invita la casa”, ella le dio las gracias con una gran sonrisa, así que Juan en un arranque de valentía le preguntó que si le apetecía dar un paseo por El Retiro ese fin de semana, ya que a los dos les encantaba la naturaleza. Lucia se sentía muy a gusto con Juan, así que la única respuesta que se le ocurrió darle fue un sí.
Durante el paseo por El Retiro Juan intentó seguir todos los consejos que su amigo Jorge le había dado la noche anterior. Intentó no hablar solo de su tema favorito (la astronomía), y preguntarla por temas que él había aprendido, durante sus charlas en la cafetería, que a ella le gustaban, de esta forma dejaría que ella también hablara, aunque no era difícil porque hablaba “por los codos”, así que Juan tenía que hacer un gran esfuerzo por atenderla y no distraerse e irse a su “mundo”. Juan estaba todo el rato pendiente de los gestos que Lucía hacía, si sonreía, si se ponía seria…para intentar adivinar si lo estaba pasando bien o se aburría. Lucía tenía la costumbre de llamarle “tontito”, por supuesto que de una manera cariñosa, pero la primera vez que eso le pasó en la cafetería, Juan reaccionó de una manera un poco antipática, menos mal que esta vez estaba prevenido, su amigo Jorge le había explicado que algunas chicas son así cuando les gusta un chico, y usan expresiones como “tontito”, así que Juan había aprendido a tomárselo casi como un halago, ya que eso significaba que Lucía estaba interesada en él. Como Jorge sabía que su amigo tenía una especie de “obsesión” por los horarios, antes de la cita le quitó el reloj y le dijo que se olvidara de la hora, que no se impacientara y disfrutara de su cita con Lucía, y aunque Juan estaba un poco intranquilo hizo un esfuerzo por conseguirlo.
Cuando la cita acabó, Juan vio a Lucía con una gran sonrisa en la cara, así que se preguntó ¿Por qué no pedirle otra cita?, pero antes de que le diera tiempo, Lucía se le adelantó. ¡Estaba tan emocionado! ¡La chica que le gustaba le había pedido una cita! Esa noche Juan durmió con una sonrisa enorme en la cara.
Hoy Juan y Lucia siguen conociéndose. Lucia conoce la situación de Juan, sabe que padece asperger, lo que le hace valorar aun mas su amistad al saber el gran esfuerzo que hizo por acercarse a ella, quizás sea pronto, pero quién sabe si con el tiempo esa amistad podrá convertirse en algo más…CONTINUARÁ.
AUTORES:
Miriam García
Laura García
Álvaro García
Clara Gómez
Alba González
ACERCA DEL AUTOR:
Por: Álvaro Girón Martín
Twitter: @swarley_giron
Diplomado en Magisterio de Educación Infantil y Licenciado en Psicopedagogía por la Universidad Complutense de Madrid.
Especializado en Autismo y Asperger por la VIU (Universitat Internacional Valenciana).
Apasionado y cada vez mas implicado con el Planeta Asperger.
En continuo aprendizaje e intentando hacer ver que: “En la diferencia radica la riqueza de las personas” .
MUY BUENO EL ENLACE,CON UNA VISION CLARA Y OPTIMISYA DE ESTE TRASTORNO,QUE IGUAL PERMITE A ELLOS,LLEVAR YBA VIDA SI¡OCIAL Y AFECTIXA
que buenos relatos, como dices con solo imaginarlos, me emociono, ojala mi hijo algun dia pueda hacer esto y mas.
me has dado mucha luz
Interesantes historias nos dejan con entusiasmo porque siempre en este mundo encontramos un par para cada uno de nosotros como amigo o como un amor … sin saberlo podemos econtrarlo a la vuelta de la esquina, el SA es una forma de ser con dias buenos y malos al igual que el resto de la población mundial, solamente que muchas veces por tener un algo diferente empieza una lista de sufrimientos tanto de padres frustrados como hijos incomprendidos y a veces mal tratados. Ya quisieramos muchos tener la super inteligencia que tienen estos niños o la forma tan fácil de decir la cruda realidad que a la mayoría es lo que les ofende. Solo la educación, el respeto pueden sacarnos adelante después de eso que Dios nos ampare de toparnos con personas insensibles y egoístas. Mi hijo tiene SA ahora ya tiene 11 años desde que nació supe que era diferente por su forma de compotarse y hablar a los 6 años nos lo confirmaron por excelentes especialistas y ha participado en diversas terapias como neuronet, equinoterapia, tiene maestra sombra en fin, todo lo que aporta beneficios bienvenido a nuestro horario es. Gracias por los artículos tan llenos de esperanza y solidaridad para todos los que de una u otra forma el espectro autista esta presente.
Maravilloso, imposible no emocionarse. Creo que has escogido el mejor enfoque, toda aquella persona que tenga contacto con el S.A. sabrá apreciarlo.