Un modelo animal para el autismo

Uno de los problemas más importantes para la investigación sobre el autismo ha sido la ausencia de un modelo animal, es decir un ratón que tengo algo parecido a un trastorno del espectro autista. Los modelos animales permiten probar nuevas técnicas, chequear la eficacia y seguridad de un fármaco, conocer las bases celulares y moleculares de un trastorno y, en general, realizar con rapidez y eficacia numerosos estudios que son imposibles o muy difíciles de realizar en seres humanos. Parece que las cosas empiezan a cambiar y un grupo de investigadores californianos han encontrado una cepa de ratón que muestra similitudes biológicas, comportamentales e incluso de respuesta a algún fármaco con las personas que tienen un trastorno del espectro autista.

La cepa de ratón, creada por primera vez en 2003, tiene suprimido un gen denominado CNTNAP2, o “cat nap two.” Se sabe que este gen interviene en el desarrollo cerebral. En las personas, las raras mutaciones hereditarias en CNTNAP2 pueden causar un síndrome genético denominado displasia cortical focal, cuyos síntomas pueden incluir ataques epilépticos, pérdidas de lenguaje e hiperactividad. Aproximadamente dos tercios de las personas diagnosticadas con este raro trastorno son diagnosticadas también como afectadas de un trastorno del espectro autista. Sin embargo, menos del 1% de los casos diagnosticados con un TEA muestran una afectación de este gen.

Olga PeñagarikanoOlga Peñagarikano, una bióloga vasca del grupo de Daniel Geschwind y sus colegas de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA) cruzaron esta cepa de ratones con otra conocida por la presencia de comportamientos repetitivos evidentes. Entonces chequearon los ratones híbridos para condiciones asimilables al autismo, para buscar síntomas similares a los de un trastorno del espectro autista.

Durante años, los científicos han estado creando, mediante Ingeniería Genética, nuevos modelos murinos –es decir, en ratón- del autismo. Para eso, se eliminaban o desactivan (estos últimos se denominan knock out como en el k.o. de los boxeadores) las versiones ratoniles de algunos genes que se veían asociados al autismo en humanos.

Mientras que la mayoría de los modelos animales previos muestran uno o como mucho dos de los síntomas de autismo, el modelo cat nap presenta los tres: dificultades en la comunicación, problemas en las interacciones sociales y comportamientos repetitivos.

El artículo de Peñagarikano y cols. Combina análisis de comportamiento, de morfología y de fisiología de los ratones. Los ratones se acicalan en exceso (esos movimientos con las patitas como si se limpiaran la cara), tienen dificultades para adaptarse a nuevas situaciones (se les lleva a distintos tipos de jaulas o de ambientes) y también emiten menos sonidos y juegan menos que los ratones típicos. Además, los estudios cerebrales muestran que los ratones tienen patrones atípicos de actividad cerebral y cambios anómalos en la conectividad de las neuronas, en un patrón que se considera bastante similar al que se ve en las personas con autismo. También se ha visto una migración anormal de las neuronas de proyección de la corteza cerebral y un menor número de neuronas gabaérgicas, las principales células inhibitorias del cerebro.

Un dato importante ha sido el tratamiento de estos ratones con risperidona. Este medicamento está aprobado para tratar la “irritabilidad” asociada a los trastornos del espectro autista. Esta “irritabilidad” resulta en serios problemas de comportamiento como daños autoinfringidos, grandes rabietas y agresiones. Es interesante que este tratamiento con risperidona produjo una disminución de los comportamientos repetitivos en estos ratones. Esto sugiere que esta cepa de ratones puede estar especialmente indicada para probar nuevos fármacos dirigidos a aliviar los síntomas más discapacitantes de las personas con autismo. Una muy buena noticia y el primer autor de este trabajo es una joven bióloga española que ahora trabaja en Estados Unidos: Olga Peñagarikano.

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