Actividad Física y Autismo ¿Y dónde está el sujeto?

Cuando el terapeuta se vuelve un rockstar y se lleva las luces, quien queda en la sombra es el niño.

Darle sentido para el niño a la actividad que está realizando favorece desde la motivación a integrar la corporalidad en una acción sin desmembrar el cuerpo en áreas a trabajar.

Me gusta arrancar con esa frase para pensar el rol que ocupamos los que brindamos actividades físicas a niños con autismo y donde nos paramos, se ve constantemente en redes sociales a muchos colegas posteando sobre actividad física desde la psicomotricidad y autismo, mediante fotos de Pinterest y desmembrando continuamente al cuerpo en “áreas a trabajar”, y es preocupante volver a un modelo en donde el profesional tiene un libreto, un manual que se ajusta a todos porque lleva a realizarnos una pregunta: ¿dónde está el sujeto?

Más allá de la patología los niños siempre tienen una particularidad, un don desde donde partir que los vuelve subjetivos y para esto las armas más poderosas que tenemos son la observación y el juego espontaneo para encontrar el camino desde donde organizar actividades en conjunto para llegar, en un debido proceso, a los turnos, juegos reglados, pre-deportivos y deportivos que generen lazos sociales, pero siempre con el niño escribiendo su propio guión según su interés, y no realizando constantemente nuestros “circuitos psicomotrices” y llevar/obligar al niño a que cruce nuestro recorrido, nuestra historia.

Para Jean Berges “La meta de una terapia no es la de convertir al niño en un recitador, sino en un actor: el cuerpo tiene una posición, o bien está ausente. Y para hacer esto el terapeuta debe mantener su posición y no ponerse en el lugar del niño”

Estamos en una etapa súper-rica donde las neurociencias están apoyando lo que Henri Wallon entre otros pedagogos decían hace muchos años, pero también se ve una interpretación de la psicomotricidad y las actividades físicas desde la segmentación del cuerpo por áreas y no desde la integración de un cuerpo en relación. Encontramos múltiples notas que parecieran aludir a la totalidad del individuo cuando hablan de psicomotricidad y actividades físicas pero que solo desarrollan los aspectos más ligados a lo motor. Hay un abordaje creciente de las actividades físicas desde un pensamiento que la repetición mecanicista posiblemente genere en el organismo adaptaciones que lleven a una vida funcional y más efectiva al ambiente. Pensamiento traído desde el área de la kinesis en donde al trabajar en Rehabilitación con daño orgánico si se fundamenta y entiende la repetición mecanicista para recuperar tono muscular y funcionalidad.

Pero adaptar estos conceptos al mundo del espectro del autismo donde no hay que trabajar en la rehabilitación del cuerpo (no hay daño orgánico) sino en la HABILITACIÓN (como forma de ser, estar y expresarse en el mundo), ¿es recomendable? ¿Queremos que los niños con autismo reciten mecánicamente conductas enseñadas pasando por circuitos que proponemos sin establecer una intencionalidad? A veces esos circuitos parecen más bien pistas de Scalextric donde el niño es guiado en su andar o a veces se ve que “aprende a cruzar rápido” cuando lo que quiere es escapar con esa risa nerviosa que interpretamos como alegría.

Estar atento a que historia trae el niño para armar actividades físicas con lazos sociales aceptándolo y compartiendo.

Sara Pain (1985) postula que el organismo es del orden de la especie, es común a todos los hombres más allá de pequeñas variaciones, tiene una maduración y un funcionamiento programado, es del orden de lo general, responde a lo hereditario. Agrega que el cuerpo es del orden de lo particular, de lo personal, se construye, se va constituyendo en su devenir y en el intercambio con los otros y con el medio o sea que también es un producto cultural y social.

“El desarrollo del acto implica un funcionamiento fisiológico, pero el acto no es solamente una suma de contracciones musculares, también es deseo y toma de contacto, dominación o destrucción. La acción no se presenta como la actividad de un espíritu descarnado, sino como una sucesión de hechos con sus antinomias internas” (Ajuriaguerra y Bonvalot-Soubiran).

Se hace  demasiado hincapié en los aspectos neurofuncionales como constitutivos del cuerpo humano y se están dando mucha relevancia a estos pero no nos están hablando de lo individual, lo subjetivo, particular, emocional ni cultural en la constitución corporal del niño con TEA. Se da relevancia a los aspectos neuromotores asociándolos a un posterior devenir de  inteligencia cognitiva pero no se menciona todo lo que está en el centro de estas premisas, todo lo referido a las relaciones intersubjetivas de orden afectivo, emocional y social necesarias para el surgimiento y la construcción de un deseo de acción, aspectos fundamentales en la constructividad corporal.

Este mecanicismo desplaza del lugar al SER y lo reemplaza por HACER dejando de lado lo que el niño es en su particularidad, en su familia, en la singularidad de su cuerpo y su relación con el espacio y el Otro. Con estas intervenciones no se está atendiendo a la construcción subjetiva que hace el niño del cuerpo como medio de expresión sino que se lo adoctrina al movimiento del organismo.

Le Breton dice: “cuando la dimensión simbólica se retira del cuerpo, lo único que queda de él es un conjunto de engranajes, una disposición técnica de funciones sustituibles unas por otras. Lo que estructura, entonces, la existencia del cuerpo, no es más la irreductibilidad del sentido sino la posibilidad de intercambiar elementos y funciones que aseguran su orden”.

Con estos modelos desde la actividad física mecanizada caemos en intentar estimular al cerebro para que su plasticidad incorpore los estímulos y devenga un funcionamiento más adecuado al modelo preestablecido de cuerpo “normal”, a un cuerpo con más “destreza”, buscando la adaptabilidad. Se trabaja desde el déficit, desde lo que el niño no puede y se enseñan por repetición aquellas conductas que se espera que el cuerpo logre teniendo como referente un modelo preestablecido de lo que este debe ser y no la singularidad de cada uno, de la familia y de la cultura que lo construyen.

El cuerpo deja de ser el principal instrumento integrado de la identidad humana para convertirse en una colección de órganos, de piezas intercambiables, de segmentos separados y áreas a trabajar (motricidad gruesa, fina, lateralidad, coordinación dinámica general, óculo-manual, viso-motriz, tonicidad, ritmo, simetrías, etc., etc.)

Mirar fotos de Pinterest (U otras redes sociales) nos está llevando a un modelo simplificado de la construcción del esquema corporal dejando de lado la propia imagen del cuerpo. Ante cada posteo que miramos debemos preguntarnos, por ejemplo: ¿Tiene sentido que este niño junte tapitas en un tarro para trabajar motricidad fina?, ¿qué significa esta actividad para él? ¿y dónde nos paramos nosotros? La construcción del cuerpo y de su imagen es un concepto muy complejo y particular que no vamos a encontrar en una foto de Pinterest. Los padres que miran estas publicaciones y realizan con tanto amor deben saber que no hay un único manual para todos y si el niño no realizó la actividad como vio en las redes sociales, no pasa nada, se busca otra que despierte su real interés y puedan realizar juntos.

Esta bueno mirar estas fotos pensando si alguna me resuena para este niño, si veo una particularidad de él en esta actividad que me permita, desde su historia personal, una selección de estímulos y la atribución de un sentido.

En un modelo adulto-céntrico en donde el profesional es dueño del saber se empieza a dejar de lado la observación, lo que la familia tiene para aportar o las particularidades que el niño nos muestra. Se deja de lado el despertar de la volitivo desde lo espontaneo y la exploración, desde el deseo del niño, se pierde la oportunidad de observar esa chispa epistemológica a la que debemos alimentar para que crezca la llama en su deseo de aprender y relacionarse. Si dejamos de lado el sujeto en movimiento por la búsqueda de un movimiento “eficiente o lindo” corremos el peligro de situarnos en una relación vincular con el niño desde el “no puede”, “no sabe”.

  “No podemos comprender la noción de cuerpo si descuidamos el papel que desempeña el otro como co-formador” (Ajuriaguerra)

La actividad física en niños con autismo no debería desmembrar al cuerpo, debería buscar esa secuencia de movimientos que logre integrar la corporeidad en una actividad con sentido y compartida. Conquistar una secuencia corporal de manera determinada y organizada, una vía por la cual la actividad se construya con un inicio, desarrollo y fluya para llegar a determinado fin pero dando libertad de acción y movimiento siempre en relación a otro que acompañe su exploración.

Las  metodologías de la actividad física para niños con TEA desde el modelo adulto-céntrico o profesional dueño del manual universal suelen estar dirigidas a la ejercitación, el adiestramiento, la adaptación, y el dominio de las pautas motoras o posturas “normales” con la intención de que esto produzca modificaciones en el campo de la inteligencia y el pensamiento. Se quedan con el título del libro de Wallon “del acto al pensamiento” sin incorporar todo el contenido que lleva a este pasaje.

En niños muy intervenidos debemos ayudar a integrar el cuerpo en una totalidad

El cuerpo a construir -a partir del movimiento y actividades físicas- que interesa a la psicomotricidad es aquel que se enlaza y se encarna sobre el organismo y se organiza a partir del afecto, de las emociones, de las miradas, de las sonrisas, del significante del otro que habilita y brinda sentido en un espacio socio-cultural determinado. Se construye a partir de experiencias gratificantes que dejan huellas imborrables que producen transformaciones. Este cuerpo en niños con autismo suele poseer singularidades que pueden escapar a la norma desde lo postural y el movimiento pero son parte de su propia historia. Se ve muchos jóvenes  encorvados de tanto mirar un objeto en su niñez por estereotipias que quizás no pudieron construir un campo de la mirada en relación a otro y la posaron sobre el objeto, su cuerpo se fue acomodando a su mayor interés.

Les propongo que al organizar circuitos observen cuando uno los arma sin sentido la mirada del niño está sobre los obstáculos o el piso para no equivocarse y su cuerpo haciéndose chiquito, y el mismo circuito pero con una significación desde lo emocional-afectivo, con un otro motivante de la actividad verán al niño como flotando, abriéndose, expandiéndose, levantando la mirada para generar acuerdos y encuentros con el otro que los acompaña y los mira con cariño y aprobación.

Cuando un niño puede relacionar lo que aprende con sus propias experiencias, su interés vital se despierta, su memoria se activa, y lo aprendido se vuelve suyo” (Rudolf Steiner)

Que los libros leídos y la experiencia de cada uno no nos convierta en iluminados que  opaquen a los maestros más sabios que son los niños, siempre cada uno de ellos nos puede guiar en el hacer para dejarlos ser.

BIBLIOGRAFIA

  • Bergés, J. (1974) “Algunos temas de investigación en Psicomotricidad” en Cuadernos de terapia psicomotriz, Número especial de la Soc. Int. de Terapia Psicomotriz para los países de lengua española. Buenos Aires: Singeser de Votadoro.
  • Sara Pain (1985) “La génesis del inconsciente: La función de la ignorancia” 
  • De Ajuriaguerra, J. y Bonvalot-Soubiran, G. “Metodologías y técnicas. Indicaciones y técnicas de reeducación psicomotriz en psiquiatría infantil”
  • De Ajuriaguerra, J. “Ontogenesis de las posturas: yo y el otro”, en Revista de psicomotricidad, de estudios y experiencias, num 45, Madrid 1993.
  • Wallon Henri (1965) “Los orígenes del carácter del niño”
  • Leticia Gonzalez “Temas de investigación en psicomotricidad”
  • Lebreton, D. “Las pasiones ordinarias. Antropología de las emociones, Buenos Aires, Nueva Vision, 2002”

Sobre el Autor

Facundo Ariel Ortiz

  • Licenciado en Psicomotricidad de la Universidad CAECE.
  • Posgrado en autismo y trastornos del neurodesarrollo de la Universidad Favaloro.
  • Especialización en autismo y necesidades educativas especiales en FLACSO.
  • Especialización en autismo y psicosis infantil en Clínica de la infancia.
  • Atención en Estimulación Temprana y Terapia Psicomotriz.
  • Miembro de equipos interdisciplinarios en la atención de niños de diversas patologías.
  • Co-coordinador de grupos de habilidades sociales, recreativo-terapéutico para niños y adultos de diversas patologías.
  • Hidroterapia – Miembro del equipo de inclusión de niños en espacio acuático “El camino del agua”
  • Equinoterapia – Miembro del equipo de equinoterapia de la “Fundación Al Reparo”.
  • Apertura de espacios de acercamiento al windsurf y kayak para niños de diversas patologías.

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1 comentario en «Actividad Física y Autismo ¿Y dónde está el sujeto?»

  1. Genial ! que bueno que haya gente que piense que los chicos con TEA no son robotitos, yo como papá lo aprendí tarde por cruzarme con terapeutas rockstar

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