Una Tiara de Princesa

La terapista tiene un día muy agitado, lleno de sesiones de terapia psicopedagógica, su experiencia es amplia, como el abanico de diagnósticos de sus pacientes: Autismo, TDAH, TGD-NE, Déficit Cognitivo, Dificultades de Aprendizaje… pero esos son solo los diagnósticos, la terapista los usa como referencia para diseñar estrategias de aprendizaje, porque ante ella no desfilan etiquetas sino que se presentan niños, personas, individuos, seres humanos, con personalidad, gustos, preferencias, retos, metas, sentimientos y sueños.

Como bien lo confirma a lo largo de este día especial, y es muy especial porque la terapista está de cumpleaños, le ha tocado el aniversario de vida en día laboral, por lo que entre sesión y sesión, entre consulta y consulta va recogiendo el fruto que el árbol de la vida -como suele pasar- está listo para entregar a aquel que a su vez está listo para recoger:

La terapista llega a la casa donde tendrá su siguiente sesión de trabajo a domicilio, se encuentra la puerta entreabierta, y puede adivinar la escena que se desarrolla adentro porque escucha los murmullos y risas:

-¡Ya viene!, ¡Ya viene!- dice una voz de mujer que reconoce de la madre del niño que atenderá.

-Shiis -dice el pequeño, de 4 años de edad, no tiene lenguaje verbal pero se hace entender con señas, gestos y sonidos onomatopéyicos, está emocionado, se lleva el dedo índice a los labios, para decir “silencio” y se esconde detrás de la mesa que está preparada con un pastel de cumpleaños y todo lo necesario para compartirlo… pero sale del escondite para empujar a su madre invitándola también a disfrutar del juego, hace los gestos de quien sorprende a alguien.

-¿Quieres que me esconda? ¿Quieres darle una sorpresa a la terapista?- dice la madre para verificar si entendió el mensaje.

Siii – dice el niño con una enorme sonrisa, satisfecho de haberse hecho entender y contento de que su mama siga su idea.

La terapista empuja la puerta y entra y la familia entera le saluda:

¡Sorpresa! ¡Feliz Cumpleaños!

El niño corre a sus brazos, y luego señala la torta, trae a la terapista hasta la mesa, él mismo ha colocado la velita, siempre quiere ser el protagonista de los cumpleaños, pero esta vez está feliz de obsequiar el pastel y es asombroso verle respetar el momento en que la terapista sopla su velita.

La terapista recibe en su consultorio a la niña, de 8 años trae un hermoso regalo que le extiende sin reservas, al igual que su amplia sonrisa.

-¡Feliz Cumpleaños!- dice la niña entregando el paquete a la cumpleañera

-¡Gracias cariño!- responde la terapista.

-¡Eres muy afortunada!- dice la pequeña con su voz cantarina y mirada de admiración.

-¿Afortunada? ¿Por qué lo dices?-Responde la terapista muy intrigada

-Porque tienes un trabajo maravilloso, alumnos excelentes… y eres medio habilidosa- explica la criatura

-G-Gracias!- dice la terapista muy emocionada

-¿Estás casada?- añade la niña

-No- explica la terapista

-Seguro también encontraras un esposo maravilloso- completa la chiquilla

La terapista apenas puede contener las lágrimas de emoción ante tantos buenos deseos y muestras de cariño.

Al final del día tiene una colección de dulces, chocolates, tarjetas y regalitos, pero sobre todo tiene una selección maravillosa de expresiones sinceras, espontáneas y genuinas de amor, y no puede evitar identificar los avances de los niños en cada una de sus acciones, cada palabra, cada muestra de afecto, cada logro, es como una perla auténtica que forma parte de una tiara de princesa de valor incalculable… que nadie puede quitarle y que siempre le acompañara.

Porque son niños antes que diagnósticos.

Porque todos quieren ser amados y poder expresar el cariño que sienten por otras personas desde sus capacidades.

Porque paso a paso se aprende que existen diferentes formas de pensamiento.

Porque todos merecen contar con gente que confíe en ellos y crea en su potencial.

Porque los avances se consiguen con una mezcla de constancia, técnica, esfuerzo, respeto y confianza.

Porque eliminando falsas creencias todos crecen.

Dedicado a Miglutt Romero y los niños Aurora Hernández y Diego Rosales.


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5 comentarios en «Una Tiara de Princesa»

  1. Hola BETZABE… mana no me alcanzas las lagrimas pa’ seguir llorando… no sabia que habías publicado el articulo….muchas gracias adoro a todos mis niños hermosos…..!!!! besos y abrazos para diego y la familia Rosales Zurita..estoy muy agradecida con ustedes..!! las palabras de Aurora fueron y son Bendiciones para mi porque se hicieron realidad….!!!

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  2. Precioso, sin duda es un homenaje a estas profesionales que solo ven niños con capacidades.
    Espero el próximo articulo con ilusión.
    Gracias

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  3. Betzabe,que lindo y profundo relato!
    Es una historia llena de amor y aceptación por el ser humano!muy lindo como lo cuentas.
    Saludos!

    Responder

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